23 de Diciembre de 2015, 05:23
En vísperas de la campaña electoral un grupo de politólogos sugirió la importancia de buscar una región que ayudara a predecir el comportamiento electoral del conjunto de España. Pasado el baile de las encuestas y del análisis de los datos electorales la sensación inicial es una notable perplejidad. Aragón sigue siendo nuestro Ohio pero no sirve de mucho para entender la situación política en la que nos encontramos hoy en España. La falta de precedentes parecidos a nivel nacional tampoco contribuye a ello.
Alguien dirá que habría que mirar a Dinamarca y no le faltará razón. Mi sugerencia, en cambio, es fijarse en el nivel autonómico porque allí encontramos precedentes o importantes similitudes con muchos de los problemas que ahora tenemos planteados. Pensemos, por ejemplo, en las dificultades que tuvo que afrontar Susana Díaz para lograr la investidura en Andalucía, o las que todavía está encarando Artur Más para tratar de ser elegido presidente en Cataluña. En las líneas que siguen trataré de argumentar que la Comunidad Valenciana es uno de los mejores laboratorios para entender la compleja realidad política española del momento.
Para empezar, es interesante señalar la Comunidad Valenciana fue utilizada como ejemplo de la mejor gestión económica en los años del boom económico para luego ser uno de los máximos exponentes de lo contrario durante la crisis. Esta curiosa ida y venida de lo mejor a lo peor en poco tiempo no es ajena a lo que ha sucedido a España en términos comparados. Más allá de los efectos económicos o sociales de la crisis, el agudo shock psicológico experimentado por los valencianos estos últimos años tiene pocos equivalentes en el ámbito autonómico.
Por otro lado, el mapa político surgido en Valencia después de las elecciones autonómicas tiene notables paralelismos con el surgido en el conjunto del Estado: El Partido Popular quedó primero con un porcentaje de votos ligeramente por debajo del 30%, el PSOE segundo con un poco más del 20% y Ciudadanos algo menos del 13%. La diferencia principal viene con los resultados de Podemos, que obtuvo poco más del 11% por los buenos resultados de Compromís que se quedó cerca del 19%. En cualquier caso, ni en la Comunidad Valenciana ni en España la suma de los escaños de PP y Ciudadanos alcanza la mayoría absoluta. Tampoco lo hace la suma de PSOE y Ciudadanos. En cambio, sí hay mayoría en la medida que PSOE y Podemos sean capaces de llegar a acuerdos entre ellos y con los nacionalistas periféricos. El Senado no existe a nivel autonómico pero tanto en España como en la Comunidad Valenciana el PP tiene la capacidad de bloquear aquellas reformas institucionales que no cuenten con su apoyo. Los más avezados pondrán reparos porque Compromís no pide ejercer el derecho a la autodeterminación. Sin embargo sus posiciones iniciales eran tanto o más ambiciosas: hacer a Mónica Oltra presidenta de la Generalitat Valenciana. Como ven, para los valencianos la situación política española tiene mucho de dejà vu.
Para terminar, el tercer paralelismo tiene que ver con lo que puede considerarse el renacimiento de Podemos después de las elecciones autonómicas y locales de 2015. Estos comicios marcan un antes y después en la vida de este partido por el éxito de sus alianzas locales en Barcelona, Madrid y otras grandes capitales. A partir de entonces, el Podemos de Vista Alegre empieza a dar paso a una nueva forma organizativa bastante más compleja con alianzas de geometría variable con el partido de Ada Colau en Cataluña o las mareas y el movimiento impulsado por Beiras en Galicia. Este fenómeno, uno de los más interesantes de la política española actual, también ha tenido su traducción en la Comunidad Valenciana con la alianza entre Podemos y Compromís. Pese a que la gestión del acuerdo entre ambos partidos estuvo marcada por cierta desconfianza entre las bases, su éxito electoral ha mostrado el acierto de la operación. Una de las grandes cuestiones de fondo es si estos acuerdos entre Podemos y estos partidos nacionalistas de izquierdas quedarán en una simple entente electoral o corresponden, como alguien está empezando a señalar, a una reorientación estratégica de fondo. De ser así, asistiríamos a una recomposición del mapa político que puede tener futuras ramificaciones y alterar la competición tanto en la arena nacional como en muchas autonomías con hechos diferenciales. También en este sentido la Comunidad Valenciana puede convertirse en un importante laboratorio de lo que vendrá en la política española de los próximos tiempos.