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El poder institucional se consigue en las urnas

Yanina Welp

6 mins - 20 de Diciembre de 2021, 19:27

Estimadas lectoras, estimados lectores,

Mark Lilla, catedrático de Humanidades en Columbia, ha escrito sobre la fragilidad del mundo occidental, un mundo creado por la rebelión intelectual contra la teología política. Afirma en la introducción a The Stillborn God (Penguin, 2008) que "our world is fragile –not because of the promises of our political societies fail to keep, but because of the promises our political thought refuses to make"; una invitación a reflexionar sobre el vacío que podría dejar la secularización del mundo, algo que ha sido objeto de estudio para la antropología y la teoría cultural, pero apenas contemplado por la teoría política.

En 2017, Lilla publicó The Once and Future Liberal: After Identity Politics (Harper Collins), un libro que suscitó polémica por explicar la crisis del Partido Demócrata en Estados Unidos como una consecuencia del auto-confinamiento territorial e ideológico del partido: se concentró en los centros urbanos de las dos costas, en una élite mediática y en las universidades; y, en paralelo, abandonó espacios de disputa electoral para sumirse en el movimientismo activista. No es que no reconozca Lilla el valor y las aportaciones del activismo y los movimientos sociales al avance de los derechos en Estados Unidos, sino que plantea que los cambios más relevantes se orquestan desde las instituciones; o, en otras palabras, que el poder para actuar se consigue en las elecciones.

También critica las políticas de identidad; no porque niegue la necesidad de ocuparse de estas demandas, sino porque considera que sin un proyecto político común que opere como marco general, las políticas identitarias no sólo no permiten alcanzar el poder, sino que dejan el campo libre a los republicanos, que sí han mantenido su presencia en todo el territorio, incluyendo las iglesias. The Once and Future Liberal es una lectura inspiradora para pensar lo que el proceso de secularización europeo y la evolución de la socialdemocracia en el continente han dejado por el camino (sin ninguna pretensión de hacer extrapolaciones ni de asumirla como doctrina). Simultáneamente a los cambios en las preferencias religiosas, se hacen evidentes dos tendencias centrales para pensar la política y la religión de este lado del Atlántico: una refiere a la diversidad entre países; la otra, a la fuerza que vuelven a ganar los temas religiosos en algunos. La secularización del mundo y su reverso han sido tema de otras newsletters recientes (aquí y aquí) y han abierto más caminos para el análisis. Los datos, a su vez, animan a considerar los contextos.

El gráfico muestra que el posicionamiento ideológico no correlaciona con las creencias religiosas en todos los países: aunque con algunas diferencias, tanto izquierdas como derechas son muy religiosas en Georgia y Turquía, y otorgan escasa importancia a la religión en Dinamarca y Alemania. En España es mucho más marcada la diferencia entre izquierda (la mayoría considera poco importante la religión) y derecha (la mayoría la considera importante o muy importante). Tanto en Portugal como en Italia tiene mayor peso que en España. 
 

De la socialdemocracia y sus redefiniciones y articulaciones con el género, la edad, los sindicatos, la polarización, la agenda LGTBI, o la migración, por mencionar algunos, nos hemos venido ocupando extensamente. Hoy vamos con algo menos explorado: el peso de la religión en la agenda de los partidos y en la de sus electorados. Se ha analizado cómo en Francia algunos valores asociados a la República y a la izquierda son ahora instrumentalizados por todo el espectro de la derecha contra la supuesta influencia de la ideología islamo-izquierdista. Y también que esto podía haber dado lugar a un modelo de gobernanza de lo religioso profundamente intervencionista. ¿Qué pasa en España con el posicionamiento de los partidos y sus electores? Anticipo del artículo que leerán a continuación: se preguntaba Alberto López (editor de la sección Agenda SocialDem): ¿por qué fue tan importante la visita de Yolanda Díaz al Papa? Su respuesta: "Porque lo que sustancialmente diferencia al electorado del PSOE del resto de la izquierda no es tanto la edad, ni el género ni la clase. Es la religión (católica)". Del análisis se encarga nuestro primer artículo de hoy. Seguimos con un estudio del giro de la socialdemocracia en Suecia y cerramos con la sentencia sobre la inmersión lingüística en Cataluña.

Las dimensiones religiosas de la izquierda española: partidos y electorados

Antes del surgimiento de Vox, España era uno de los países de Europa Occidental donde menos referencias negativas al islam y menos valoración positiva del cristianismo podíamos encontrar entre los partidos políticos. La aparición del partido ultra lo cambió todo. ¿Se redefine la religiosidad en los programas partidistas? ¿Y se refleja esto en sus electorados? Responden Xavier Romero-Vidal y Jakob Schwoerer. Aquí, en inglés. 

Suecia ha sido históricamente un modelo de estabilidad y promoción del Estado del bienestar. Sin embargo, si por un lado la fragmentación y polarización han generado mayor dinamismo (ejemplificado por la renuncia de la primera ministra siete horas después de asumir), por otro las desigualdades crecen y entran más fuerte a la disputa electoral. Magdalena Andersson volvió a ser electa y con un Gobierno minoritario anuncia la recuperación del sistema de bienestar. ¿Giro a la izquierda y nueva época? El análisis de Maria Oskarson. Aquí en inglés.

No es función judicial fijar la lengua vehicular ni el contenido de materias educativas

Hace unos días, una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) ordenó al Govern de la Generalitat garantizar que el castellano se imparta, como mínimo, en el 25% de las horas escolares. Alba Nogueira López analiza el escenario abierto en perspectiva judicial y, con contundencia, afirma que "es profundamente anómalo y excede de la función judicial fijar porcentajes de uso del español en la educación", porque los tribunales no legislan. Imperdible.


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Yanina Welp
Coordinadora editorial
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