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Qué nos dice, y qué no, el Banco de España sobre la subida del SMI

Raül Segarra

15 mins - 15 de Junio de 2021, 17:47

Recientemente, el Banco de España (BdE) publicó el estudio 'Los efectos del Salario Mínimo Interprofesional: nueva evidencia para España', en el que se analiza el impacto sobre el empleo de la subida del 22% que se produjo en 2019. Como era de esperar, los comentarios, análisis, críticas, aplausos y titulares no tardaron en llegar. Dada la extensión y relativa complejidad del estudio en cuestión, incluso podríamos decir que algunas de las reacciones llegaron demasiado pronto. En este análisis vamos a intentar explicar qué dice y qué no dice este estudio, así como qué conclusiones podemos y no podemos sacar y qué limitaciones presenta. La intención es clarificar algunas ideas y contribuir a un debate lo más racional y coherente posible, algo que no siempre se ha conseguido estos días.
 
Objetivo y metodología

El objetivo del BdE es estudiar el impacto de la subida del SMI en el empleo de las personas potencialmente afectadas, es decir, aquéllas que antes del 2019 tenían salarios por debajo del nuevo Salario Mínimo. Como los propios autores ponen de relieve, "…dada la compleja naturaleza poliédrica en torno a esta cuestión, la decisión de subir o no el SMI no puede circunscribirse al impacto de este instrumento en un solo factor". Por tanto, el BdE no evalúa la medida de forma completa ni lo pretende, sino que aporta información relevante sobre uno de los aspectos a tener en cuenta. Los resultados deben ser considerados para la toma de decisiones informadas, junto con otras evaluaciones en éste y otros aspectos. Decisiones que, en última instancia, deben estar en el ámbito político.
Existen trabajos anteriores que intentan evaluar el impacto en el empleo de la subida del SMI de 2019, pero el estudio del BdE tiene dos características que le permiten mejorarlos. En primer lugar, analiza datos reales de 2019 (ex post), en lugar de datos anteriores (ex ante). Y en segundo lugar, utiliza datos de la Muestra Continua de Vidas Laborales (MCVL) y afiliaciones a la Seguridad Social, lo que permite trabajar con micro-datos (personas) en lugar de con datos agregados, mejorando sensiblemente la capacidad de identificar los colectivos que se han visto afectados por la subida y los que no.

La metodología utilizada se basa en comparar qué le ha ocurrido a la población potencialmente afectada (los que en 2018 tenían salarios por debajo del nuevo SMI de 2019) con la población que no se ha visto afectada (los que en 2018 ya tenían salarios por encima del nuevo SMI). Es decir, tenemos un grupo al que se le aplica un tratamiento (la subida) y comparamos su comportamiento con un grupo de similares características al que no se le aplica el tratamiento. Ésta es una forma de evaluación ampliamente utilizada en este campo de estudio. Además, se realizan diferentes formas de análisis y bajo diferentes criterios y se obtienen siempre resultados en la misma dirección, añadiendo fiabilidad y robustez al estudio.

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Algunos de los supuestos de investigación pueden ser objetables, como comentaremos más adelante; y también se presentan algunas limitaciones, por la propia naturaleza de los datos utilizados. El propio BdE advierte de ello en su informe en reiteradas ocasiones. Incluso en el resumen del propio informe alerta de ello: "… el artículo aborda las dificultades a la hora de identificar de manera inequívoca un grupo comparable a los trabajadores cuyo salario se sitúa en el SMI y de cómo esta circunstancia obliga a ser cautelosos en la interpretación de los impactos estimados". Pese a ello, los resultados obtenidos siguen siendo mucho más fiables que los de estudios en los que se utilizan datos agregados. 

En definitiva, la metodología y los datos utilizados hacen del estudio del BdE el más fiable de los que se han hecho hasta ahora para medir los efectos en el empleo de la subida del SMI. Sin duda, pueden hacerse objeciones a algunas cuestiones (en este artículo las hay), pero hasta que no se publique un estudio igual de fiable que llegue a resultados diferentes, ésta es la mejor evidencia disponible

Empleos afectados por la subida del SMI

El estudio cuantifica el colectivo afectado por la subida en el 10% de los ocupados de diciembre de 2018. Esto supone, aproximadamente, 1,6 millones de personas. Esta incidencia es mayor para determinados colectivos, como los jóvenes, temporales, trabajadores de empresas pequeñas y el sector de la agricultura.

Sin duda, esta información es muy importante, ya que ilustra la magnitud del colectivo afectado (en la subida del SMI de 2018, del 8%, el universo suponía un 4%) y su perfil. Sin embargo, el hecho de hacerlo en un momento del tiempo (diciembre de 2018) y no sobre la media de todo el año podría desvirtuar el cálculo. Por ejemplo, esta foto no incluye a los trabajadores de la temporada estival, que tienen un peso importante en nuestra economía y (como puede verse en el porcentaje de trabajadores temporales afectados) más probabilidades de pertenecer al colectivo afectado.

