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¿Energía del futuro suficiente, limpia y segura?

Luis Moreno Fernández, Raúl Jiménez Tellado

12 mins - 27 de Enero de 2022, 17:17

El ser humano no se preocupa por el peligro a largo plazo. Mientras nos fatigamos intensamente, y con razón, por evitar las consecuencias mortales de la Covid-19, nos mostramos refractarios a ponderar los peligros potencialmente aniquiladores de la vida inteligente de los homínidos. Prestamos menos atención, en suma, a las causas evitables de otras muertes.

En realidad, el cambio climático y el calentamiento global ya constituyen el peligro más importante que acecha a la raza humana; y es causa directa e indirecta de millones de fallecimientos en todo el mundo ('The Lancet'). Debiéramos haber actuado contundentemente hace 50 años, cuando nos avisó el informe 'Los límites del crecimiento', del Club de Roma, de 1972). Pero ni hemos limitado nuestro crecimiento desaforado ni hemos reducido las emisiones que continúan envenenando nuestro planeta. Seguimos mirando hacia abajo, como se nos sugiere en la reciente y exitosa película Don't look up.

Tal y como nos indican las tendencias de futuro, los humanos vamos a necesitar energía limpia y barata casi ad infinitum. Durante los últimos 50 años, el consumo humano generado mediante recursos energéticos se ha triplicado. Prospectivamente, las necesidades energéticas tanto en nuestro planeta como en el sistema solar (sin ninguna duda a través de la exploración robótica, ya que el ser humano no está adaptado para la vida en gravedad cero) serán enormes. Necesitamos energía limpia sin más dilación.

Dejando aparte opciones quiméricas como retornar a una vida en las cavernas sin electricidad ni frigoríficos, ¿qué solución inmediata podemos articular efectivamente? Es legítima y respetable la propuesta del decrecimiento económico, es decir, procurar la sostenibilidad económica reduciendo drásticamente el consumo de bienes y energía. Sin embargo, se nos antoja poco plausible dados nuestro Weltanschauung y universo axiológico predominantes. Pero el incremento del uso energético debe conciliarse con la consecución del enfriamiento global, nuestro gran objetivo existencial.

La reciente noticia de que el proyecto Sol artificial ha conseguido mantener una reacción de fusión nuclear durante unos 17 minutos debiera haber reclamado mayor atención ciudadana. Debemos ser cautos con estos anuncios que provienen de un país donde el secretismo y la manipulación informativa vienen impuestos por un régimen de tecno-dictadura con proclamas comunistas y prácticas capitalistas depredadoras pero, de confirmarse, el logro chino se enmarca dentro del esfuerzo mundial Iter a fin de lograr un reactor eficiente de fusión a medio plazo (unos 50 años). Sería un avance singular haber alcanzado la fusión nuclear de hidrógeno en helio, imitando así en un laboratorio al propio Sol. Se nos indica que el reactor chino es más caliente que el centro del Sol en un factor 5.

Algo a destacar diferencialmente es que estos avances se efectúan en el país de Lejano Oriente y no en Europa o EE.UU. Valga el apunte digresivo de subrayar comparativamente el creciente decalaje en la financiación de la actividad científica y de la promoción de la sociedad del conocimiento en el Viejo Continente y Norteamérica.

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La fusión nuclear será la fuente de energía ideal ya que es limpia, no produce ninguna emisión, no genera residuos radiactivos de larga duración (más de 500 años) y no tiene problemas de que el reactor entre en criticalidad (reacción nuclear descontrolada), ya que en realidad no hay reactor per se. Pero la fusión nuclear está todavía lejos de ser una realidad efectiva, en un horizonte de 20-50 años. Transcurrirá demasiado tiempo para ayudarnos a solventar el problema del calentamiento global.

Otras noticias reclaman nuestra atención hacia la procura de energía suficiente, limpia y segura, características a las que habría que añadir un coste asequible e, incluso, barato en comparación con las otras fuentes energéticas ahora disponibles. Pensemos en la energía nuclear de fisión moderna.

