En 2006, el exvicepresidente de Estados Unidos, Al Gore, ponía su imagen al documental del director y productor Davis Guggenheim Una verdad incómoda (An inconvenient truth, por su título original en inglés). En él, Gore y Guggenheim jugaban con la expectación, afirmando que se trataba de "la película más aterradora que verá jamás", para mostrar la realidad del cambio climático y sus impactos más palpables sobre el planeta Tierra. Esta obra fue una de las primeras en intentar divulgar de forma masiva las consecuencias de este fenómeno sobre los ecosistemas y el papel que la acción del hombre tiene en él. No en vano, el documental acabó ganando un Oscar al mejor documental del año 2006.
Diecisiete años después, España se enfrenta a su primera ola de calor del verano de 2021. Alrededor,
nuestros países vecinos como Grecia o Italia sucumben ante una nueva temporada de incendios forestales devastadora para el Mediterráneo. Hace no tanto, otros como Alemania, Bélgica o Países Bajos hacían frente a unas terribles inundaciones
que se cobraron más de 160 muertos y que algunos expertos han atribuido directamente a los efectos del cambio climático. Un verano muy propicio para que el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, que reúne a científicos de todo el mundo para analizar las causas y consecuencias de este fenómeno, emitiera su nuevo informe, el
sexto informe de evaluación (AR6). En él, este comité científico actualiza los datos sobre el aumento de las temperaturas, los cambios en los patrones de precipitaciones, el avance del deshielo de los polos, y otros efectos del cambio climático, al tiempo que también hace proyecciones de escenarios de futuro dependiendo de las medidas que se pongan en marcha a nivel global para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
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Estos informes del IPCC, por sus siglas en inglés, no son algo extremadamente novedoso. La ciencia lleva alertando las últimas décadas de la aceleración del cambio climático por la acción del hombre, principalmente por la quema de combustibles fósiles en los sectores de la producción de energía y el transporte, pero también por la pérdida de masas forestales que actúan naturalmente como sumidero de esas emisiones y eliminan CO2 de la atmósfera para dejar paso a terrenos propicios para la agricultura y la ganadería. Según
OurWorldInData, con datos de Climate Watch y el World Resources Institute, la producción de electricidad, la climatización calefacción y refrigeración y el transporte suponen poco más del 73% de las emisiones de gases de efecto invernadero, mientras que la agricultura, la silvicultura y la ganadería suponen más del 18%. Entonces, ¿qué es lo novedoso de este informe y por qué ha causado tanto revuelo?
Lo cierto es que el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático ha tenido un efecto similar al de aquel documental de Davis Guggenheim, y ha supuesto un bofetón para muchos, incluso para quienes tienen clara la gravedad del cambio climático y la necesidad de tomar medidas para hacerle frente. Estos son los tres principales hitos que supone el AR6:
1. En primer lugar, el IPCC ha considerado probado que la acción del ser humano ha tenido un impacto sin precedentes sobre el cambio climático, que ha hecho que este fenómeno de origen natural se haya exacerbado de forma extraordinaria. Desde 1970, la temperatura media global ha experimentado un aumento más acelerado que en cualquier otro período de 50 años en los últimos 2.000 años. Además, sus efectos no están afectando sólo a zonas remotas del planeta, sino que toda región habitada del planeta está experimentando cambios en sus patrones meteorológicos en mayor o menor medida, con fenómenos extremos siendo cada vez más graves y más frecuentes.
2. A medida que aumenta la temperatura media global más se reduce la capacidad de los sumideros naturales de carbono, como masas forestales y océanos, de absorber gases de efecto invernadero, una pieza clave para las previsiones de alcanzar una economía de cero emisiones netas. De hecho, este año los científicos han detectado por primera vez que el Amazonas, el principal pulmón del planeta,
emite ya más CO2 del que absorbe, incluso eliminando el efecto de los incendios forestales de la ecuación. El IPCC alerta además que el impacto que el cambio climático está teniendo en los océanos y los mares es irreversible.
3. Por último, quizás lo más relevante para el futuro próximo. En todos los escenarios proyectados menos uno, el objetivo fijado en el Acuerdo de París de limitar el aumento de la temperatura media global a 1,5ºC a final de este siglo. Incluso en ese escenario, a no ser que se tomen medidas drásticas de reducción de emisiones, principalmente por parte de los grandes emisores como EEUU, China o India, no se podrá alcanzar ese objetivo. Los compromisos actuales de varios países, además,
no están en línea con el Acuerdo de París y, por tanto, no suponen un progreso en este sentido.
¿Por qué esto es una verdad incómoda? Durante años, el debate climático se ha centrado en la necesidad de reducir emisiones de gases de efecto invernadero, lo que se conoce como mitigación. Un aspecto sin duda necesario, como es lógico, para evitar los peores efectos del cambio climático. Sin embargo, se trata únicamente de una cara de la moneda. La adaptación a esos efectos, la preparación de nuestras sociedades y economías para un futuro con olas de calor, sequías, riadas y otros fenómenos extremos más frecuentes y más severos es una necesidad imperiosa, pero
ha sido un aspecto ampliamente ignorado, incluso por los expertos en este ámbito.
Lo cierto es que, incluso aunque se cumpliera el objetivo del Acuerdo de París, será necesario adaptarse a los efectos que un aumento de la temperatura global de 1,5ºC tendrá en ecosistemas, personas y empresas. El aumento actual de la temperatura es de 1,09ºC respecto a niveles preindustriales, y los efectos de ese aumento ya se están notando en todo el mundo. Según la Agencia Europea del Medio Ambiente, entre 1980 y 2019, los fenómenos extremos relacionados con el cambio climático
han provocado ya 446.000 millones de euros en daños económicos en toda Europa. Además, cuanto más frecuentes y más severos sean esos daños, menos accesibles serán las coberturas de seguros y, por tanto, más posible será que miles de personas y empresas lo pierdan todo por el cambio climático,
como recuerda la aseguradora Munich Re.
En definitiva, la gran verdad incómoda que nos presenta el IPCC es que, mientras que lo que ha centrado nuestros esfuerzos todos estos años no parece haber surtido el efecto esperado, ese otro aspecto del cambio climático que hemos ignorado durante décadas, la prevención de riesgos y la adaptación a sus efectos, se hace cada vez más urgente y relevante. Una verdad que, tras años oculta, debe escalar en nuestra lista de prioridades y en la de nuestras instituciones. Una verdad que debemos interiorizar cuanto antes, porque no tenemos tiempo que perder.