El estudio también constata algo ya conocido. En 2019 continuó el crecimiento de la ocupación, con unos 400.000 empleos más, pese a que éste fue más contenido que el de años anteriores (1,8% interanual en diciembre de 2019, frente al 3,1% en el mismo mes de 2018). Además, el crecimiento del empleo se ralentizó más en aquellas actividades, provincias y edades con una incidencia mayor del SMI. Esto último es sólo un dato empírico, de cierta relevancia, pero no prueba un efecto causal de la subida del SMI en el empleo, ya que son comparaciones de agregados que no permiten aislar a los trabajadores realmente afectados y los resultados pueden quedar distorsionados. 

Evolución del empleo con salarios por debajo del SMI de 2019

Con la intención de obtener pruebas más robustas, el estudio del BdE utiliza datos de la MCVL para identificar a las personas afectadas por la subida y observa su evolución a lo largo de los últimos años. También identifica otro grupo, formado por las personas con salarios ligeramente por encima del nuevo SMI. Estos dos grupos no son comparables, ya que no tienen las mismas características. Lo que sí se observa es que el diferencial de su tasa de crecimiento se mantiene constante en los últimos años; hasta que, con la subida del SMI de 2019, se rompe esta tónica. La diferencia en el crecimiento es entre seis y 11 puntos porcentuales menor al esperado a diciembre de 2019. Éste sería el efecto sobre el empleo potencialmente afectado por la subida del SMI.
 

La horquilla de seis a 11 puntos porcentuales se obtiene de la aplicación de diversos umbrales para definir los empleos alrededor del SMI de 2019 y ligeramente por encima. El hecho de realizar diversas pruebas es algo habitual en este tipo de trabajos, dada la dificultad para obtener un criterio único. Lo importante, más allá de la cuantificación concreta, es que todas las especificaciones dan resultados en el mismo sentido, lo que le añade robustez a esta técnica. 

Cabe destacar que esta estimación se basa en el supuesto de que la relación de empleos con salarios alrededor del SMI y la de empleos con salarios por debajo del SMI se mantiene constante. Como puede verse, dependiendo del umbral elegido, esto no siempre se cumple forma estricta. Además, también se supone que si varía esta relación en 2019 es, únicamente, por el efecto del SMI sobre el empleo. No se trata de un supuesto muy arriesgado, pero cabe la posibilidad de que los cambios en el ciclo económico de 2019 (o alguna otra razón) pudiesen también explicar parte de ese cambio.

Si aplicamos esta diferencia de 6 a 11 puntos porcentuales a los afiliados de 2019, podemos obtener una cuantificación del empleo afectado por la subida. El problema radica en qué afiliados utilizamos para hacerlo, ya que tanto la diferencia como la cantidad de los afectados varía a lo largo del año. Pese a estas dificultades, y que el BdE no incluye esta cuantificación en su trabajo (probablemente por prudencia), en la mayoría de titulares y noticias de prensa ha sido lo más destacado. 

Análisis de transiciones

En el apartado anterior, el BdE obtienen resultados del impacto de la subida del SMI sobre el empleo. Este efecto se puede producir por diferentes vías: personas que pierden su empleo y personas que no son contratadas. Con la finalidad de ver qué importancia tiene cada una de estas vías, el BdE también realiza un análisis del impacto sobre el empleo basado en las transiciones entre ocupación y desocupación (además de otras situaciones) del colectivo potencialmente afectado. Los resultados de este grupo se comparan con un grupo de control, formado por trabajadores con similares características (sexo, edad, nacionalidad…), pero cuyos salarios están ligeramente por encima del SMI. La idea, al igual que en los estudios clínicos, es comparar lo que le pasa a un grupo tratado con un grupo de control que tiene características similares y no ha sido tratado (no afectados por la subida). Además, esta comparación se realiza para diferentes grupos de edades, teniendo en cuenta la distancia entre el salario de la persona y su distancia al nuevo SMI, para diferentes transiciones en el mercado laboral y los resultados se comparan con los obtenidos en un ejercicio similar realizado para la subida del SMI de 2018, que fue menor y afectó a menos personas.
 

Como puede verse, la probabilidad de continuar trabajando a jornada completa disminuye en 3,2 puntos para los trabajadores afectados por la subida del SMI de 2019La mayoría de ese descenso (81,4%) se produce por transitar a una situación de paro: y en mucha menor medida por transitar a un trabajo a jornada parcial o por cuenta propia. 

Además, podemos ver que el efecto sobre el empleo es heterogéneo para los diferentes grupos de edad. Para los trabajadores de 45 a 64 años, la probabilidad de perder su empleo aumenta en 6,01 puntos, la gran mayoría (87%) por pasar al paro. En el grupo más joven, de 16 a 24 años, el impacto es más reducido (2,04 puntos menos). Además, sólo el 44,1% transitan al paro. 

