11 de Mayo de 2020, 19:51
La actual crisis sanitaria de la Covid-19 está teniendo y tendrá consecuencias en la forma en la que nos relacionamos. Las medidas para evitar el contagio suponen un cambio muy relevante en las relaciones sociales y laborales.
Para las empresas, es una oportunidad para potenciar el trabajo flexible a través del teletrabajo. Éstas llevan ya tiempo implementando estos modelos, para que los trabajadores puedan decidir cuándo y dónde trabajar. Se busca ajustar mejor las necesidades de los empleados a las tareas a desarrollar, equilibrando sus intereses laborales con otros aspectos de su vida, como las responsabilidades familiares o personales.
Las restricciones a la movilidad de los trabajadores han llevado ineludiblemente a muchas empresas a implementar el teletrabajo entre sus plantillas para que la actividad empresarial se resienta en menor medida. Los resultados de la reciente encuesta empresarial realizada por el Banco de España sobre el impacto de la crisis de la Covid-19 muestran que el teletrabajo ha sido la estrategia más relevante para afrontar la crisis (Gráfico 1). En concreto, el 80 % de las sociedades no financieras encuestadas afirma que este factor ha sido 'relevante' o 'muy relevante' en su reacción a la crisis, independientemente de que su actividad se haya visto o no afectada negativamente por ella.
Gráfico 1
Fuente: Banco de España (2020), Escenarios macroeconómicos de referencia para la economía española tras el Covid-19, Boletín Económico.
El teletrabajo proporciona importantes beneficios en la calidad y cantidad de trabajo, lo que impacta favorablemente sobre la productividad y la eficiencia. Sobre todo porque cambia la forma de evaluarlo, al proponer un modelo más eficiente: pasa de hacerlo en función de las horas dedicadas a medir el cumplimiento de objetivos y la consecución de resultados. Ello requiere que el empleador clarifique los primeros y supervise y controle los segundos; y se vincula a la tendencia, cada vez más extendida, de establecer una parte del salario variable en función de ese cumplimiento de objetivos. Al trabajador le da autonomía para organizarse, pudiendo conciliar mejor con su vida personal y familiar y mejorando su satisfacción y motivación.
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Para las empresas, supone una reducción de gastos generales por requerir menos infraestructuras físicas; y para los trabajadores, una reducción de gastos de desplazamiento. La menor circulación de vehículos contribuye, además, a mejoras en el medioambiente.
El teletrabajo presenta algunos riesgos que las empresas deben gestionar, como la dificultad (en ocasiones) de coordinar y gestionar los programas, los desafíos insuperables para controlar y coordinar las actividades, la dificultad del empleado para desconectar o el riesgo de aislamiento y desvinculación de la propia empresa. De ahí que se recomiende implementar un modelo que no se base exclusivamente en el teletrabajo, sino que se combine con parte de trabajo presencial.
¿Están preparadas las empresas españolas para el teletrabajo y la digitalización? Según Eurostat, en 2018 el 15% de las personas empleadas de 15 a 64 años en la Unión Europea trabajaban a veces desde su hogar, siendo ligeramente mayor la proporción de mujeres respecto a los hombres. Esta proporción que se ha mantenido constante durante la última década.
Existen diferencias por países (Gráfico 2). Mientras que en Holanda es una posibilidad que utiliza un 35,7% de los empleados, en España ese porcentaje está muy por debajo (7,5%). Pero, según una encuesta elaborada por Randstad, el 68,6% de los españoles quiere teletrabajar, pero su empresa no se lo permite; sobre todo los más jóvenes: el 78% de los que tienen entre 25 y 45 años solicitan el teletrabajo y el 64% de los menores de 25 años.
La Comisión Europea elabora el Índice de la Sociedad y Economía Digital (Ised, o Desi en sus siglas en inglés), que resume los indicadores de conectividad, capital humano, uso de internet, integración de la tecnología digital y servicios públicos digitales.
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Según el Ised de 2019, España mantiene la posición 11ª del ranking, ligeramente por encima de la media comunitaria (Gráfico 3). Nuestro país destaca en servicios públicos digitales (cuarto puesto de la clasificación) y en conectividad (9º), sobre todo por el despliegue de la fibra óptica; pero se sitúa aún por debajo de la media de la UE en los indicadores de integración de la tecnología digital (10º puesto), uso de servicios de internet (11º) y capital humano (17º).
Gráfico 3
Fuente: Comisión Europea: Digital Economy and Society Index, Report 2019 Integration of Digital Technology.
