Como consecuencia de la imposibilidad o, mejor dicho, de la falta de voluntad del Partido Justicia y Democracia (AKP) de formar un Gobierno de coalición después de las elecciones de junio, no hubo más alternativa que convocar nuevos comicios el domingo pasado. El presidente Erdoğan se arriesgó en extremo al convertirse en el principal promotor de la repetición, y la suerte ha caído de su lado. El pueblo turco, con una participación del 85,6% (de nuevo muy alta en comparación con otros países europeos), ha manifestado su apoyo incontestable al AKP, algo que ningún sondeo supo anticipar.
Según los primeros análisis, los factores determinantes para explicar el voto han sido el partidismo, el miedo y el deseo de estabilidad, relegando a un segundo plano la ideología y el empeoramiento de la economía. Quizás de forma más notable que en otras ocasiones, las particularidades sociológicas de Turquía han adquirido significado: los votantes conservadores dominan el electorado y la clase lumpenproletariat es mayoría. Gran parte de los ciudadanos no tienen mucha consideración hacia el Estado de derecho, la libertad de prensa o la libertad de expresión como los valores básicos de la disputa política.
Así las cosas, los 143 días transcurridos entre ambas convocatorias sirven para explicar cómo se ha disipado por completo la ansiada esperanza de cambio. El AKP ha sido la fuerza más votada, con un 49,48%, al haber sido capaz de conservar o incluso aumentar sus apoyos a lo largo y ancho del país: el AKP ha recibido el voto de 4,5 millones de personas más en comparación con las elecciones de junio. Sus 317 de ahora escaños superan ampliamente los 276 asientos necesarios para formar un Gobierno de mayoría.
Hay tres factores importantes para explicar esta subida: primero, el AKP ha conseguido los votos de los nacionalistas de MHP (Partido de Acción Nacionalista), los de los religiosos kurdos de este del país y, por ultimo, los de BBP-Saadet (otra coalición nacionalista islamista, que no ha participado esta vez en los comicios). Además, conforme a la ley d'Hont, en algunas circunscripciones del país la diferencia para conseguir un escaño está por debajo del 1% de los votos, por lo que el AKP ha centrado su campaña (aparentemente con notable éxito) en las provincias clave.
Segundo, el partido Republicano del Pueblo (CHP), fundador de la República Turca en 1923, ha obtenido el 25,31% de los votos y 134 escaños en el Parlamento, casi los mismos resultados de junio. Su líder, Kemal Kılıçdaroğlu, tiene la intención de reunir a las bases del partido para redefinir el plan de futuro.
Distribución del voto (%) y el numero de los Miembros del Parlamento (MP) (2002 - 2015) |
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2002 |
2007 |
2011 |
2015 I |
2015 II |
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Vote |
MP |
Vote |
MP |
Vote |
MP |
Vote |
MP |
Vote |
MP |
|
AKP |
34,28 |
363 |
46,58 |
341 |
49,83 |
327 |
40,87 |
258 |
49,48 |
317 |
CHP |
19,39 |
178 |
20,88 |
112 |
25,98 |
135 |
24,95 |
132 |
25,31 |
134 |
MHP |
8,36 |
0 |
14,27 |
70 |
13,01 |
53 |
16,29 |
80 |
11,90 |
40 |
HDP (Ind.) |
6,22 |
0 |
5,24 |
26 |
6,57 |
35 |
13,12 |
80 |
10,75 |
59 |
Fuente: Consejo Supremo Electoral de Turquía (2002-2015I) y CNNTurk (2015II). |
La tercera fuerza en el Parlamento es el Partido de la Democracia de los Pueblos (HDP), el que impidió al AKP obtener la mayoría absoluta en junio. Esta formación pro-kurda y socialista ha perdido más que un millón de votos (ha conseguido un 10,75%); su reto no era fácil si atendemos a la barrera del 10% para acceder al Parlamento. Estos resultados suponen una pérdida de 21 escaños en comparación con junio (tenía 80 y ahora 59), pero todavía se mantiene como la tercera fuerza política. Sus líderes valoran positivamente este desempeño, teniendo en cuenta toda la presión que, desde diferentes fuentes, han venido sufriendo durante los últimos cinco meses.
El Partido de Acción Nacionalista (MHP) con el 11,90% de votos y 40 escaños, es el mayor perdedor: ha perdido la mitad de sus escaños. La actitud de su líder, que ha rechazado todas las ofertas de coalición o incluso colaboración con otros partidos, ha sido determinante. Parte del electorado del MHP ha apoyado esta vez al AKP, al compartir una base electoral muy similar.
Hoy en día, el mapa electoral de Turquía demuestra que la mayoría de las provincias turcas, incluidas Estambul y Ankara, son de AKP. Éste representa un gran base electoral en el país, incluyendo a los kurdos. Además, en un Parlamento de 550 miembros, solo hay 77 mujeres, incluso menos que junio, lo que se puede considerar un gran fracaso.
Los sondeos, equivocados
Los resultados han sido la gran sorpresa porque todos los sondeos erraron en sus pronósticos, incluso los elaborados por medios y compañías más benevolentes con el AKP. La mayoría le otorgaba alrededor del 40%-42% de votos, con alguno extremadamente complaciente con los intereses de Erdoğan que elevaba su pronóstico al 45%. Es evidente que hoy las acusaciones sobre fraude electoral caen en saco roto; sin embargo, no cabe duda de la existencia de muchas trabas y de juego sucio durante toda la campaña. Los observadores internacionales encabezados por la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (Osce) criticaron ayer la falta de libertad de información durante las semanas anteriores a la votación y añadieron que "la campaña electoral no fue equilibrada y los contendientes no tuvieron las mismas oportunidades".
¿Y ahora qué?
Todo ha empeorado desde las anteriores elecciones: la economía se ha contraído, la política exterior sigue siendo problemática, las acciones terroristas se han incrementado, el proceso de paz ha descarrilado. Nadie en el país se esperaba un resultado tan favorable al AKP. No obstante, el ambiente de violencia y terror ha beneficiado al Gobierno a medida que se acercaba a las grandes ciudades. El partido ganador se presentó como la única opción de estabilidad para el país a falta de una alternativa real de oposición. Mientras tanto, la polarización social y política es inevitable. El país se encuentra más dividido que nunca.