Ya hemos descrito en estas páginas las razones que avalan el uso de la energía nuclear para enfriar el planeta. Ahora, y usando como pretexto coyuntural la iniciativa de la Unión Europea de discutir la inclusión taxonómica de esta energía en una categoría ecológica y verde, o en otra intermedia ámbar que valora el Gobierno español para la energía nuclear y la producida por el gas, retomamos el debate. El objetivo de la nueva taxonomía energética propuesta por la Comisión Europea sería animar a los flujos de capital a invertir en la economía descarbonizada prevista en el Pacto Verde Europeo.

Los grandes avances tecnológicos que se están produciendo con los reactores de fisión llevan a algunos científicos a pensar que estamos cerca de vivir un momento 'modelo Ford T' en la producción de centrales nucleares pequeñas, modulares, seguras y económicas.

Es importante observar que rehuimos de especular sobre el desarrollo tecnológico y de hacer ciencia ficción. El cálculo de la energía que nos hace falta tener en cuenta es fácil de establecer (por supuesto, asumiendo que las leyes de la física no se violan).
 
Una alternativa prioritaria a la carbonización y el envenenamiento atmosféricos es la
optimización de los recursos y fuentes de energía renovable. Pero hagamos números. Para saber cuán aprovechable puede ser una placa fotovoltaica sólo hace falta asumir que su eficiencia cuántica pueda ser máxima (siempre será menor, pero es útil considerar la opción optimista y el límite teórico máximo). En el suelo (y de media en el globo terráqueo) hay 100 vatios por metro cuadrado que podemos obtener del Sol (en realidad, este número es sólo plausible mirando al sur en el hemisferio norte, o viceversa en el hemisferio sur, aunque la mayor parte de la masa terrestre se encuentra en el hemisferio norte). Pero la vida de las placas fotovoltaicas no es eterna. Es decir, se rompen y se degradan. Pese a estos imponderables, sigamos asumiendo que el valor de 100 vatios/metro cuadrados funciona siempre, aunque como hemos señalado en puridad no sea cierto. Considérese, por ejemplo, que todas las memorias de ordenador o smartphone están triplicadas o cuadruplicadas, ya que deben que tener bits de corrección porque los muones (rayos cósmicos) siempre están borrando lo que hemos grabado. Lo mismo pasa con el almacenamiento en la nube (Amazon o Google), ya que los discos se rompen cada microsegundo, así que deben disponerse de tres o cuatro redundantes para que, por ejemplo, este documento que redactamos en Google Doc siga manteniendo la información original.
 
En suma, de los 100 vatios previstos, en realidad vamos a obtener 25-35 por metro cuadrado. En el mundo nuestras necesidades ya son de 2x10 elevado a la 17ª potencia vatios a día de hoy. Muy probablemente serán de 10 a la 18ª en 10 años, pero usemos 10 a la 17ª (confiando que podamos mejorar el consumo de energía y ser más eficientes). ¿Conclusión? Nos hacen falta más de 10 a la 15ª m 2, aproximadamente una superficie equivalente a un cuadrado de 20.000 kilómetros de lado; o sea, la mitad de la superficie terrestre (se pueden imaginar soluciones de empaquetamiento o ponerlas en el mar, pero eso como mucho cambia un factor dos el lado del cuadrado). No debe olvidarse tampoco que las placas necesitaran de reparación constante, lo que implicaría la provisión de una infraestructura enorme de carreteras y servicios.


Para que las cuentas salgan, debemos obtener los casi 1 exa-vatios que necesitamos con fuentes que no sean ni carbón, ni petróleo ni gas. Parte de ellos están en la energía solar y eólica, por supuesto, pero no todos suman para cubrir las previsiones. La única fuente que sabemos que puede suministrarlos es la nuclear moderna.

El gran cambio en la energía nuclear se está produciendo de la mano de los reactores
modulares compactos. Se trata de reactores pequeños que generan menos de 500 megavatios y que ocupan un tamaño considerablemente más pequeño que uno tradicional (ocupan la superficie de una pista de tenis). Naturalmente, son modulares y pueden combinarse para producir más potencia si es necesario. Pero aparte de ser compactos, el mayor avance concierne a la mejora sustancial en seguridad. La gran ventaja de un reactor compacto es que se puede construir con el diseño llamado sal fundida (molten salt), lo que implica que el refrigerante y el combustible nuclear están mezclados en una sal. En este diseño, el refrigerante (sodio líquido) tiene una temperatura de ebullición más alta que la de la propia reacción nuclear que produce calor, de manera que es imposible que el reactor se sobrecaliente. Enfatizamos este punto de nuevo: con el nuevo diseño es descartable que los nuevos reactores tengan un derretimiento (meltdown) como el que se produjo en Chernobyl o Fukushima. Si se producen fallos, el reactor deja de funcionar por sí mismo.
 
