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Corrupción, desencanto y nuevos partidos en el horizonte electoral hondureño

Cindy Poroj Caraballo, Eduardo Matamoros

26 de Mayo de 2021, 16:33

Honduras se aproxima a un nuevo evento electoral general el próximo 29 de noviembre,  cuando se elijan tres niveles de autoridades: presidente, diputados y alcaldes. Aquí se plantea la competencia por la Presidencia de la república. Se presentan las principales figuras que se postulan, las autoridades electorales y, en relación a la confianza que generan en la ciudadanía, los posibles escenarios inmediatos en esta primera etapa del ciclo electoral. 

A las candidaturas de los tres partidos tradicionales y que participaron en la primaria de marzo de 2021 se sumarán postulantes de partidos más pequeños y, junto a ellos, candidaturas independientes fuertes. Cabe destacar que en elecciones generales pasadas (2016), dichos partidos obtuvieron un porcentaje electoral significativo y escaños en el Congreso Nacional de la República.    

En resumen, las candidaturas pueden clasificarse en torno a las que presentan los dos partidos tradicionales que se han alternado en el Gobierno desde las elecciones de 1981, los liderazgos de partidos emergentes que surgen a raíz de la crisis de 2009 y las listas independientes. 

El partido del actual presidente Juan Orlando Hernández Alvarado, el Partido Nacional de Honduras (PNH), ha elegido como presidenciable al  actual alcalde de Tegucigalpa, Nasry Asfura. Por su parte, el  Partido Liberal ha nominado a Yani Rosenthal, quien ha cumplido recientemente condena en Estados Unidos por lavado de activos en favor de 'los Cachiros', reconocidos y condenados narcotraficantes. 

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Las elecciones generales de 2013 supusieron una modificación en el sistema de partidos hondureño. Entre los partidos que surgieron de la coyuntura de 2009 se encuentra el partido Libertad y Refundación (Libre).  Xiomara Castro de Zelaya se presenta nuevamente como candidata, luego de haber competido en 2013 y tras ser designada presidencial (vicepresidenta) en 2017. Después de ser el máximo contrincante del actual presidente en las elecciones anteriores, Salvador Nasralla sigue en el escenario político por medio del Partido Salvador de Honduras. En aquella ocasión, participó por el Partido Anticorrupción (PAC), y actualmente es un candidato popular por su carrera en medios como comunicador deportivo.

Nuevas figuras llaman la atención en medios y del electorado 

A raíz de la crisis sanitaria, la actual presidenta del Colegio de Médicos Honduras, Suyapa Figueroa, ha tomado la batuta de la oposición en la crítica al mal manejo de la pandemia por parte del Gobierno de Honduras. Más que lanzar su candidatura, ha insistido en la conformación de una coalición para evitar evitar un nuevo triunfo del oficialismo. Asimismo, Milton Benítez, alias el Perro Amarillo, es un firme opositor al Gobierno y al sector privado bancario. Se trata de un showman por excelencia, demandado por difamación por sus declaraciones públicas en sus canales digitales propios aunque ha salido airoso, ganando apoyo popular y credibilidad. Aunque estas candidaturas aún no se han oficializado, sí están en boca del público.

Respecto a las autoridades electorales, es cuestionable el desempeño del Tribunal Superior Electoral, hoy conocido como Consejo Nacional Electoral. El cambio de nombre responde a su descrédito y falencias en los procesos anteriores. En 2013, Hernández Alvarado culminó su periodo como presidente del Congreso Nacional y se presentó a su primera carrera por la Presidencia, una senda ya andada por sus predecesores Porfirio Lobo y Manuel Zelaya. En esas elecciones hubo múltiples irregularidades y, por primera vez en el país, se cuestionó que se adjudicara la victoria a Hernández Alvarado, dejando al Tribunal bajo sospecha para los este observadores internacionales y nacionales. 

