Existe, sin lugar a dudas, una derechización objetiva del debate público. El paisaje mediático eleva a debate ordinario la cuestión de la identidad nacional con constantes invitados de (extrema) derecha. Se ha vuelto costumbre debatir en las principales cadenas francesas sobre la islamización, la pérdida de la identidad nacional por la presencia de la bandera de la Unión Europea en el Arco de Triunfo, la islamo-izquierda (islamogauchisme) de la universidad, la
gran sustitución (
grand remplacement) de la civilización cristiana y blanca por otra musulmana y racializada, los supuestos efectos destructores de la
teoría del género en los niños y en las niñas, la inseguridad en los barrios por la presencia de inmigrantes
no asimilados, etc.
Gráfico 1.- El 36% de los invitados de CNews son de extrema derecha
Fuente: 'Libération' (Alice Clair/Julien Guillot/Savinien de Rivet).
Los sondeos o la profecía auto-cumplida
Sin embargo, cómo señala el politólogo Alexandre Dézé, y contrariamente a la idea de los sondeos y comentarios en los medios de comunicación, el índice de apoyo a las ideas del Frente Nacional (Agrupación Nacional, AN, desde 2018) no ha aumentado. Desde hace 40 años se mantiene en un 30%. De hecho, hoy es del 26%, igual que en 1984, y en 1991 era del 32%. No hay aumento progresivo.
Dézé señala que si el RN aparece fuerte en los sondeos es rentable para todo el mundo. Los medios venden más y los institutos de sondeos ganan en valor y difusión. Sin embargo, no se corrigen sesgos muy importantes que luego explican por qué se sobrestimó tanto a AN en las elecciones regionales y departamentales de 2021. Los politólogos Nonna Mayer y Vincent Tiberj han
mostrado los sesgos de los cuestionarios en línea dominantes. Estos sondeos
ómnibus no verifican la identidad de la persona y son cuestionarios interminables (con centenares de cuestiones) que empiezan preguntándote por el uso del coche o la lavadora y terminan haciéndolo sobre si Francia debe seguir siendo un país cristiano. No hay forma de controlar las repeticiones y la sinceridad, y excluyen
de facto a los que responden menos: mujeres, jóvenes y/o precarios. La Ciencia Política ha mostrado cómo la competencia para responder y participar en política se distribuye desigualmente según la formación y la edad, al igual que en función de un sentimiento de legitimidad bastante masculino. Pero, sobre todo, estos sondeos tienden a sobreestimar las posiciones radicales por la
soltura y menor seriedad de los voluntarios ante este tipo de ejercicio que sortea el sesgo de
deseabilidad social ante el encuestador. Además, estos sondeos se hacen con las personas convencidas de ir a votar: una población de mayor edad y de clases superiores que tiende a votar más a la derecha.
La proliferación sin precedentes de sondeos electorales con titulares tendenciosos ha contribuido a hacer posible la candidatura de Zemmour (que ya se está desinflando) como a hacer creíble la desdiabolización (dédiabolisation) de la formación de Marine Le Pen.
Gráfico 2.- Ejemplo de sondeo 'ómnibus' en línea sobre propuestas de Zemmour
Fuente: Ifop.
¿Son los franceses cada vez más intolerantes?
Gráfico 3.-Evolución de los índices de tolerancia por minorías desde 1990 a 2018
Las encuestas de valores, con cuestionarios online complementados de otros cara a cara, muestran que Francia se mantiene como un país con una aceptable tolerancia en el plano social, cultural y redistributivo. Las demandas de redistribución y justicia social se han mantenido elevadas durante el Gobierno de Emmanuel Macron, teniendo su pico en la ola de protestas de los chalecos amarillos (2018-2019), cuando éstas consiguieron poner en el centro del debate las cuestiones de fiscalidad, de desigualdad o de insuficiencias democráticas con un nivel de apoyo social sin precedentes (por encima del 65%).
Por otro lado, pese a lo que pudiera parecer con los telediarios abriendo con las estimaciones de sus candidatos ultras, la sociedad gala no vive una progresión de actitudes intolerantes contra las minorías, ni siquiera tras los atentados de 2015, según el barómetro sobre la lucha contra el racismo (CNCDH). Sin embargo,
eso no quita que no haya una jerarquía del rechazo: la comunidad judía y la población negra siguen siendo bien aceptadas, mientras que los magrebíes y después los musulmanes lo son menos y los gitanos franceses, gravemente rechazados; pero el índice de tolerancia elaborado por Tiberj, que mide la aceptación de las minorías, la posición ante el lugar de las mujeres o la aceptación de la homosexualidad, muestra un progreso acentuado por la renovación generacional.
Aun así, no debe hacerse una asociación mecánica entre intolerancia y mayor edad; hay un efecto de contexto con la democratización educativa y la evolución de los valores: los
boomers son hoy más tolerantes que antes. Y a pesar de que existe un racismo
socialmente aceptado, que sustituye cada vez más al racismo biológico y que pone el acento en los
valores o en la
cultura como algo homogéneo e inalterable a lo que los musulmanes, por ejemplo, no se adaptarían, los movimientos y partidos reaccionarios parecen en realidad el signo de la norma anti-racista que buscan batir y las supuestas amenazas que buscan explotar.
