La polarización afectiva se ha convertido en uno de los temas de moda, toda vez que la política parece dividirnos y enfrentarnos personalmente. Nuestras identidades políticas comienzan a transformarse en identidades de grupo y esto provoca estereotipos, discriminación inter-subjetiva y desconfianza frente a aquellos individuos que no pertenecen a nuestro clan. ¿Imposible ser amigo de alguien de Vox si simpatizas con Unidas Podemos? ¿Dejas de comprar en una tienda si te enteras de que el dueño milita en el PSOE y tú simpatizas con el PP? Éstas pueden ser algunas de las manifestaciones cotidianas de la polarización afectiva. En este contexto, la Encuesta Nacional de Polarización, realizada por el Grupo Especial de Investigación Cemop de la Universidad de Murcia entre el 18 de marzo y el 7 de abril de este año, ha permitido conocer datos relevantes sobre el estado de la polarización afectiva en nuestro país. En este artículo nos proponemos dar unas pinceladas desde el punto de vista socio-demográfico y de la identidad territorial apuntando las principales conclusiones en torno a la polarización afectiva en España sobre ambas cuestiones.
Para la medición de la polarización afectiva a nivel individual se optó por asumir la fórmula propuesta por Wagner (2021), pensada para sistemas multi-partidistas. Existen otros indicadores para estos sistemas, como el Affective Polarisation Index (API) diseñado por Reiljan (2019), pero el de Wagner se trata de un cálculo para cada individuo, mientras que en el de Reiljan se calcula para todo el sistema político, favoreciendo estudios comparados entre países, pero imposibilitando análisis explicativos individuales. En cualquier caso, resulta necesario utilizar medidas que tengan en cuenta el contexto multi-partidista, pues cuando se trata de medir la polarización afectiva en este tipo de sistemas se debe contemplar que un individuo pueda tener vínculos afectivos positivos respecto a más de un partido (esto puede suceder en relación con varios de un mismo bloque ideológico) y que no todos tienen el mismo peso (relevancia) para el sistema. De forma resumida, la fórmula Wagner se centra en las diferencias no absolutas de afecto para los diferentes partidos.
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Según indica Markus Wagner en su investigación, la polarización afectiva coincide con la expresión de niveles de afecto (positivo o negativo) distintos para cada partido. Por el contrario, cuando aquéllos (positivos o negativos) son iguales en referencia a todas las partes, no se puede hablar de polarización afectiva. Los resultados de este indicador de polarización afectiva oscilan entre 0 y 10; cuanto más se acerque a la segunda cifra, mayor nivel de polarización tendrá el individuo.
Los elementos de la fórmula deben interpretarse así: i es el votante, p el partido y vp es el porcentaje de voto para cada partido, medido como una proporción con un rango de 0 a 1. En lo que se refiere al likeip , este será el valor dado por cada entrevistado a cada partido. Es necesario ponderar la media por el tamaño del partido
En la encuesta realizada por el Cemop, para poder calcular este indicador se incluyó para PP, PSOE, Vox, Ciudadanos, Unidas Podemos, EH-Bildu, Esquerra Republicana de Catalunya, PNV y Junts per Catalunya la siguiente pregunta: "En España existen diversos partidos políticos que representan las distintas sensibilidades de la población. En una escala del 0 al 10, donde 0 significa que respecto a ese partido tiene sentimientos de antipatía y rechazo y 10 significa que tiene sentimientos de simpatía y adhesión, ¿cuáles son sus sentimientos respecto de los siguientes partidos políticos que le voy a nombrar?". El porcentaje de voto se corresponde con los resultados electorales del 10 de noviembre de 2019.
