La demanda actual de hidrógeno es del orden de 80 millones de toneladas anuales, lo que supone una producción mundial, para su uso en diferentes aplicaciones, superiores a los 500 bcm3 (billion cubic metres, o kilómetros cúbicos) al año. Aproximadamente el 95 % de las diferentes tecnologías de producción utilizan combustibles fósiles, lo que da lugar a una emisión de CO2 anual mundial de 830 millones de toneladas, entre 70 y 100 millones de toneladas sólo en la Unión Europea. Por tanto, para que la producción de hidrógeno contribuya de manera significativa a alcanzar los objetivos de descarbonización de los próximos 30 años planteados por la Comisión Europea, es imprescindible incrementar la producción de hidrógeno verde o renovable e impulsar el desarrollo de las tecnologías que lo permitan.
En este sentido, cada Estado miembro de la UE ha tenido que desarrollar sus propios planes nacionales integrados de energía y clima (PNIECs) 2021-2030, que incluyen las estrategias a seguir. España presentó el suyo en enero pasado, con unos objetivos generales de descarbonización y eficiencia energética y una serie de objetivos específicos entre los que se encuentran los relacionados con "tecnologías energéticas hipocarbónicas y limpias". Para éstas, se plantea una serie de estrategias de Investigación, Desarrollo e Innovación (I+D+i), como la integración de energías renovables y el impulso del hidrógeno como vector energético.
El desarrollo de una economía del hidrógeno será, por lo tanto, una oportunidad para empresas, centros tecnológicos e inversores, para la generación de empleo y la activación de la economía, así como para alcanzar el objetivo de una total 'descarbonización' de los diferentes sectores económicos planteado para 2050.
De forma resumida, Europa aboga por cuatro pilares principales en el European Green Deal:
Tasas a las emisiones de carbono
Innovación
Nueva estrategia industrial sostenible
Transición justa
Es decir, un uso eficiente de la energía, la puesta en valor de los recursos naturales y la protección del medio ambiente. Además, el interés se extiende a conseguir la competitividad en nuevos modelos de desarrollo sostenible (basado en energías renovables) y de movilidad sostenible (abarcando tanto aspectos intermodales, entre los diferentes medios de transporte, como el entorno urbano) donde el hidrógeno puede tener un papel relevante. Se aprovechan, por tanto, las bondades de estas tecnologías en los ámbitos de conversión eficiente de energía, diversificación de las fuentes y almacenamiento energético de alta capacidad y duración en el tiempo. Las tecnologías del hidrógeno pueden ayudar a conseguir y construir estos nuevos modelos de desarrollo basados en la sostenibilidad.
La Comisión Europea identifica el hidrógeno como un instrumento clave para cumplir los objetivos del Green Deal e impulsar la recuperación económica tras la crisis de la Covid-19. Su estrategia ('EU Hydrogen Strategy') tiene, por lo tanto, el objetivo de establecer las pautas necesarias para desarrollar el papel del hidrógeno limpio en la reducción eficiente de emisiones de la economía de la UE. Para ello, la estrategia aborda los principales campos de actuación a considerar; en concreto, inversiones, marco regulatorio, nuevo liderazgo de mercados, I+D en tecnologías y mercados, red de infraestructuras y la cooperación con terceros países.
Figura 1.- Evolución del 'Levelized Cost of Energy' (LCOE) del H2
Fuente: Irena 2019.
Figura 2.- Producción actual y estimada de H2
Fuente: Irena 2019.
La Unión Europea se fija como meta producir un millón de toneladas de hidrógeno verde para 2024. Para 2030, deberán ser 10 millones de toneladas al año. Es un crecimiento exponencial para la que, según desglosa la propia hoja de ruta europea, es la "opción más compatible con los objetivos de la Unión de neutralidad emisora y cero polución en el largo plazo". En 2050, la UE estima que el hidrógeno supondrá un 14% del mix energético, frente al 2% actual.
