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La democracia no se suspende: elementos para un plebiscito seguro en Chile

La pandemia de la Covid-19 nos obliga a repensar las formas de convivencia social y comunitaria para minimizar los riesgos de contagio. La reglas de distanciamiento físico se complican aún más en tiempo de elecciones y durante las campañas políticas que las anteceden, puesto que son momentos en los que es habitual encontrar una alta concentración de personas. Sin embargo, esto no puede convertirse en una excusa para dejarse llevar por pulsiones autoritarias y se debe sostener enfáticamente que la democracia no se suspende durante la crisis sanitaria.

En el caso de Chile, la pandemia ya logró la postergación del plebiscito sobre cambio constitucional, originalmente fijado en el mes de abril, para finales de octubre de este año. Con miras a poder llevar adelante los comicios en el calendario pautado, es imprescindible evaluar las medidas necesarias para poder tener un plebiscito seguro, tanto en términos de salud pública como de procesos justos y limpios, que garanticen la voluntad ciudadana expresada en las urnas.

Una primera consideración práctica está relacionada con los tiempos escasos que rigen de ahora a la fecha de la elección y que impiden, o desaconsejan, la implementación de grandes cambios en la forma habitual de votar. Por ejemplo, si bien se ha considerado la posibilidad de hacer una transición hacia un sistema de voto electrónico, es complicado pensar que en cuatro meses se pueden licitar y adquirir las máquinas, ubicarlas en los recintos de votación e instruir al electorado sobre esta nueva forma de votar.

Asimismo, cualquier cambio hacia la adopción del voto electrónico debe ser precedido por una investigación seria de sus riesgos y desventajas. Considerando la experiencia internacional, sabemos que algunas de sus debilidades son la posibilidad de violar el secreto del voto, la poca transparencia, el riesgo de manipulación y fraude (tanto por los que manejan el sistema como por hackers externos) y el menor control del organismo electoral debido a la dependencia del proveedor de la tecnología, por nombrar sólo algunas. De la misma manera, la falta de comprensión del sistema para las personas que no son expertas o no están familiarizadas con la tecnología puede profundizar la brecha digital en los sectores con menores recursos. Como vemos, el voto electrónico no sólo parece inviable por el tiempo que requiere su implementación, sino también por las debilidades asociadas a su ejecución.

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Otra alternativa de la que se ha hablado mucho es el voto anticipado, es decir, implementar un mecanismo que otorgue facilidad para votar a los y las electores que no puedan presentarse en su mesa el día de la elección. Este sistema, además, podría ayudar a descongestionar los locales de votación. Hay tres tipos o formas de voto anticipado: en el mismo local unos días antes del de los comicios, por correo postal y a través de urnas móviles, siendo esta última la menos común de las tres pero la más utilizada para llegar a los electores que viven en áreas muy remotas, o para pacientes hospitalizados, tal y como ocurrió en Corea del Sur.

En cualquiera de estos casos, es relevante discutir si se establecerán criterios respecto a quiénes podrían votar anticipadamente y si es necesario definir un registro previo para aquellas personas que puedan hacerlo. Sin embargo, uno de los principales problemas asociados al voto anticipado, y en particular a las urnas móviles, es la seguridad en la cadena de custodia de los votos. Por tanto, el control de esa custodia es una de las variables principales que hay que considerar cuando se emplea este sistema.

El voto anticipado en el local de votación parece más acorde con la manera habitual de votar de la ciudadanía chilena, y con más posibilidades de ser implementado a medio plazo. En este caso, habría que definir los locales de votación (en caso de que sea un número menor a los lugares habilitados para el día de la elección), cuántos días antes se podrá depositar el sufragio anticipadamente, y si será necesario o no establecer un registro previo de electores, entre otros. En el caso de Corea del Sur, se definieron dos días para el voto anticipado (10 y 11 de abril), cinco antes de la elección (15 de abril) y sin registro previo.

También puede extenderse el día de los comicios de uno a dos o tres días, con el objetivo de eliminar las grandes aglomeraciones, evitar largos turnos de espera y propiciar el requerimiento del distanciamiento físico para evitar la propagación del virus. En este mismo sentido, otro punto importante que hay que discutir es la necesidad de aumentar el número de locales de votación y mesas de electores, con el fin de evitar esas aglomeraciones de votantes. Esta definición debiera ser tomada en conjunto con las autoridades municipales e ir de la mano de un análisis de la implementación del voto anticipado.

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En términos generales, es importante que los locales de votación cuenten con gel hidroalcohólico y lugares cercanos con jabón y toallas de papel para fomentar el lavado de manos frecuente, particularmente de los vocales de mesa. Al ingresar a los recintos, se deberá requerir la toma obligatoria de temperatura de los electores, para disminuir el riesgo de que personas contagiadas puedan transformarse en vectores transmisores. Esto, además, debe incluir materiales de protección para las autoridades y los vocales de mesa, como mascarillas y guantes para la manipulación del material electoral, y una higienización regular de las cámaras para el voto secreto.

Si el objetivo es evitar el contagio por la manipulación cruzada de los lápices, también es posible pensar en una campaña de Trae tu propio lápiz para que el electorado minimice el contacto con superficies que podrían llegar a contaminarse y que el Servicio Electoral cuente con un número mayor de ellos que sean desechables y reciclables después de su utilización. Como nota al pie respecto a este punto, en el plebiscito ratificatorio de la Constitución de 1925 se imprimieron votos de colores diferentes para cada una de las opciones que luego se introducían en un sobre blanco que iba a la urna. Sin embargo, esta alternativa presenta riesgos a la hora de preservar el secreto.

Es esperable que, para octubre, ya haya pasado lo peor del contagio y se puedan celebrar las elecciones con los requisitos necesarios de distanciamiento físico e higiene personal. Más allá de éstos u otros mecanismos, es importante recalcar que el debate sobre las estrategias para llevar a cabo el plebiscito se debe dar en una instancia de diálogo diverso y multidisciplinar, con el objetivo de mantener la democracia en el contexto más seguro posible e incentivar la participación electoral. Para alcanzar este fin, la seguridad tiene que ser entendida de manera amplia, incluyendo tanto la salud de las personas que participan en los comicios como la integridad y legitimidad del proceso electoral.

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