Es útil entrar un poco en detalle sobre cómo funciona un reactor de fisión actual para que se entienda la gran revolución que significan los nuevos. Los clásicos sólo tienen un medio de controlar la reacción nuclear y es a través de las barras de grafito que moderan la reacción. Éstas se tienen que poner o remover, según se quiera
controlar el ritmo de la reacción, para que el reactor no se sobrecaliente. Los nuevos
no tienen este problema, ya que el combustible y el regulador están integrados en
una pelota (pellet). No importa si se corta la electricidad como pasó en Fukushima,
circunstancia que provocó que se pararan las bombas de agua que refrigeraban el reactor. Los nuevos ni siquiera tienen un circuito de refrigeración activo.

El nudo gordiano del dilema puede plantearse como lo ha hecho la Comisión Europea
planteando la discusión sobre la clasificación de las energías disponibles. Creemos que puede usarse una tecnología limpia, segura y que enfríe el planeta. Francia posee un largo y contrastado historial en la generación de energía nuclear. Otros países, como Alemania, se han declarado opuestos y han cerrado la mitad de sus centrales. El efecto ha sido que este país consume más carbón que nunca, el método más contaminante y dañino para el planeta. ¿Qué tipo de ecologismo verde es ése? David Frum ha explicado en detalle cómo el consumo de carbón se incrementó en Alemania después del cierre de las centrales nucleares. El motivo no fue otro que la debilidad política de la canciller y las concesiones que tuvo que hacer a los Verdes alemanes. El mismo problema existe en California, como se explica en el artículo de Frum.

Por su parte, el Gobierno español parece actuar con movimientos reflejos de rechazo a lo nuclear, pero haría bien en discutir más sistemáticamente. Sería deseable constituir una comisión de investigación y valoración en la que participaran expertos de las más variadas sensibilidades ideológicas y enfoques técnicos. Su eventual informe constituirá una base óptima para debatir y decidir desde el Parlamento, a ser posible de forma transversal.
 
Los  países que han seguido confiando en la energía nuclear han reducido sus emisiones de CO2 en la última década el doble que Alemania. Gran Bretaña lo hizo un 21%. Sin embargo, el uso de la energía del carbón en EE.UU. creció un 17% en sólo un año; Alemania, un magro 11%. Muy probablemente, si los países hubiesen promovido el uso de la nuclear estaríamos más cerca de alcanzar los objetivos de París.Es crucial reflexionar sobre un ámbito de actuación acuciante e inmediata como es el de electrificar el parque móvil mundial. Tanto coches como camiones y autobuses contribuyen masivamente a las emisiones de CO2. Es curioso que el gran paso adelante en la electrificación haya sido dado gracias a un pionero solitario como Elon Musk (no es la primera vez que un lobo solitario avanza la tecnología de la humanidad; sucedió con Brunel, a quien debemos los ferrocarriles) y no a la todopoderosa industria automovilística alemana, que sigue empeñada en seguir construyendo motores diésel. Empero, de poco va a servir electrificar la flota del parque automovilístico para que sus baterías se carguen con centrales de carbón, como está sucediendo en el país germano.

Hay que insistir en que la electrificación de los automóviles puede desempeñar un papel crucial en proporcionar un medio muy conveniente en donde almacenar la electricidad que se produjese en exceso. Dadas nuestras necesidades y el anunciado itinerario hacia el colapso planetario, creemos que, con carácter prioritario, deben desarrollarse y optimizarse las energías renovables; pero en paralelo debe procurarse, igualmente, la obtención de energía suficiente, limpia y segura que sustituya gradualmente, y de forma efectiva, las fuentes contaminantes y destructivas. La provista por fisión, y ojalá por fusión en un futuro no muy lejano, requieren nuestra atención seria e inaplazable.
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