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El limbo post-electoral checo

Ruth Ferrero-Turrión

11 de Octubre de 2021, 13:20

Cuando todavía se está asimilando el reto polaco a la arquitectura constitucional europea y a la dimisión del canciller austríaco Sebastian Kurtz por un caso de corrupción, de nuevo se ha de volver la vista al este, esta vez hacia la República Checa. Durante los días 8 y 9 de octubre se celebraron en este país centroeuropeo elecciones parlamentarias, con 200 diputados en liza.

Andrej Babiš, el flamante presidente, partía como favorito en las encuestas con su partido ANO, si bien la coalición ultraconservadora Spolu/ODS (que aunaba en sus filas a tres partidos de centro-derecha: el Partido Cívico Demócrata, la Unión de Demócratas y Cristianos y TOP09) conseguía durante las últimas semanas un empate técnico que finalmente se ha materializado en el resultado final electoral.

La participación en esta ocasión se elevó casi cinco puntos respecto a las elecciones de 2017, alcanzando el 65,43%. Los checos estaban movilizados, soplaban aires de cambio en la ciudad del río Moldava; y los resultados no han defraudado, dejando algunas sorpresas inesperadas. La primera, la derrota de Babiš en número de votos, que no de escaños, frente a su principal rival, Petr Fiala, cabeza de la lista Spolu/ODS que obtenía el 27,8% del voto y 71 asientos. Entrarán también en el Parlamento la coalición de social-liberales Partido Pirata y una agrupación de alcaldes (STAN), con el 15,6% y 37 escaños; y continuará teniendo representación, aunque perdiendo dos diputados, el partido de extrema derecha SPD, liderado por Tomio Okamura, con el 9,6% del voto y 20 escaños. Han quedado fuera, por primera vez desde 1990, el Partido Socialista Checo (?SSD), que habían gobernado hasta ahora junto con ANO y el Partido Comunista de Moravia y Bohemia (KS?M). Este último, además, queda fuera de la política institucional por primera vez desde 1949.

Distribución del Parlamento tras las elecciones (2021)

Fuente: Europp- European Politics and Policy.

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Varias son las conclusiones que se pueden extraer de estos resultados. La primera, el impacto que los 'papeles de Pandora' (junto a las movilizaciones de los últimos años en el país a consecuencia de la corrupción manifiesta de Babiš) han tenido a la hora de decantar la diferencia a favor de la coalición Spolu. A ello se une la mala gestión de la crisis de la Covid-19, constituyendo ambos los factores esenciales que explican la caída de ANO.

La segunda, la irrelevancia política en la que ha caído la extrema derecha checa, lo que hace recordar también la situación en la que se encuentra AfD como consecuencia del cordón sanitario impuesto por las fuerzas políticas alemanas. En el caso de la República Checa, el más que probable acuerdo entre Spolu/ODS y los Piratas no deja al margen para pactar con este partido ultra y lo mismo ocurre con Babiš.

También merece la pena destacar cómo una coalición de partidos de oposición es capaz de desbancar a una formación populista que nunca llegó a imaginar el declive de su hegemonía. Éste es un mensaje muy potente que se lanza desde Praga a las distintas plataformas que se están formando en Hungría y Polonia de cara a las elecciones de estos países de 2022 y 2023, respectivamente, y que pudieren dar un vuelco a las figuras políticas que pueden tomar el relevo en los países de Visegrado y, por tanto, generar algún tipo de cambio a nivel europeo. Los cambios en Praga siguen a la salida de Robert Fico en Eslovaquia y pueden ser un precedente para las salidas de Viktor Orbán y Morevieski.

Por último, pero no menos importante, hay que mencionar la irrelevancia política en la que han caído los partidos de corte más progresista e izquierdista; no sólo en Chequia, sino en toda la región. La ideología conservadora en esta región está absolutamente dominada por posiciones nativistas producto de sus procesos de construcción nacional, que miran con desconfianza a la UE y que incorporan rasgos anti-inmigración y anti-islámicos en su ADN.

En todo caso, habrá que esperar todavía unas semanas para la constitución la Cámara de Representantes checa, que se verá condicionada por el estado de salud del presidente, Miloš Zeman. Éste podría llegar incluso a provocar una crisis constitucionalque pasaría por la apelación al artículo 66 de la Carta Magna, que permite incapacitar al presidente por no poder cumplir con sus funciones; entre otras, la de proponer la formación de Gobierno. De este modo, no sería sólo Babiš quien abandonaría el poder, sino también su compañero de estos años en la Presidencia. De confirmarse, sería el inicio de un ciclo político en la República Checa muy distinto del vivido hasta ahora.

Quizás, sólo quizás, este primer movimiento pueda generar más cambios de liderazgo en la región que, sin ser revolucionarios, al menos se muestren más integradores que los precedentes.

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