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La vuelta del MAS: profundizar los aciertos, corregir los errores

Fernando De la Cruz

11 de Noviembre de 2020, 20:05

Con la confirmación de la victoria de Luis Arce, candidato del Movimiento al Socialismo (MAS) a la Presidencia de Bolivia, se presupone un importante cambio de escenario político y la vuelta de las políticas masistas al país andino. Esta segunda oportunidad debiera servir para afianzar y profundizar aquellas políticas que ofrecieron una década y media de estabilidad macroeconómica, crecimiento y redistribución de la riqueza, así como para corregir algunos errores o tareas pendientes del periodo anterior, como la industrialización y la mejora de la calidad institucional.

El 24 de octubre pasado se confirmó la victoria de Luis Arce y David Choquehuanca como el tándem presidencial del MAS. Ambos ex ministros (de Economía y Exteriores, respectivamente) durante los gobiernos de Evo Morales, serán los encargados de liderar el país durante los próximos cuatro años. Tras el conflictivo año que ha vivido Bolivia, parece que las elecciones pueden suponer un punto y aparte en la escalada de tensiones políticas y sociales, así como un punto y seguido en los gobiernos del MAS y de su definitiva legitimación institucional. El nuevo Gobierno liderado por Arce contará con una segunda oportunidad para gobernar el país y seguir profundizando en sus políticas de mayor éxito, así como en corregir algunos de los excesos y fallos del periodo anterior. A continuación, se analizan de forma sintética algunas de las claves en forma de luces y sombras de los gobiernos anteriores y los retos del futuro del nuevo Gobierno.

  • Estabilidad macroeconómica.- Uno de los fenómenos que más sorprendió a los analistas tras la asunción del Gobierno de Evo Morales en 2006 fue su pragmática y ortodoxa gestión de la política macroeconómica, liderada precisamente por el candidato electo Arce. El país exhibió crecimientos económicos anuales superiores al 4%, se redujeron a un tercio los pasivos públicos y significativamente el déficit público, llegando algunos años a ofrecer valores positivos, mientras la inflación se mantenía a raya y se engordaban las reservas internacionales del país. A pesar de que la coyuntura actual es diametralmente opuesta, en el contexto de la crisis de la Covid-19 y unos precios del gas en mínimos históricos, el Ejecutivo del MAS debería persistir en este planteamiento macroeconómico de sobriedad que tantos éxitos le aportó en su primera etapa. Inevitablemente, la nueva coyuntura obliga a adoptar un sesgo contracíclico de corto plazo, similar al de los últimos años de gobierno caracterizados por un leve aumento de la deuda y el déficit públicos. No obstante, el horizonte macro debiera ser el de la estabilidad.

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  • Políticas redistributivas.- Otro de los éxitos del MAS fue la puesta en marcha de ambiciosas políticas redistributivas, fruto de la masiva entrada de recursos tributarios derivados de la nacionalización de las empresas de hidrocarburos. Programas como el 'Bono Juancito Pinto' o la 'Renta Dignidad' permitieron expandir las políticas de protección social y dar cobertura sanitaria, educativa y de rentas a amplios sectores sociales que, hasta entonces, no contaban ni con un documento de identificación. Como resultado, los niveles de pobreza y de desigualdad se redujeron significativamente. Estas políticas deben desarrollarse y profundizarse con el objetivo último de institucionalizarlas como ejes básicos de un Estado de bienestar emergente en el país. De forma complementaria, el Gobierno deberá asegurar la sostenibilidad fiscal de estos programas, es decir, la disponibilidad de financiación a largo plazo.
  • Industrialización y modelo productivo.- Uno de los grandes objetivos del Gobierno del MAS fue la transformación de la matriz productiva boliviana, caracterizada por un perfil primario exportador. Su idea era implantar un proceso de industrialización mediante inversiones públicas masivas en los sectores estratégicos y el uso de los recursos excedentes para desarrollar nuevos sectores manufactureros. Esta tarea quedó incompleta y, de hecho, mostró importantes carencias. Éstas se centraron en la incapacidad institucional para desarrollar marcos normativos y sistemas de incentivos óptimos para el desarrollo industrial, tecnológico y de la innovación empresarial, con un excesivo foco en la acción pública y sin incluir a los actores privados. Una segunda fase de la estrategia industrializadora exigiría corregir estas disfunciones para alcanzar verdaderos aumentos de la productividad y, por tanto, la transición hacia una economía industrial.
  • Calidad institucional. Uno de los grandes problemas del Gobierno de Evo Morales, y parte del motivo del golpe de Estado de 2019, fue su tendencia a retorcer y forzar en su favor las normativas y reglas democráticas. A ello se sumó un número creciente de casos de corrupción y de politización de las instituciones públicas. El MAS debería corregir estas políticas y reorientar el rumbo hacia una institucionalidad más abierta y transparente, fiel a los principios constitucionales y democráticos. En este sentido, resulta especialmente importante una reforma de la función pública, que compatibilice la igualdad de oportunidades con asegurar ciertos criterios meritocráticos que aseguren un correcto desempeño de los funcionarios públicos. Esto es clave no sólo para que la ciudadanía tenga una correcta percepción de la transparencia e integridad de las instituciones públicas, sino también para llevar a buen término los tres puntos anteriores, es decir, la provisión de servicios públicos de calidad.

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En resumen, el nuevo Gobierno del MAS afronta una coyuntura compleja caracterizada por una importante polarización política y social y por la crisis de la Covid-19. Mientras que la primera estuvo presente durante los 15 años de Presidencia de Evo Morales, la segunda no; de hecho la coyuntura económica fue tremendamente favorable para el MAS, con precios de exportación récord para su gas, lo que le permitió financiar buena parte de sus políticas sociales e industriales.

En este nuevo contexto, habrá que ver si Luis Arce es capaz de mantener una senda de estabilidad y crecimiento económico con redistribución, además de avanzar en la industrialización de su estructura productiva y en una mejora de la calidad democrática e institucional del país. Los retos son enormes y la coyuntura desafiante. Esperemos que estén a la altura en esta segunda oportunidad para el proyecto de cambio masista.

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