11 de Junio de 2021, 21:03
Después de un año en el que la competición política en España ha estado paralizada, con apenas variación en el apoyo a los diferentes partidos a lo largo de toda la pandemia, sus líderes han comenzado a poner en marcha la maquinaria electoral. "La legislatura empieza ahora", afirman desde el Gobierno. En el otro lado del tablero, la oposición, con Pablo Casado a la cabeza y espoleada por los resultados de Isabel Díaz Ayuso en las elecciones de la Comunidad de Madrid, endurece sus ataques al Ejecutivo con el objetivo de desgastarlo y propiciar así una convocatoria de elecciones en las que, a priori, saldrían beneficiados e incluso podrían llegar a alcanzar la Moncloa.
Precisamente, lo que las elecciones madrileñas que han trascendido por completo el ámbito autonómico han puesto de manifiesto es que el miedo a la extrema derecha, normalizada tras varios años de representación en las instituciones y con su discurso que copa los medios de comunicación, ya no es una estrategia ganadora. Además, apelar a un aumento de la movilización tampoco garantiza por sí solo un mayor porcentaje de voto para los partidos de izquierdas, como se ha podido comprobar. Así pues, en algunos feudos históricos de la izquierda, como el 'cinturón rojo' o los distritos del sur de Madrid, la derecha a través, justamente, de un aumento de la movilización ha logrado recortar la suficiente distancia como para propiciar una situación de empate entre bloques o, incluso, superar a la izquierda y alcanzar la victoria.
Llegar a un escenario como éste no es algo menor. Para ello, la derecha ha conseguido que el radical aumento de la participación, incluso entre las zonas más desfavorecidas, se haya traducido en un mayor voto para los partidos de su bloque. Ahora bien, ¿por qué debería ser llamativo que haya logrado esto incluso entre las zonas con menor renta?
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La razón es que existe una relación muy intensa, aunque éste no sea un fenómeno exclusivo de la Comunidad de Madrid, entre la renta y el voto a los partidos de uno u otro bloque ideológico. Mientras que los vecindarios más ricos se inclinan mayoritariamente por la derecha, siendo aquí donde obtiene sus mejores resultados, los más pobres, en cambio, optan en mayor medida por la izquierda.
De esta manera, lo interesante de estas elecciones es cómo la derecha ha conseguido irrumpir con fuerza en el corazón del voto a la izquierda, los barrios con rentas más bajas, logrando alcanzar porcentajes de voto cercanos al 50% y situándose, así, en una posición semejante frente a su rival en un terreno que, con anterioridad, les había sido desfavorable. Por el contrario, en el lado opuesto, los barrios con rentas más altas, la izquierda apenas es capaz de alcanzar el 30%. Una diferencia abismal.
No resulta sorprendente, por tanto, que en la Comunidad de Madrid la derecha haya logrado una victoria sin paliativos frente a la izquierda, puesto que ha sabido configurar una alianza política entre grupos sociales ampliamente heterogéneos entre sí.
No obstante, aunque la derecha ha conseguido ampliar su ventaja frente a la izquierda, este crecimiento no ha sido igual para todos los partidos de este bloque ideológico. Mientras que el PP ha mejorado en prácticamente todas las secciones censales madrileñas, especialmente en aquéllas con un mayor nivel de renta donde este aumento ha llegado a superar los 30 puntos, Ciudadanos no puede decir lo mismo. Este partido, que ha perdido la mayoría de los apoyos que logró reunir en 2019, ha experimentado un auténtico cataclismo, especialmente en aquellas zonas que cuentan con mayores niveles de renta. Además, en Vox se ha producido una leve, aunque significativa, reconfiguración de su perfil de renta. A pesar de haber sufrido un ligero retroceso en las zonas más ricas, es capaz de compensarlo con un ligero avance de hasta cinco puntos en las más pobres.