En 2017, Hernández pudo presentarse a la reelección gracias a que la Corte Suprema de Justicia, elegida por su cuerpo parlamentario, le amparó contra el impedimento legislativo. Ello afectó a la gobernanza electoral, y los ciudadanos que apoyaban la candidatura de su oponente (Nasralla) lo calificaron como el "peor proceso electoral de la Historia". Se denunciaron entonces fallos en el sistema de recuento y en el suministro eléctrico: minutos antes de que se produjera éste último, el virtual ganador era Nasralla. Al final, ganó su rival por la mínima.  

Escenarios en el ambiente para noviembre de 2021

El electorado es consciente de la necesidad de una coalición para hacer frente al oficialismo debido a la regla mayoritaria a una vuelta en la elección presidencial. Sin embargo, y pese a que hay una diversidad de candidaturas presidenciales de oposición con fuerza de cara a la opinión pública, no se vislumbra esa alternativa tras las experiencias previas. Después de la derrota de Nasralla en 2017, no hubo un reclamo profundo del partido Libre, que era parte de la alianza de oposición, como sí lo hubo en el proceso electoral 2013. 

Es necesario recalcar que Honduras tiene uno de los ciclos electorales más extensos de la región. Debido a que los comicios se celebran un año antes de la toma de posesión, existe un periodo de 10 meses entre el proceso primario y el proceso general. Por tanto, la población está sumamente politizada y asediada por campañas electorales en ese largo periodo y, además, entre convocatorias. 

Por lo anterior, se rumorea que el actual candidato del oficialismo, Nasry Asfura, retirará a última hora su candidatura y se la entregará al actual mandatario, Hernández, quien por jurisprudencia, después de que el proceso de reelección no se haya regulado, puede optar nuevamente (y sin límite de veces) al cargo.

Igualmente, se vislumbra la posibilidad de que los candidatos Yani Rosenthal Hidalgo y Xiomara Castro de Zelaya se alíen, dado que el primero fue ministro de Finanzas en el Gobierno del ex presidente Manuel Zelaya Rosales (y la segunda su mujer). A priori, dicha alianza no podría abarcar a otros candidatos dada la condición de ex presidiario del candidato Rosenthal, algo mal visto por gran parte de la población y, por lo tanto, poco coherente con los liderazgos emergentes. Todo esto se envuelve en un halo de romanticismo para una parte importante de simpatizantes del Partido Liberal de Honduras, dado que se encontraba debilitado antes de su candidatura y tanto Rosenthal como Manuel Zelaya proceden del mismo liberalismo. 

Un último escenario es la eventual alianza entre Salvador Nasralla, Suyapa Figueroa y Milton Benítez, a los que se sumarían el Dr. Nelson Avila, principal contrincante de Xiomara Castro dentro de Libre, y Luis Zelaya, principal contrincante de Yani Rosenthal en el Partido Liberal. Esta alianza, al igual que la anterior, aún se encuentra en fase de negociación, entre otros puntos para decidir quién ocuparía la lista y la candidatura a presidente. Son básicamente representantes de la sociedad civil, quienes hasta un pasado muy reciente no habían participado en política y no tienen procesos legales vigentes en su contra. 

La fragmentación es evidente; ya no es como antes, ya no es 2010, cuando la disputa era entre dos partidos mayoritarios con intereses en común que se repartían cuotas de poder y se alternaban en el Gobierno. En la Honduras de hoy, el país no ha cambiado, el subdesarrollo y la pobreza aumentan, la macroeconomía crece destacadamente en la región pero la micro y mediana caen como piezas de dominó. El actual presidente ha sido mencionado en diversos juicios contra narcotraficantes en la Corte Sur de Nueva York, atribuyéndole el papel de facilitador de estas actividades. Su hermano, Juan Antonio Hernández está actualmente en prisión, cumpliendo la misma pena que el narcotraficante mexicano Joaquín Guzman Loera, considerado el más importante de la década pasada. 

Lo que aparentemente sí está cambiando en parte de su población es el tradicionalismo político, poniendo sobre la palestra a candidatos que no tienen un origen político familiar o heredado. Aún no sabemos si tienen ya el peso suficiente para generar cambios en la elección del cargo principal. Tampoco se duda de si el Consejo Nacional Electoral gestionará responsablemente la ejecución y los resultados. 

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