Para cuando leas esto, tú (y yo) seguramente sabremos más de lo que cualquiera sabe ahora. Escribo porque se ha establecido el toque de queda en Washington DC después de que los partidarios del presidente Trump irrumpieran esta tarde [del 6 de enero pasado] en el edificio del Capitolio. Interrumpieron la sesión conjunta del Congreso para certificar el voto del Colegio Electoral. Los secuaces de Trump irrumpieron en ambas cámaras del Congreso, obligaron a sus integrantes a huir e impidieron la realización del último paso formal que determinaría finalmente que Joe Biden es el nuevo presidente de Estados Unidos.
Una persona ha muerto [posteriormente, el saldo ascendió a cuatro fallecidos] en el asedio al Capitolio; dos artefactos explosivos fueron desactivados en la sede del partido nacional ubicado en las cercanías; el edificio del Capitolio fue dañado y saqueado; las oficinas del Congreso, igualmente saqueadas; los reporteros fueron amenazados. Nadie conoce el alcance total de los daños, el grado de implicación presidencial en la conspiración o qué otras amenazas esperan después del atardecer.
Lo que sí sabemos es que el presidente incitó a la multitud a hacer esto. Durante semanas, sus tuits decían que los mítines de hoy serían "salvajes". Apareció en uno esta mañana donde afirmó (de nuevo) que le habían robado las elecciones y atacó verbalmente a los miembros de su propio partido que iban a autorizar el traspaso del poder a su sucesor, incluyendo a su propio vicepresidente, que había anunciado que permitiría que siguiera adelante el recuento del Colegio Electoral. Trump dijo que había que hacer algo al respecto. Y luego, al terminar el mitin, les dijo a sus partidarios que se dirigieran al Capitolio, dando a entender que se uniría a ellos allí. Y fueron porque creían que así sería.
Durante horas, mientras el Capitolio estaba siendo asaltado, Trump no dijo nada. Evidentemente, estaba disfrutando del espectáculo. Finalmente, publicó un vídeo en el que alababa a los que habían cerrado el Congreso. Y aunque les pidió que se fueran a casa, primordialmente insistió en que le habían robado las elecciones y que sus partidarios tenían razón al sentirse agraviados. No era un intento de enfriar el ambiente, sino una invitación a sus partidarios para que se atrincheraran y continuaran oponiéndose a la transferencia pacífica del poder.
En los últimos momentos, Twitter informó de que estaban eliminando los tuits de Trump por provocar violencia; los tuits del presidente en ejercicio de Estados Unidos.
El presidente Trump es peligroso. Debe ser destituido. Inmediatamente.
Hay tres formas de hacerlo. Primero, Trump puede renunciar, y si fuera honorable ya lo habría hecho. Pero nunca lo ha sido. Él es responsable de esto. Claramente ha disfrutado viendo a sus partidarios vivir dentro de su fantasía de mentiras, que es un mundo en el que no tiene que dejar el cargo.
Segundo, se puede invocar la 25ª enmienda de la Constitución. Si el presidente es "incapaz de cumplir con los poderes y deberes de su cargo", el vicepresidente, junto con la mayoría del Gabinete, puede certificar ese hecho e informar a los líderes del Congreso. Entonces, el presidente quedaría excluido y el vicepresidente asumiría el cargo.
El vicepresidente no dijo nada en las horas posteriores al asedio. El fiscal general en funciones, el secretario de Defensa en funciones, el jefe en funciones de Seguridad Nacional (todos los miembros del Gabinete que debían haber estado en primera línea defendiendo al Gobierno estadounidense de un ataque, pero que han sido nombrados recientemente porque son especialmente leales a Trump) han estado completa y totalmente callados. Incluso hay alguna evidencia de que los secretarios de Defensa y de Seguridad Nacional habrían estado en connivencia con el presidente, ya que ni la Guardia Nacional de Washington (bajo el mando del Departamento de Defensa) ni la Policía (Seguridad Nacional) se presentaron cuando fueron llamados por el alcalde de Washington para respaldar a los desbordados agentes del Capitolio y de la ciudad. En resumen, el asedio de hoy puede ser una conspiración que implicaría a miembros clave del Gabinete. No lo sabemos todavía, pero la respuesta de éste hoy no fue, por decirlo suavemente, un freno a las acciones del presidente.
Esto nos dejaría el impeachment. Juicio politico y destitución. Parece que fue hace una década, pero el año 2020 comenzó con un impeachment a Trump de la Cámara de Representantes y su absolución por parte del Senado. Fue un largo proceso con muchos rituales majestuosos, acompañado de testigos, pruebas, argumentos. Pero la Constitución no dice nada sobre plazos. Sólo especifica las mayorías por las que ambas cámaras deben actuar. No hay razón para que la Cámara no pueda impugnar esta noche y el Senado condenar y destituir mañana.
Pensemos en lo que podría pasar si Trump no es removido del poder. Todavía controla el Ejército y, aunque parezca del siglo XX, tiene los códigos nucleares. Puede comenzar una guerra en el extranjero, llamar a sus partidarios fuertemente armados a hacer lo que los militares no están dispuestos dentro del país, impedir que el Congreso se reúna y prometer el perdón a todos sus partidarios que acudan en su defensa. Puede negarse a dejar la Casa Blanca. Ésta podría ser la primera conflagración de las muchas que Trump ha planeado para su final. No tenemos ni idea de lo que tiene en mente, pero su intención muy bien puede ser permanecer en el cargo.
Un presidente que aún tiene todas las palancas del poder estatal, con un partido y un Gabinete acobardándose ante él, es una persona muy peligrosa. Debe ser removido. Y las únicas personas que pueden destituirlo constitucionalmente es este Congreso; el que fue dispersado hoy por los matones de Trump.
Son testigos de todas las pruebas que necesitan para impugnar a Trump y destituirlo inmediatamente. Deben hacerlo.
Profesora 'Laurance S. Rockefeller' de Sociología y Asuntos Internacionales en la Escuela Woodrow Wilson y el Centro Universitario de Valores Humanos, así como directora del Programa de Derecho y Asuntos Públicos de la Universidad de Princeton (EE.UU.)