Resulta sorprendente que el mismo ejercicio realizado para la subida de 2018, que fue mucho menor (8%), estime impactos mayores en la probabilidad de perder el empleo que en 2019. Según el BdE, esto podría deberse a que, incluso con la subida del 22% de 2019, el SMI no ha llegado al punto en el que los aumentos causen impactos muy importantes. Es decir, el aumento en la probabilidad de perder el empleo es similar para los afectados potenciales independientemente del tamaño de la subida. Obviamente, en valor absoluto el efecto será mayor en 2019, ya que el colectivo afectado sobre el que actúa esta probabilidad es sensiblemente mayor. 



Este ejercicio también se realiza para el tránsito entre paro y ocupación. Los resultados muestran una disminución en la probabilidad de ocuparse con la subida del SMI de 2019 (-2,7), especialmente en los más jóvenes (-4,3).

A nivel metodológico, el propio BdE pone de relieve algunas cuestiones que hacen que debamos tomar estos resultados con cierta cautela. En primer lugar, el análisis se realiza con los trabajadores por cuenta ajena del Régimen General, sin incluir a las personas del Sistema Especial del hogar y el agrario. Esto es especialmente importante, dada la elevada incidencia del SMI en estos colectivos. En segundo lugar, sólo se contempla a los trabajadores a jornada completa que han trabajado todos los días del mes. Este colectivo está formado por trabajadores más estables que aquéllos que trabajan de forma más esporádica. Por estas dos razones, las estimaciones pueden estar sesgadas a la baja. Y, por último, la propia naturaleza de los datos empleados (MCVL) dificulta la identificación de los trabajadores potencialmente afectados. 

En definitiva, el análisis de las transiciones apunta a un claro efecto de la subida del SMI sobre el empleo; mayoritariamente, por la vía de la pérdida de ocupación, y especialmente para los trabajadores más mayores. Pese a las limitaciones que presentan los datos, este análisis es consistente con lo obtenido en los apartados anteriores.
 
¿Qué conclusiones podemos sacar?

La principal conclusión que podemos sacar del estudio del BdE es que la subida del SMI que se produjo en 2019 tuvo efectos adversos sobre el empleo, especialmente en los trabajadores de 45 a 64 años. 

Pese a las limitaciones que presentan los datos y un estudio de este tipo, ésta es, sin lugar a dudas, la mejor evidencia disponible hasta el momento sobre los efectos en el empleo de esta medida. Obviamente, pueden hacerse las consideraciones técnicas que se crean oportunas (aquí se han hecho algunas). Pero ignorar o criticar el estudio con argumentos que no tengan que ver con cuestiones técnicas sólo enmaraña el debate.
 
Humildemente, podemos decir que se echan en falta algunos cálculos, en relación con el objetivo del estudio y los análisis realizados, que podrían facilitar e incluso matizar la interpretación. Por ejemplo, con los datos disponibles podría hacerse una estimación bastante ajustada del saldo de salarios ganados y perdidos. Es decir, estimar la suma de aumentos en los salarios producidos por la subida del SMI (que afectan a unos 1,6 millones de trabajadores) y restarle la suma de salarios que se han perdido por el impacto negativo en el empleo. Un estudio de CCOO estimaba un saldo positivo en 2.000 millones de euros, pero seguramente una estimación a partir de la MCVL sería más fiable. 

También se echa en falta una cifra global de la estimación hecha por la vía de las transiciones ocupado-parado y parado-ocupado. Lo que más ha trascendido del estudio (sólo hace falta ver los titulares en prensa de la semana pasada) es que a causa de la subida del SMI se han perdido entre 90.000 y 170.000 empleos. Estas cifras se obtienen como resultado de multiplicar el número de trabajadores afectados (aproximadamente 1,6 millones de trabajadores) por la estimación de la evolución del empleo (entre seis y 11 puntos). Los números ofrecidos por cada medio pueden variar en función de la fuente usada. Sin embargo, se ha dado poca publicidad a las estimaciones basadas en las transiciones, que dan un impacto menor.

Otro aspecto de mejora sería obtener estimaciones para otros colectivos, además de la edad. Por ejemplo, la formación o el sector de actividad. Conocer mejor sobre qué colectivos ha habido más incidencia negativa permitiría aplicar mecanismos de respuesta más eficaces y correctamente dirigidos, que podrían paliar parte de los efectos negativos de la medida.
   
En definitiva, el estudio del BdE aporta una evidencia muy importante para evaluar la subida del SMI de 2019: hubo un impacto negativo en el empleo. Pero este estudio no analiza, ni lo pretende, todos los factores a tener en cuenta para evaluar la subida. Debe ser tenido en cuenta, junto con otros estudios disponibles y otros que saldrán. Y con toda la evidencia disponible, tomar decisiones en el plano político, explicarlas bien y diseñar contra-medidas que minimicen los efectos adversos que pueda acarrear la medida. Por tanto, este estudio no cierra el debate, tan sólo lo enriquece; que no es poco.
 
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