Por otra parte, el retroceso que ha tenido lugar en el bloque de la izquierda se debe, esencialmente, a la caída en desgracia de los socialistas, que han cosechado los peores resultados de su historia en la Comunidad de Madrid, con un descenso significativamente mayor en las secciones censales de menor renta. En cambio, aunque Más Madrid y Unidas Podemos han subir respecto a las anteriores elecciones concentrándose también en las secciones censales de menor renta, no han sido capaces de compensar la caída de su socio principal.
Además, durante los últimos compases del escrutinio se produjo una batalla que acabó con el sorpasso de Más Madrid a los socialistas, situando a los de Mónica García como la primera fuerza de este bloque y líderes de la oposición en la Comunidad de Madrid durante los próximos dos años. Este éxito, que ha generado un considerable aumento de la atención mediática, ha dado el pistoletazo de salida a un intento de extender y desarrollar su influencia más allá de las fronteras madrileñas, con claros guiños a Andalucía y la Región de Murcia.
Sin embargo, aunque el foco mediático ya se haya alejado de la Comunidad de Madrid, en ella se encuentra una de las claves que puede ser determinante en el futuro de este momento ecologista que en Europa cobra cada vez más fuerza en nuestro país. Todos los análisis geográficos del sorpasso de Más Madrid al PSOE tienen en cuenta la victoria de los de García en prácticamente todos los distritos de la capital. Sin embargo, uno de los lugares donde la batalla por el liderazgo de la izquierda ha sido especialmente intensa, pero que muchos parecen haber pasado por alto, es en el cinturón rojo.
En este lugar, que hace referencia al conjunto de ciudades en este análisis, centrado exclusivamente en Móstoles, Alcorcón, Leganés, Getafe, Parla y Fuenlabrada, que son las más pobladas situadas en el sur del área metropolitana de la capital y que han contado históricamente con una tendencia de voto marcadamente de izquierdas, Más Madrid no ha logrado superar al PSOE, aunque se ha quedado cerca de hacerlo.
No obstante, aunque Más Madrid no haya conseguido liderar a la izquierda en el 'cinturón rojo', un vistazo al mapa de las elecciones deja entrever un patrón que se repite en cada una de estas ciudades. Mientras que el PSOE ha resistido en el centro urbano (constituido, por lo general, las zonas que cuentan con una renta más baja y una población de mayor edad), Más Madrid se ha impuesto en los barrios y las urbanizaciones de nueva construcción, situados en su mayoría en la periferia de las ciudades y que cuentan, al contrario que el área más urbana, con una población más joven y con mayor renta. Dicho esto, ¿por qué una distribución geográfica del voto como ésta tendría que ser algo más que una simple anécdota?
Mientras que en el conjunto de la Comunidad Más Madrid, al igual que sus homólogos en el bloque de izquierdas (PSOE y Unidas Podemos), obtiene porcentajes de voto cada vez más bajos a medida que aumenta la renta del lugar, en el cinturón rojo esta relación no sólo desaparece, sino que se invierte. Ahí, Más Madrid aumenta su porcentaje de voto a medida que aumenta la renta, lo que demuestra por qué es capaz de ganar al PSOE en las zonas periféricas de las ciudades que son, además, las zonas donde la derecha obtiene sus mejores resultados. Y no sólo eso, sino que es capaz de equilibrar esta relación obteniendo un resultado más que decente entre el 15% y el 20% del voto en los barrios más pobres de las ciudades.
Algo como esto no tendría por qué ser relevante de ocurrir en una zona con una menor población, pero es que estamos hablando del cinturón rojo, un conjunto de ciudades que agrupa a más de un millón de habitantes y que cuenta con cerca de la quinta parte de la población madrileña.
De lograr mantener y extender este fenómeno más allá de las fronteras de la Comunidad, Más Madrid o, en este caso, Más País podría convertirse en una verdadera amenaza para el resto de los partidos de la izquierda, logrando alcanzar un cierto perfil de transversalidad en cuanto al nivel de renta que los demás partidos de izquierdas no son capaces ni de imaginar y que, de la mano del ecologismo que cuenta con una acogida bastante transversal en nuestro país podría catapultar al partido de Íñigo Errejón hasta convertirse en un partido verde con un más que importante músculo electoral.
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