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Redistribuir oportunidades

Juan Moscoso del Prado Hernández

14 de Septiembre de 2020, 19:24

Este análisis propone una serie de medidas para mejorar la igualdad de oportunidades en el mercado de trabajo conforme al mérito y capacidad, eliminando las barreras que provocan un desigual acceso en sentido económico. Asimismo, introduce la idea de que es necesario 'redistribuir oportunidades'.

Esta redistribución es necesaria porque no existen políticas que promuevan que todas las personas, con los mismos méritos y capacidades, tengan acceso a las mismas oportunidades, o cuando menos similares, o que resistan unos mínimos comparativos de justicia, incluso en igualdad de condiciones objetivas y de esfuerzo, mérito y capacidad.

Con este fin, se proponen medidas en tres ámbitos: (1) políticas transversales de igualdad de oportunidades, (2) mercado de trabajo público, y (3) privado:

  • Refuerzo de las políticas transversales de igualdad de oportunidades

En primer lugar, son políticas educativas destinadas a garantizar la excelencia de la educación pública en todos los niveles o tramos educativos (desde el 0-3 a la Universidad).

En segundo lugar, para poder ser financiadas, precisan fondos públicos finalistas con un montante tasado que debe consensuarse. Ello exige ingresos fiscales complementarios a los existentes y que en España (y también en la Unión Europea) exigen una armonización de la fiscalidad sobre riqueza.

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La propuesta es gravar con un tipo fijo de un mínimo de un 30% las donaciones y sucesiones por encima de unos mínimos exentos relativamente elevados, y eliminar el impuesto de patrimonio. El patrimonio sólo tributaria por sus rendimientos como cualquier otra renta, no por su existencia.

En tercer lugar, en las políticas transversales de igualdad de oportunidades, para garantizar esa igualdad defectiva en el mercado de trabajo, se propone la creación de una oficina de defensa de la competencia e igualdad de oportunidades de las personas en ese mercado; alojada, por ejemplo, en la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC).

Mientras que la defensa de la competencia económica entre empresas ha impulsado el desarrollo de políticas concretas con ese fin, positivas, no lo ha hecho la defensa de la justa concurrencia entre personas en el mercado de trabajo conforme a los criterios de mérito y capacidad.

  • Modificación del sistema de acceso al empleo público

El acceso a la función pública, y en particular a sus cuerpos de élite, se realiza por el procedimiento de oposición, con apariencia de objetividad, pero en realidad es profundamente injusto y regresivo en sus resultados, y genera costes directos y de oportunidad inmensos y asimétricos para los que participan.

Las pruebas del sistema de oposiciones guardan la apariencia de neutralidad por ser iguales para todos, resultando ser injustas y poco equitativas, excluyendo de entrada a potenciales candidatos por razones ajenas al mérito y capacidad.

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Se trata de un sistema que vulnera el principio de igualdad no garantizando las mismas oportunidades a los concurrentes porque, aunque permite seleccionar perfiles capacitados, lo hace sólo entre un grupo reducido de candidatos. Los seleccionados están preparados, ésa no es la cuestión; el problema es que hay muchísimos potenciales candidatos con los mismos o mejores méritos y capacidad que no pueden competir.

Los principales sesgos del sistema oposiciones son:

  1. No tiene en cuenta el expediente académico/educativo, que es el elemento e indicador más objetivo y neutral que existe.
  2. Tampoco tiene en cuenta el coste y el tiempo de preparación, discriminando claramente por renta a los aspirantes cuyas familias no pueden financiar los años que dedicarán a preparar las oposiciones.
  3. Asimetría del coste de oportunidad del tiempo invertido. Todos los aspirantes incurren en uno elevado al optar por no trabajar en los años inmediatamente posteriores a la finalización de sus estudios, que son los determinantes para sus futuras carreras profesionales. Ese coste de oportunidad es mayor cuanto menor es la renta familiar del aspirante. Este hecho está vinculado con el mal funcionamiento del mercado de trabajo también en el sector privado.
  4. Irregularidad de la oferta pública de empleo. La costumbre de ofrecer plazas con irregularidad e intermitencia y sin ninguna certeza discrimina a los más vulnerables por razones de renta y coste de oportunidad. Los candidatos de rentas altas pueden asumir el coste de la incertidumbre preparándose, aprendiendo idiomas o simplemente esperando, años incluso, a que salgan plazas o lo hagan en número suficiente; los modestos, no. Además, esta práctica ha generado otro tipo de clara discriminación entre cohortes o quintas.
  5. Discriminación territorial. El sistema vigente discrimina a los candidatos que no viven en Madrid o en un puñado de grandes ciudades.
  6. Exclusión de los estudiantes de posgrado. El sistema no sólo ignora el expediente académico de los aspirantes (como decíamos, el indicador más objetivo que existe), sino que incluso discrimina a los excelentes que continúan sus estudios de posgrado (máster, MBA, doctorados) con becas nacionales, europeas o internacionales. Esa formación extra no se tiene en cuenta, lo cual no sólo es discriminatorio, sino que priva irremediablemente al sector público y a la Administración de valiosos perfiles que se ven forzados a elegir otros recorridos profesionales.
  7. Subjetividad del marco cultural y opacidad. Cada oposición se rodea de un tipo de conocimiento muy relevante para poderla superar; no académico, sino cultural y corporativo, lleno de sutiles pero ineludibles marcadores, una educación sentimental imposible de adquirir por cualquier método fuera del marco endogámico y corporativo del propio proceso de oposición que, así, termina por justificarse a sí mismo y constituye una formidable barrera de entrada para los externos al sistema, favoreciendo la existencia de sagas y subjetividades con apariencia de neutralidad.