Gráfico 4.- Evolución de la tolerancia por cohortes de nacimiento
Fuente: Informe 2019 sobre la lucha contra el racismo, el antisemitismo y la xenofobia.
Aumento del 'no nos representan'
Gráfico 5.- Posicionamiento izquierda/derecha (1976-2021)
Fuente: Tiberj, V. (2022). 'À force d’y croire: la France s’est-elle droitisée?' | 'Revue Esprit'.
Las actitudes progresistas, en términos de valores, deben compararse también con el auto-posicionamiento político para medir la hipotética derechización social y entender por qué las ideas existentes de izquierda no se encarnan electoralmente. La evolución importante es el aumento del 'ni izquierda ni derecha' (+11 % entre 2012 y 2019 y que llega hoy al 47% según la compilación de Tiberj); gente que no se reconoce o se opone a la oferta política y que tiene más probabilidades de abstenerse. Son las encuestas sobre las elecciones presidenciales que dan cuenta de un menor reconocimiento en la oferta de izquierda, pero la derecha se mantiene relativamente estable. Desde 2017, el fenómeno político destacable es la crisis de representación.
Gráfico 6.- El posicionamiento izquierda/derecha en las presidenciales
La distancia entre izquierda y derecha se ha reducido entre categorías medias y superiores, pero especialmente entre las clases populares. Por ejemplo, desde 2017 sólo un 26% de obreros se reconoce en la izquierda, un 52% no se posiciona y la proporción de los que se reconocen en la derecha sigue siendo la misma (23%). La derecha resiste mejor a la crisis de representación por la fidelidad de su electorado de mayor edad y de clases superiores, mientras la izquierda ha pasado del 43% del voto en 2012 al 28% en 2017.
Gráfico 7.- El diferencial de posicionamiento izquierda/derecha según la profesión
Fuente: Tiberj, V. (2017). 'Running to stand still: Le clivage gauche/droite en 2017'. 'Revue française de science politique', 67, 1089-1112.
¿Es Agrupación Nacional el nuevo partido obrero?
A la tesis de la derechización de la sociedad francesa en su conjunto, se suele unir la de la derechización de las clases populares en particular. Si no todas las clases populares son de derechas, hoy más que ayer votan a la derecha. Sin embargo, la mayoría se caracteriza por su relación distanciada respecto a la política. Según el estudio de la fundación Jean Jaurès, la candidatura de Zemmour parece funcionar mejor entre las clases superiores que entre las partes inferiores de la jerarquía social. Por el contrario, la formación de Marine Le Pen obtuvo en 2017 sus mejores resultados entre los obreros (37%) y los empleados (32%).
Gráfico 8.- Profesión del entrevistado (sociología de los electores 2017)
Fuente: Ipsos.
Pero este suceso en términos relativos no puede ocultar ni el buen resultado cosechado entre los grupos populares por parte de la Francia Insumisa de Mélenchon ni que el diploma, la edad y la (no)profesión siguen siendo criterios fuertemente discriminatorios para entender la participación en la contienda electoral. Un joven obrero sin diploma es el mejor retrato robot de un posible abstencionista. Suele presentarse también a AN como el primer partido entre los jóvenes. No obstante, los medios suelen obviar la parte igual de importante que no está inscrita o se abstiene: un tercio, según las franjas de edad.
Gráfico 9.- Participación electoral a las elecciones presidenciales de 2017 de una parte de las categorías de población definidas por el Insee, en % de personas encuestadas
Varios casos de estudio sobre las clases populares revelan, en distintos grados, la existencia de lo que el sociólogo Olivier Schwartz llama la "conciencia social triangular", que puede traducirse por un voto de extrema derecha: un deseo de distanciarse tanto de la parte inferior de la jerarquía social (las fracciones precarias a menudo racializadas) como de la parte superior (las élites culturales y políticas). Pero varios sociólogos muestran cómo esta captación, mediante una cultura del esfuerzo arraigada en el contexto popular, es sólo potencial y no podemos esencializar las identidades sociales y políticas. Otras candidaturas de izquierda pueden lograr buenos resultados entre las clases populares. Y los chalecos amarillos, por ejemplo, mostraron la posibilidad de construir alianzas populares unidas principalmente contra las clases dominantes o, por lo menos, de poner de nuevo en el centro la cuestión social en detrimento de la cuestión migratoria o de la identidad nacional que tanto ha traído a colación la formación de Le Pen.
En un contexto de desestructuración de los grandes colectivos de trabajo, de crisis de las estructuras políticas y sindicales, la izquierda francesa aparece como desunida, poco audible, con muchas dificultades para dirigir el debate o vertebrar ideas progresistas existentes, y no moviliza a sus electores. La derecha resiste mejor la deserción electoral y se consolida, pero no se extiende a pesar de su presencia mediática. En definitiva, sería más justo hablar de 'des-izquierdización' electoral, por desmovilización, que de derechización. Sin embargo, nada está escrito y la candidatura de izquierdas mejor posicionada para las elecciones de abril podría beneficiarse del voto útil y pasar a la segunda vuelta; tal y como estuvo a punto de suceder con Mélenchon en 2017.