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¿De qué se ríe el 'emperador' de El Salvador?

Yanina Welp

5 mins - 3 de Noviembre de 2021, 18:57

Estimadas lectoras, estimados lectores,

Una corriente historiográfica sostiene que las independencias latinoamericanas siguieron la estela de las revoluciones francesa y norteamericana y sus incipientes ideales de construcción de un sistema político basado en la ciudadanía. Otra corriente, en cambio, las ha definido como un asunto de familia española. Bolívar habría sido, sí, un republicano, un hombre del siglo XVIII, pero él mismo expresó su sorpresa al ver a los revolucionarios mexicanos: los caudillos son sacerdotes y cargan a la Virgen de Guadalupe. Nos decía Enrique Krauze en una entrevista para Agenda Pública: "Morse creía que la independencia era un asunto interno de la familia hispánica. Yo tiendo a creer que es así y que estas sociedades se quedaron huérfanas y por eso emergen los facundos, los caudillos, estas figuras de los pequeños monarcas sin corona".

Pequeños monarcas sin corona que llegan al poder cabalgando sobre las reglas de unas democracias deficitarias para desplazar a élites enquistadas en sus privilegios y luego enquistarse ellos, sin tapujos, en el poder. Nicaragua es un dramático ejemplo del tránsito desde aquellas ilusiones (la revolución sandinista, celebrada por muchos intelectuales progresistas en el mundo democrático) a estos delirios de grandeza y permanencia a cualquier precio (como evidenció el esperpéntico manejo de la pandemia por el Gobierno de Daniel Ortega). Nayib Bukele en El Salvador sigue, a grandes rasgos, una vía clásica de avance hacia un sistema de partidos no competitivo con apoyo popular. Lo que sorprende es la velocidad con la que se está cargando las instituciones de control, y que mantiene sus apoyos con instrumentos del siglo XXI. El joven presidente tuitero ha legalizado el Bitcoin en el país (el 8 de junio se aprobó la ley que le da curso legal, con el rechazo de apenas 19 parlamentarios que consideraron aberrante introducir una moneda no tutelada por nadie). Mucho por analizar en un país en el que las remesas constituyen más del 20% del PIB.

Los liderazgos populistas suelen tener, en el corto plazo, un efecto positivo, subiendo la confianza en la democracia (véase en el gráfico el cambio en México, con datos de Lapop comparando entre 2016 y 2018). Pero el apoyo democrático viene cayendo en América Latina, y especialmente en algunos países de Centroamérica. La insatisfacción que sostiene esta tendencia puede ser moldeada por los discursos del odio que, apelando a las emociones y al enfrentamiento, consiguen la adhesión de sectores importantes del electorado (pasó en Brasil).

La pandemia ha afectado a todos los países del mundo, aunque con diferente intensidad, lo que correlaciona más con las capacidades estatales y disponibilidad de recursos que con los liderazgos. Sin embargo, la política es relevante y también sus expresiones. El Salvador es uno de los países más perjudicados: de cada 10 habitantes, cuatro se encuentran en situación de pobreza, crecen las actividades ilícitas y la migración se convierte en la única esperanza para muchas personas. Las protestas son reprimidas y el presidente responde a sus críticos poniendo en Twitter su foto con una corona de laureles, como el César. Se ríe, pero no hace gracia.

Nuestra #FarWest de hoy viene con tres artículos que se ocupan de profundizar en el estado de las democracias en la región, las perspectivas electorales en Nicaragua (las presidenciales son el próximo domingo) y el rol del periodismo en contextos como el salvadoreño. 

Democracia y elecciones como regla
Recuerda Miguel Ángel Lara Otaola que América Latina es hoy radicalmente diferente al espectáculo negro de las dictaduras de los 70. Sin embargo, cabe atender a las claras señales de alarma que emergen, con El Salvador en la senda de Nicaragua y Venezuela.
 
Nicaragua: elecciones en el único país del mundo sin periódicos impresos
¿Qué papel cumplen las elecciones presidenciales en un país donde se reprime la protesta, se impide el ejercicio de las libertades y se encarcela a la oposición? Alina Ripplinger identifica tres objetivos de la dictadura, a partir de los que señala un escenario para las acciones u omisiones de la reacción dentro y fuera del país.

El periodismo frente al populista
Desde un país en que cada vez es más arriesgado plantear debates y disidencias, Saul Hernández Alfaro recuerda que “el periodista también es un actor político y está llamado, con su acción, a corregir su relación distante con la realidad de la gente, poniendo en el centro las condiciones de vida de los ciudadanos para los que escribe sin quitar la lupa sobre las actuaciones del poder”.

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Hasta la próxima, 

Yanina Welp
Coordinadora editorial
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