La solución no es eliminar el sistema de oposición (siempre tendrá sentido como vía de entrada para aquellos que no tengan los méritos académicos suficientes y muchas ganas), sino acabar con su exclusividad.

La propuesta que se realiza contempla reservar anualmente un 25% de plazas al sistema de oposición, otro 25% al de acceso sin experiencia previa para egresados seleccionados por méritos académicos, un tercer 25% para acceder desde una primera etapa de experiencia profesional (por ejemplo, 4/5 años) y/o tras haber culminado estudios complementarios de postgrado, y otro 25% para accesos posteriores con más experiencia de trabajo (por ejemplo, a partir de 10 años). Ello permitiría el acceso al sector público de personas con otros perfiles y no sólo de excelencia formativa, sino también con experiencia internacional, en organismos multilaterales, de la Universidad y, por supuesto, en el sector privado, lo cual le vendría muy bien a la Administración.

También se propone planificar un calendario de convocatorias durante los siguientes 5-10 años para dotarse de previsibilidad, y poder así planificar convocatorias estables en el tiempo, similares y equitativas.

Se hace referencia a las pruebas de la Comisión Europea o al sistema francés ENA, y a las que en España se hacen para el cuarto turno de la Carrera Judicial, los MIR, academias militares, etcétera.

  • Políticas 'piloto' en el mercado de trabajo privado

El mercado de trabajo español está fragmentado, no es transparente y carece de los elementos objetivos suficientes de funcionamiento para poder medir y valorar el mérito y capacidad de los trabajadores, y funcionar en consecuencia garantizando un mínimo de igualdad de oportunidades. La fragmentación es multi-dimensional: sectorial, local, provincial y por comunidades autónomas (y, a nivel nacional, también en la UE a pesar de libertad de circulación de trabajadores).

La ausencia de transparencia se agudiza por factores como la dimensión empresarial, el predominio de empresas pequeñas y medianas que, en el mercado de trabajo, utilizan sistemas de búsqueda de empleados basados en vínculos familiares y de amistad, clientelismos varios o micro-redes locales.

El mercado de trabajo no funciona con la suficiente eficiencia y transparencia, y tampoco con cierta neutralidad respecto a los perfiles de los candidatos, salvo en determinados nichos o para perfiles concretos; por ejemplo, algunos de los que se gestionan desde plataformas en internet.

En un mercado de trabajo opaco y fragmentado donde los contactos son una importante vía de contratación, las oportunidades dependen en exceso de la renta y los condicionantes de los progenitores.

La medida que se propone es la instauración del 'curriculum vitae' ciego en los procesos de selección y contratación de personal de todas las empresas. Esta medida puede ponerse en marcha de diferentes maneras: por tramos o, como ejercicio piloto, por ejemplo, estableciendo esa práctica de manera gradual (en una primera fase, para primeros empleos o para menores de 30 años), fijando un porcentaje mínimo sobre el total de empleos demandados que pudiera ser del 85%, etc. En cualquier caso, la situación ideal sería extender esta práctica a la totalidad de las plantillas, estableciendo sistemas de control.

(Este artículo es un extracto adaptado de la 'palanca' 'Redistribución de oportunidades. Por una política de defensa de la competencia para las personas en el mercado de trabajo', de la Fundación Felipe González, donde se proponen medidas para combatir la desigualdad y la desigualdad heredada desde diferentes perspectivas del mercado de trabajo (se referencia a Branko Milanovic, Thomas Piketty o diversos estudios de la OCDE). Para garantizar la igualdad plena y efectiva de oportunidades en el mercado de trabajo conforme al mérito y capacidad, y la eliminación de las barreras que provocan un desigual acceso a las oportunidades para aquellos que disponen de los mismos méritos y capacidades, se exige una combinación mínima de medidas como las señaladas en los tres ámbitos indicados)

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