El indicador de Wagner nos muestra mayores niveles de polarización afectiva en el grupo de edad de 65 y más años, así como en las mujeres. Son los más jóvenes (18-30 años) y los hombres los menos polarizados. En el caso de la edad, al igual que sucede en otras investigaciones (Boxell et al., 2020), existe una relación estadísticamente significativa entre ésta y la polarización afectiva: conforme la variable edad aumenta, también lo hace la polarización afectiva. En cuanto al género, no ocurre como en el caso paradigmático de Estados Unidos, donde se ha encontrado una brecha de género en esta variable (Gillion et al., 2020; Ondercin & Lizotte, 2021); y aunque las mujeres están ligeramente más polarizadas que los hombres en España, la relación no es estadísticamente significativa.
Estos resultados son sorprendentes en tanto que la literatura ha asumido habitualmente una mayor simpatía de los jóvenes hacia partidos radicales o populistas, de acuerdo con la teoría de los años impresionables (Sears & Valentino, 1997). Además, éste es el grupo que más activamente participa de las redes sociales y de los nuevos medios de comunicación digitales, que han sido señalados repetidamente como elementos facilitadores de la crispación política y la polarización. Sin embargo, existe cierta evidencia demostrativa de que la polarización política no puede atribuirse esencialmente a la comunicación digital y a su arquitectura funcional (cámaras de eco, filtros burbuja), y en este sentido resulta coherente que los jóvenes no sean los más polarizados afectivamente. Lo que explicaría las principales diferencias entre los grupos de edad sería el anclaje ideológico y partidista que se les presupone a las personas mayores. Si partimos de que uno de los principales elementos destacados de la polarización afectiva es la identificación partidista (Kalin & Sambanis, 2018), es verosímil pensar que los jóvenes se encuentran más desalineados con estos grupos sociales de base política y que, por tanto, se clasifican menos a partir de anclajes ideológico-partidistas (identidades más fluidas que permiten una mayor tolerancia).
Relaciones entre identidad territorial y polarización afectiva
Otra de las tesis clásicas de la polarización afectiva hace referencia al nivel de acoplamiento identitario que se da en una determinada sociedad, en línea con lo defendido por autores como Lilliana Mason. Cuando las identidades políticas se alinean consistentemente con identidades sociales, el contraste entre los miembros de los diferentes grupos aumenta y es más probable ver a los adversarios políticos como miembros de un exogrupo (aumenta el contraste interpersonal). En el caso español, es difícil pensar que existan grupos sociales significativos de base religiosa o racial que dividan a la población, pero sí es posible detectar fuertes elementos de clasificación social relacionados con la identidad territorial.
La mencionada encuesta del Cemop exploró si los sentimientos de pertenencia territorial, una cuestión pre-política, tenían relación con determinadas afinidades ideológicas o partidistas. Las evidencias señalaron una coincidencia de las categorías excluyentes de identidad territorial con las auto-ubicaciones más a la izquierda y más a la derecha. La relación previsible entre ideología y categorías de identidad territorial apunta a cierto grado de solapamiento entre identidades sociales y políticas, algo que refuerza la visión de los grupos partidistas como grupos homogéneos socialmente. Además, se plantearon correlaciones bivariadas entre la escala de adhesión/rechazo a partidos (0 = sentimientos de antipatía/rechazo; 10 = sentimientos de simpatía/adhesión), que adapta el Feeling thermometer de la Anes, y la escala de identidad territorial (1 = me siento únicamente español; 10 = me siento únicamente de mi comunidad autónoma). La posición en la escala de identidad territorial se relacionó significativamente, y en sentido inverso, con los sentimientos hacia el PP, Vox y Ciudadanos. Cuanto más cerca de la identidad regional excluyente se sentían los entrevistados, más se ubicaban cerca de posiciones de rechazo a los tres partidos de la derecha nacional.
Nuevos estudios sobre polarización afectiva deberán clarificar las causas que se sitúan tras los mayores niveles de polarización afectiva de las personas mayores, explorar de forma más sistemática alineamientos identitarios en España más allá del binomio pertenencia territorial-partidismo y analizar el alcance de una posible brecha de género en la polarización afectiva.
(Nota: Un análisis más extenso, en forma de artículo científico, sobre estos datos será publicado en el número 45 de la revista 'Más Poder Local')
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