Entraron en el mercado laboral durante la crisis global de 2008 y ahora ven cómo una segunda crisis, la de la Covid-19, puede retrasar sin fin la consecución de sus proyectos vitales. Se trata de la generación nacida entre 1985 y 1994, que han vivido su veintena con niveles de empleo e ingresos inferiores a los que tenía la generación precedente a la misma edad. Ahora, tras un año de pandemia, comienzan a emerger como perdedores de una nueva crisis económica. Se trata de la 'generación de la doble crisis', cuya trayectoria socioeconómica y política analizamos en un estudio conjunto de EsadeEcPol y la Friedrich Naumann Foundation For Freedom.
En objetivo era claro: poner números y datos a la afirmación, cada vez más recurrente, de que la generación millennial es la primera que vive peor que sus predecesores. ¿Era esto cierto? ¿Se trata de un patrón generalizado en Europa, o específico de algunos países? ¿Cuáles pueden ser las consecuencias políticas de esta situación? Y, en un contexto de doble crisis, ¿cómo puede afectar este nuevo shock económico a una generación ya castigada por el anterior? Para responder a estas preguntas, se ha comparado la generación nacida entre 1985 y 1994 con la anterior, los que vinieron al mundo entre 1975 y 1984, utilizando datos de la European Union Statistics on Income and Living Conditions (EU Silc) y de la European Social Survey (ESS) para analizar qué diferencias hay entre una y otra a lo largo de su transición hacia la vida adulta.
La emergencia de una brecha generacional
Desde un punto de vista socioeconómico, y utilizando los datos de la primera, lo primero fue fijarse en los niveles de empleo e ingresos que los jóvenes de ambas generaciones tenían a lo largo de su veintena, con el fin de tener una fotografía de sus condiciones de vida. Los resultados pueden verse en los gráficos 1 y 2, ambos pertenecientes al informe, y nos muestran cómo, en el sur de Europa, los jóvenes nacidos entre 1985 y 1994 cuentan con niveles de ingresos y empleo marcadamente menores que los correspondientes a la generación anterior a la misma edad.
Gráfico 1.- Comparación de ingresos anuales
Fuente: EU Silc. Ingresos netos salvo en el caso de Alemania.
Los gráficos también muestran cómo, alrededor de la edad de 30 años, se produce una cierta convergencia entre generaciones en ambos indicadores. Sin embargo, ésta no es sinónimo de igualdad de condiciones, al producirse para la generación bajo estudio con una cicatriz abierta: esos años perdidos de empleo e ingresos serán difícilmente recuperables. Existe literatura que nos dice que las condiciones de entrada en el mercado laboral pueden ser determinantes para los ingresos de una persona a lo largo de su ciclo vital. Una ilustración de ello en España es el Gráfico 3, que muestra cómo, si hacemos una suma acumulada de los ingresos medios anuales de cada una de estas generaciones entre los 23 y los 33 años, los millennials alcanzarían esta edad con 12.000 euros de retraso con respecto a los nacidos durante la década anterior.
Gráfico 3.- La brecha de ingresos acumulados
Fuente: 'La generación de la doble crisis', por Ariane Aumaitre y Jorge Galindo, publicado por EsadeEcPol y Friedrich Neumann Foundation; datos de EU Silc.
Estos años perdidos pueden suponer, además, un retraso fundamental en los proyectos vitales de esta generación. Ejemplo de ello es la edad de emancipación: según datos de Eurostat, los jóvenes españoles se emancipan en media a los 29,5 años, cuatro años más tarde que la media de la Unión Europea, y las cifras son similares para el resto de países del sur (destacando los 30,9 años de media en Italia). Otro indicador clave son las dificultades a la hora de formar una familia. Como muestra el Gráfico 4, la caída de la fertilidad en España es drástica de una generación a otra, algo que puede considerarse consecuencia directa de las brechas en ingresos y empleo analizadas más arriba.
Gráfico 4.- La evolución de la fertilidad
Fuente: EU Silc.
El sur de Europa: crisis y lastres estructurales
Hasta ahora, los datos analizados muestran un patrón generacional claro y específico al sur de Europa: las brechas generacionales no surgen en Alemania, caso de control en el estudio, y durante el proceso de elaboración del informe se comprobó que tampoco eran los casos de Francia o Suecia. ¿Cuáles son las causas de esta divergencia tan marcada?
Por una parte, están los factores coyunturales. La crisis de 2008 fue especialmente dura con los países del sur, donde se pudieron ver incrementos altísimos en los indicadores de desempleo juvenil (según Eurostat, el desempleo juvenil en España en 2013 era de un 55,5%, mientras que en Alemania la cifra apenas alcanzaba un 7,8%). Esta mayor incidencia de la crisis puede explicar por qué es en estos países donde surgen las brechas generacionales, pero para entender sus consecuencias a medio y largo plazo es necesario analizar los factores estructurales relacionados con los sistemas laborales y de protección social de los países del sur de Europa.
La estructura de estos mercados laborales desempeña aquí un rol crucial, al encontrarnos con niveles de precariedad y dualidad laboral especialmente elevados en los que los trabajadores que aún no han entrado en el sistema, como jóvenes u outsiders se encuentran ante condiciones precarias, empleos de baja calidad y enormes dificultades para desarrollar una carrera profesional. En el caso específico de España, este mercado laboral interactúa con una estructura de políticas activas de empleo poco efectivas, al estar muy centradas en subvencionar la contratación a las empresas y poco focalizadas en la formación a lo largo del ciclo vital.
La 'doble crisis'
¿Qué salidas hay para esta generación en el contexto de una nueva crisis? En el informe se recogen los datos de la primera Encuesta de Población Activa (EPA) que midió el impacto de la crisis de la Covid-19, donde se aprecia cómo las pérdidas de empleo del segundo trimestre de 2020 se cebaban con esta generación de la doble crisis, y especialmente entre aquéllos sin estudios superiores. Más recientemente, un estudio de 40db señaló cómo las personas que tienen entre 24 y 39 años son quienes más ingresos están perdiendo con la pandemia.
En ausencia de políticas públicas dirigidas a este colectivo (regulación laboral, políticas de vivienda, conciliación, formación a lo largo del ciclo vital o una mejor protección social en las transiciones laborales), es posible que la herida que han abierto estas dos crisis no llegue a cicatrizar a lo largo de la vida adulta de esta generación. Y que, en este proceso, muchos se vean obligados no sólo a posponer proyectos vitales, como ha sucedido hasta ahora, sino que no lleguen a llevarlos a cabo.