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Sociedad, iglesia y Estado

Yanina Welp

5 mins - 13 de Diciembre de 2021, 18:49

Estimadas lectoras, estimados lectores,

en la última Agenda España nos ocupamos de 'lo que no cayó con el muro' y centramos el análisis en las claves de posicionamiento ideológico en términos de derechas e izquierdas. Hoy, con Francia en la mira, proponemos observar la relación entre sociedad, iglesia y Estado. El tema –como se  afirma en nuestro primer artículo de hoy– es omnipresente en la campaña por las presidenciales que tendrán lugar en medio año. Desde Agenda Pública lo hemos tratado en sus distintas aristas: es una cuestión de derechos individuales y de definición pública del espacio correspondiente a la religión; y es una dimensión en torno a la que se articulan tanto la política doméstica como la internacional. Empecemos por esto último. Ana Belén Soage ha señalado que en el mundo hay más 1.600 millones de musulmanes. El gráfico a continuación muestra que las proyecciones de crecimiento son que aumentará hasta los 2.760 millones, mientras el porcentaje de población cristiana se mantendrá estable (crecerá el número absoluto, pero no su representación global). La principal explicación de este crecimiento es la elevada tasa de fertilidad de la población musulmana y su mayor juventud en promedio (datos de Pew Research Center).
 

Sin embargo, lejos de referir a un grupo homogéneo, el islam que se practica varía enormemente dependiendo de factores históricos, geográficos y socio-culturales. Además de su vertiente mayoritaria, la sunní, hay chiíes, ibadíes, drusos y ahmadíes, entre otros, que plantean a su vez distintas escuelas de jurisprudencia del islam, las doctrinas sunní, yaafarí, zaidí, alawí e ismaelí dentro del chií. Quien quiera comprender, que evite las lógicas binarias y simplificadoras. Pero más acá de aquella heterogeneidad, las disputas en el interior del mundo islámico han conducido al dominio de las interpretaciones más conservadoras, lo que se explica en gran medida por la promoción de las mismas por parte de Arabia Saudí y otros estados del Golfo. Y aquí, los problemas de conciliar los intereses económicos con los de la defensa de los derechos humanos y el pluralismo son retos de los que España no ha quedado exenta. El islam y el islamismo son parte de las dinámicas de disputa por el poder global.

En Europa, pocos países viven con mayor intensidad la presencia del debate sobre la religión en el ámbito electoral que el país de las luces. La mayoría de los responsables políticos está de acuerdo en que hay que distinguir el islam como religión del islamismo como expresión de la radicalización del islam; un poco como los republicanos diferenciaban entre catolicismo y clericalismo un siglo atrás. Al catolicismo le costó mucho aceptar la república laica. ¿Será cuestión de tiempo, entonces? Pues no, nada parece sugerir tal cosa.

La campaña en Francia muestra que algunos de los valores asociados a la república que hasta hace unas décadas parecían patrimonio de la izquierda son ahora capitalizados por la totalidad del espectro de la derecha para instrumentalizarlos y convertirlos en arma arrojadiza contra el militantismo anti-racista y feminista, contra la supuesta influencia de la ideología islamo-izquierdista. Es evidente que el peso de la religión en la sociedad y en el debate político varía entre países (como muestra el gráfico a continuación), pero no suena descabellado esperar algunos cambios en las tendencias generales.
 

Así, la secularización del mundo, que parecía avanzar a paso firme por Occidente durante buen parte del siglo XX, comienza a declinar y/o a resignificarse. No es el neopentecostalismo lo que se expande, como ocurre en América Latina, pero sí una lógica semejante de acción y reacción que tiene en la ultraderecha un protagonista con capacidad para instalar los marcos en los que se da la discusión. Un gran reto para Francia, un gran reto para las democracias europeas. Nuestro primer artículo de hoy se ocupa de la laicidad en Francia. Seguimos con una propuesta de transformación para ampliar la ciudadanía en tiempos críticos.

La laicidad francesa, ¿separación estricta entre el Estado y la religión?

Víctor Albert Blanco se sumerge en el análisis de la definición histórica de la laicidad en Francia para sostener que, más que un modelo de estricta separación entre el Estado y la religión, en que esta queda circunscrita al ámbito privado, se trata de un régimen de gobernanza del hecho religioso profundamente intervencionista.

Tejer ciudadanía social más allá del Estado de bienestar

Hirschman sintetizaba en tres las pulsiones conservadoras que surgen ante cambios de época: futilidad, riesgo y perversidad, que conducen a la banalización y a la lógica de la fatalidad: mejor no cambiar nada. Como la realidad no conduce a la inacción o a la resistencia, Gemma Ubasart y Ricard Gomá proponen leer las dimensiones del cambio de época como coordenadas de reconstrucción de ciudadanía. Un artículo de Agenda Pública para El País

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Yanina Welp
Coordinadora editorial
 
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