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Balance y perspectivas de la reforma cubana

Tamarys L. Bahamonde Pérez

7 mins - 14 de Abril de 2021, 09:44

Los procesos de reforma económica implican múltiples niveles de análisis que combinan no sólo las políticas (implementación e impactos macroeconómicos), sino también su peso en la transformación de la vida cotidiana de los individuos. Más allá de las similitudes que unen a las reformas cubanas desde finales de los años 80 del pasado siglo, es importante comprender el contexto específico de cada una de ellas. La Tarea Ordenamiento, la más reciente, tiene su origen en lo acordado en los 'Lineamientos de la Política Económica y Social' del Partido comunista de Cuba (PCC) desde el año 2011.
 
Aunque la atención durante la Tarea Ordenamiento se ha concentrado en la unificación cambiaria, hay otro grupo de medidas colaterales que merecen atención. Entre las más significativas por su impacto a corto plazo cabe mencionar los reajustes de precios, la revisión de las actividades autorizadas a ejercer por cuenta propia, los incrementos de salarios y pensiones, la ampliación de las tiendas en Moneda Libremente Convertible (MLC) y la reforma de algunos programas sociales, como el Sistema de Atención a la Familia (SAF).

La literatura académica se refiere in extenso a la brecha existente entre las políticas económicas y las sociales. Cuba no escapa a este fenómeno. Mientras las sucesivas reformas cubanas se han centrado en las primeras, las segundas han permanecido virtualmente estáticas. El principio subyacente de igualitarismo, si bien fue apropiado en su momento, necesita reajustes hacia la equidad; igualdad de condiciones no es igualdad de oportunidades. Garantizar las mismas oportunidades no garantiza que todos podamos aprovecharlas de la misma forma, precisamente porque algunos están lastrados por sus condiciones económicas, sociales, territoriales o de otro orden. El igualitarismo muchas veces no permite una atención diferenciada a los grupos más vulnerables y, por el contrario, concede un tratamiento similar a grupos sociales diferentes. Esto impide que sectores menos beneficiados puedan participar en la sociedad en igualdad de condiciones a pesar de la igualdad de oportunidades.

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La Tarea Ordenamiento ha mostrado la intención teórica de transitar hacia la equidad. Sin embargo, la intención no basta. Medidas como los recortes de algunos gastos sociales de manera abrupta, la introducción disruptiva (y de forma casi exclusiva) de la venta de productos de primera necesidad en tiendas en MLC y la creciente inflación y depreciación en el mercado informal de la moneda cubana (CUP), sin medidas complementarias que contrarresten sus efectos sociales, van en detrimento de la equidad.

El panorama, después del primer trimestre de aplicación de la reforma, es complicado. Cuba continúa con dos monedas en circulación y al menos dos tipos de cambio. La escasez de divisas en los bancos nacionales imposibilita su venta a individuos por los canales oficiales (casas de cambio o bancos), y ese intercambio se ha movido al mercado informal. En algo más de tres meses (de enero a la actualidad), la moneda cubana se ha depreciado sistemáticamente en este mercado con respecto al dólar estadounidense: de 25 CUP ha pasado a alrededor de 50 (basta con echar un vistazo a las páginas de clasificados cubanos en línea como 'revolico.com').

La inflación y la depreciación del CUP están absorbiendo una proporción importante del incremento de los salarios y pensiones, contrarrestando el efecto positivo inicial que pudo haber tenido la devaluación. Algunos cálculos colocan la inflación acumulada en el primer trimestre por encima del 100%y pronostican una inflación del 399,6% en 2021. Como promedio, el salario en el sector público cubano (empresarial y presupuestado) creció unas 6,75 veces y el Estado cubano se mantiene como principal empleador en Cuba, concentrando al 67,14% de la población económicamente activa del país. En el primer trimestre de este año, y con la Tarea Ordenamiento en marcha, sólo el precio de la canasta básica normada aumentó 3,82 veces. Cuando se incluyen los demás precios de la economía, su variación real correspondiente a la de los salarios se ha calculado en 8,42 veces. Eso podría significar que, tomando la misma base salario-precio, los segundos han crecido más que los primeros.



Las inequidades no son un fenómeno unidimensional. Además de multi-causales, son estructurales y abarcan niveles sociales, de género, de raza y territoriales. Los datos macroeconómicos enmascaran los matices, incluyendo los desequilibrios entre las zonas rurales y las ciudades, y entre las propias áreas urbanas. La introducción, por ejemplo, de las cadenas de tiendas en MLC profundiza no sólo las inequidades sociales entre los que tienen acceso a divisas y los que no, sino también entre los territorios que cuentan con estas tiendas y los que carecen de ellas. En un país como Cuba, donde los desplazamientos son costosos en tiempo y dinero, y en medio de una pandemia que limita la movilidad y con una economía de escasez que obliga a hacer largas colas para adquirir bienes, las zonas menos favorecidas agudizarán su condición de desventaja.

La crisis económica, el reajuste financiero, la depreciación de la moneda y las modificaciones de los sistemas de precios y salarios afectan, en cualquier país, sensiblemente a las personas de menores ingresos, quienes reciben el impacto directo de la crisis y su ajuste (pensionados, desempleados, asalarariados, madres solteras, poblaciones concentradas en áreas geográficas vulnerables con limitado acceso a los recursos básicos como los alimentos, entre otros). A ello se le suma el diseño del sistema de precios minorista en Cuba, que se asemeja a un tipo de impuesto regresivo, como el IVA, donde los estratos de menor poder adquisitivo pagan una proporción mayor de sus ingresos por los bienes que compran en el sistema de tiendas estatales.

Los efectos del ordenamiento no se verán en el horizonte a corto plazo. Sin embargo, a nivel individual y familiar se percibe de inmediato el coste de la reforma y las políticas económicas. La economía no es un ente abstracto cuyo funcionamiento sólo se refleja en macro-indicadores. Las políticas públicas deben ser evaluadas periódicamente y, si fuera necesario, reformuladas. En el contexto de crisis económica mundial, embargo/bloqueo económico desde EE.UU. y pandemia, será difícil acceder a créditos externos o estimular las inversiones extranjeras. Parece inevitable la necesidad de emprender proyectos que exploten las potencialidades endógenas del país.

Es imperativo que la Tarea Ordenamiento promueva otros programas y políticas complementarias que estimulen la producción, el empleo, la productividad y los ingresos de los cubanos. Los proyectos de desarrollo locales, el aprovechamiento de las pymes y los tipos de propiedad alternativos a la estatal, las iniciativas comunitarias, la descentralización real (y no sólo formal) de las relaciones productivas y de la toma de decisiones, así como el redimensionamiento de la empresa estatal cubana son pasos ya imprescindibles para completar las políticas trazadas y puestas en marcha hasta ahora; y mucho más importante, son imprescindibles para ajustar la estructura económica y social del país y garantizar la salida de la crisis en el menor plazo y con el menor coste social posible.
 
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