En España existen carencias de habilidades digitales del capital humano que condicionan la digitalización de las empresas y la implementación de modelos de teletrabajo. Además, la sociedad y las empresas españolas hacen un menor uso de internet que la media europea, y aún está pendiente el reto de la digitalización por parte de muchas pymes y autónomos. Como refleja el indicador de integración de la tecnología digital, que se refiere a la digitalización de los negocios y al comercio electrónico (Gráfico 4), las empresas españolas están ligeramente más digitalizadas que la media de la UE-28, pero muy lejos de las ubicadas en el norte de Europa.
Gráfico 4
Fuente: Comisión Europea: 'Digital Economy and Society Index', 'Report 2019 Integration of Digital Technology'.
Mientras que las empresas danesas alcanzan un valor superior a 75 en el índice de digitalización de los negocios (que considera el porcentaje de empresas que comparten información electrónica, usan redes sociales, realizan análisis big data y usan soluciones de la nube), las españolas no llegan al valor 50 en este indicador (Gráfico 6). En comercio electrónico, que incluye porcentaje de pymes que venden en línea, facturación por ventas en este canal y porcentaje de pequeñas y medianas empresas que venden online a otros países, las españolas están por detrás de la media europea (Gráfico 5).
Gráficos 5 y 6
Fuente: Comisión Europea: 'Digital Economy and Society Index', 'Report 2019 Integration of Digital Technology'.
Existen diferencias por sectores. Los más digitalizados son el de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), las agencias de viajes y el sector de los medios de comunicación (Gráfico 7).
Gráfico 7
Fuente: Comisión Europea: 'Digital Economy and Society Index', 'Report 2019 Integration of Digital Technology'.
También hay diferencias en la adopción de tecnologías digitales según el tamaño de las empresas (Gráfico 8). Aún muchas áreas de las pymes pueden explotar las oportunidades que ofrece la digitalización.
Gráfico 8
Fuente: Comisión Europea: 'Digital Economy and Society Index', 'Report 2019 Integration of Digital Technology'.
El reto de la digitalización
La fase de reactivación económica, tras la contención de la pandemia, ofrece una oportunidad para impulsar un proceso acelerado de digitalización de las empresas y la economía española. Dicho proceso, al menos, ha de centrarse en las siguientes tres actuaciones:
1.- Formación de capital humano en habilidades digitales. El Cuadro 1 presenta la proporción de jóvenes y adultos españoles con competencias en Tecnologías de la Información y las Vomunicaciones (TIC), según nivel de estudios, y la situación de los desempleados. La proporción de personas con estudios de Educación Primaria que tienen competencias TIC en alguna de las tareas analizadas es tan sólo del 28,4%. Cuando se dispone de mayor nivel de estudios, estas competencias mejoran. A medida que las tareas requieren mayores competencias técnicas, existe bastante margen de mejora; así como en el colectivo de personas paradas, para el que estar formados en estas habilidades mejora sus oportunidades de empleabilidad.
2.- Mejora de infraestructuras digitales. Numerosos estudios reconocen que el despliegue físico de infraestructura de telecomunicaciones y la oferta de capacidad de transmisión son parte esencial del desarrollo sectorial y digital, ya que éstos son un pre-requisito para que el cliente final tenga acceso a las redes y use los servicios.
Según la Encuesta sobre Equipamiento y Uso de TIC en los hogares de 2019, el 91,4% de ellos tenían en España conexión a internet y el 91,4%, conexión de banda ancha; lo que representa en ambos casos un incremento del 5% respecto del año anterior. Estas cifras se deben tomar con cierta cautela por los errores estándar relativos de muestreo que el propio INE refleja, y que son mayores en las comunidades autónomas más despobladas.
En el ámbito rural la conectividad es todavía vía satélite, lo que dificulta la realización de actividades digitales. Incluso en muchas ciudades aún está pendiente la extensión de la fibra óptica para garantizar una adecuada conexión, con fiabilidad y continuidad del servicio.
3.- Inversiones en recursos informáticos, tanto hardware como software e inteligencia artificial, en las propias empresas, especialmente en las pequeñas y medianas. En España, el tejido empresarial está formado básicamente por microempresas de menos de 10 empleados (3.213.557 empresas, un 95,55% del total, según el Directorio Central de Empresas, Dirce, de 2019). En ellas existen aún muchas carencias de equipamiento informático: sólo el 5,8% realizan ventas online y el 20% no disponen de ordenadores (Cuadro 2).
Cuadro 2
El futuro fondo de recuperación europeo, de financiación pública-privada, puede convertirse en oportunidad para acelerar el proceso de digitalización necesario en España, financiando proyectos de formación de capital humano en competencias digitales, infraestructuras públicas digitales y proyectos de digitalización de las propias empresas.
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