Las inversiones acumuladas en hidrógeno renovable en Europa pueden alcanzar entre 180.000 y 470.000 millones de euros de aquí a 2050, y entre 3.000 y 18.000 millones euros para el hidrógeno a partir de combustibles fósiles con bajas emisiones de carbono. Junto con el liderazgo de la UE en tecnologías renovables, la aparición de una cadena de valor del hidrógeno que sirva a una multitud de sectores industriales y otros usos finales puede llegar a emplear hasta un millón de personas, directa o indirectamente.
Para garantizar el avance de estas tecnologías, la Estrategia establece tres horizontes temporales (2024, 2030 y 2050), para los que determina una serie de hitos a alcanzar:
Primera Fase: 2020-2024. Instalación de al menos seis GW de electrolizadores en la UE y la producción de hasta 1 millón de toneladas de hidrógeno renovable.
Segunda Fase: 2025-2030. 40 GW de electrolizadores y una producción de hasta 10 millones de toneladas.
Tercera Fase: 2030-2050. Las tecnologías de hidrógeno renovable deberían alcanzar la madurez y desplegarse a gran escala.
Sin embargo, el despliegue del hidrógeno en Europa se enfrenta a importantes retos que ni el sector privado ni los estados miembros pueden abordar por sí solos. Impulsar su desarrollo más allá del punto de inflexión requiere una masa crítica de inversión; un marco regulador favorable; nuevos mercados pioneros; una investigación y una innovación continuas en tecnologías de vanguardia y para aportar nuevas soluciones al mercado; una red de infraestructuras a gran escala que sólo pueden ofrecer la UE y el mercado único, y la cooperación con nuestros socios de terceros países.
En España, el PNIEC 2021-2030 destina su medida 1.8 al fomento de los gases renovables. En ella se hace referencia a la existencia de diferentes tipos, entre los que se encuentra el hidrógeno de origen renovable. Además, el proyecto de Ley de Cambio Climático y Transición Energética, remitido por el Consejo de Ministros a las Cortes el 19 de mayo de 2020, dispone que el Gobierno fomentará, mediante la aprobación de planes específicos, la penetración de los gases renovables, incluyendo el biogás, el biometano y el hidrógeno renovable, entre otros.
La Hoja de Ruta del Hidrógeno, publicada en octubre por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, ofrece la Visión 2030 y 2050, estableciendo unos objetivos muy ambiciosos que se plasman en 60 medidas concretas. El objetivo final es posicionar a España como referente tecnológico en la producción y aprovechamiento del hidrógeno renovable, a través del impulso de la cadena de valor del hidrógeno mediante la creación de clústers tecnológicos y proyectos piloto a escala regional, el fomento de la innovación industrial, el apoyo a las zonas de transición justa y la disponibilidad de energía renovable a precios competitivos.
La Visión 2030 prevé una capacidad instalada de electrolizadores de cuatro GW y una serie de hitos en el sector industrial, movilidad y sector eléctrico, para lo cual se estiman unas inversiones entorno a los 8.900 millones de euros.
Los objetivos nacionales van dirigidos no sólo a la producción de hidrógeno renovable, sino también a cada una de las áreas de actividad donde se ha identificado que la demanda de este producto tiene mayor potencial de crecimiento en esta década; concretamente, la industria y la movilidad, tal y como se puede observar en la siguiente figura.
Se prevé que, a partir del año 2030, se acelere el desarrollo de una economía basada en la producción y aplicación del hidrógeno renovable en España, que supondrá la constitución de una sociedad descarbonizada para 2050.
Por último, y como reflexión final, señalar que nuestra sociedad no puede dejar pasar esta oportunidad que permita dejar un mundo más sostenible, más avanzado y desarrollado. Es de esperar que los objetivos planteados puedan cumplirse, y en unos años estemos conviviendo con el hidrógeno de forma habitual.