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¿Seguirán en el poder los socialdemócratas portugueses?

Fabian Schmiedel

8 mins - 28 de Enero de 2022, 11:27

Este domingo, Portugal celebrará elecciones anticipadas, desencadenadas por el fracaso del Gobierno socialista en minoría a la hora de aprobar en el Parlamento los Presupuestos del Estado para 2022. El primer ministro, António Costa, quiere mantenerse en el poder, pero se prevé que su Partido Socialista (PS) no alcance la mayoría absoluta. A dos días de la fecha clave, el liberal-conservador Partido Socialdemócrata (PSD) está recuperando terreno y se sitúa a pocos puntos porcentuales de los socialistas. ¿Conseguirá Costa mantenerse en el cargo?

Una máquina sorprendentemente bien engrasada
En 2015, con gran euforia, los partidos de izquierda lograron formar un Gobierno socialista en minoría y elegir a Costa como su primer ministro. En ese momento, la izquierda se unió para impedir la reelección de Pedro Passos Coelho, del PSD. Este partido, que se autodenomina socialdemócrata, es en realidad, a diferencia de su nombre, el gran partido liberal-conservador de Portugal. Los observadores políticos de la época desconfiaban de la cooperación entre socialistas, comunistas, Bloco de Esquerda y Verdes. Esta alianza se conoce en el país como geringonça, una expresión para referirse a un equipo técnico que, de alguna manera, sigue funcionando pero necesita mantenimiento.

Inicialmente, la geringonça fue vista con escepticismo por algunos portugueses. En particular, no se esperaba que las facciones más radicales del izquierdista Bloco de Esquerda (BE) y del Partido Comunista (PCP) fueran partidarias a largo plazo del Gobierno socialista minoritario. Contra todo pronóstico, la cooperación funcionó casi a la perfección y resultó buena para los portugueses: hasta la pandemia, el país registró tasas de crecimiento estables y el desempleo se redujo a la mitad entre 2015 y 2019. Bajo el gobierno de izquierdas, los salarios y las prestaciones de la seguridad social aumentaron, mientras que las finanzas del Estado evolucionaron positivamente.

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En cuanto a la política exterior, bajo la Presidencia portuguesa de la UE (primer semestre de 2021) Costa demostró ser un socio fiable y comprometido mediante la aplicación del pasaporte digital de vacunación; y durante las visitas de Estado a Varsovia o Budapest, no tuvo miedo de criticar públicamente la reestructuración del Poder Judicial o la restricción de los derechos del colectivo LGBTIQ+.

Incluso durante la pandemia, Costa y su alianza de izquierdas apenas perdieron popularidad a pesar de las duras medidas adoptadas, entre ellas los toques de queda. El miedo de los portugueses a la Covid-19 se vio mitigado por las pruebas rápidas gratuitas, una tasa de vacunación superior al 90% para las segundas dosis y una tasa de hospitalización relativamente baja. Por ello, la pandemia ha tenido un papel insignificante en la campaña electoral.

Reputación sobre función
Si Costa se hubiera salido con la suya, la cooperación con el Bloco de Esquerda y los comunistas iniciada en 2015 podía haber continuado al menos hasta el final de la actual legislatura, en 2023. Sobre todo porque el proyecto presupuestario para este año contenía fondos para numerosos e importantes planes del Gobierno progresista, incluido más dinero para el sistema sanitario estatal (SNS), en particular para mejorar la atención médica en las zonas rurales; un incremento gradual del salario mínimo garantizado hasta los 900 euros mensuales en 2026 y un aumento del número de profesores en las escuelas públicas. Sin embargo, los comunistas y el Bloco no apoyaron el proyecto presupuestario de Costa.

Sus declaraciones al respecto pueden interpretarse en el sentido de que su no no se debía a su insatisfacción por partidas presupuestarias concretas, sino que los dos socios de la coalición temían que la cooperación a largo plazo con los socialistas debilitara su perfil como partidos de protesta. Por lo tanto, siguieron su conocida línea de argumentación: "Las cosas no van lo suficientemente lejos para nosotros y no haremos causa común con el Partido Socialista a largo plazo". Por tanto, el presidente, Marcelo Rebelo de Sousa, no tuvo más remedio que disolver el Parlamento y anunciar nuevas elecciones.



Formar Gobierno tras los comicios de este domingo no será fácil. Según los sondeos de opinión, lo más probable es que el PS vuelva a ser el partido más fuerte, e incluso pueda lograr una ligera mejora con respecto a las elecciones parlamentarias de 2019. Pero la forma en que un eventual Gobierno socialista pueda alcanzar la mayoría en el Parlamento está todavía en el aire. Tras el desastre presupuestario del pasado otoño, que ha llevado a una nueva e innecesaria convocatoria electoral, cualquier forma de cooperación renovada entre los socialistas, el Bloco y los comunistas puede hacer que se tambalee la ya menguante credibilidad de la izquierda portuguesa.


Las elecciones anticipadas juegan a favor del partido liberal-radical más pequeño (Iniciativa Liberal, IL), y del nacionalista de derechas Chega (que significa Basta). Ambos estarían encantados de ofrecer su apoyo al liberal-conservador PSD para formar Gobierno.

Mirar en la bola de cristal portuguesa es difícil en estos momentos. Hasta nueve partidos pueden entrar en la Assembleia da República, el Parlamento. Cada escaño valdrá su peso en oro.

Los escenarios más probables
En el primer escenario (y el más probable en términos puramente matemáticos), los votos del PS y dos posibles socios aliados podrían ser suficientes, ya que también hay pequeños partidos progresistas que estarían dispuestos a ayudar al PS de Costa a conseguir una mayoría suficiente. Uno de ellos es el eco-partido PAN, que en otoño pasado no votó en contra del Presupuesto, a diferencia de unos Verdes portugueses (PEV) que se presentan en una lista conjunta con los comunistas. Al PAN se le atribuyen actualmente entre dos y cuatro escaños que inclinarían la balanza hacia la izquierda. Otros apoyos pueden provenir del partido de izquierdas Livre, que desde su fundación aboga por una alianza de toda la izquierda y espera obtener un escaño parlamentario.

Un segundo escenario es el de un Gobierno en minoría de los conservadores, con una coalición del PSD y otros partidos de derecha y liberales económicos: En particular, el radical-liberal IL y el conservador Partido de Centro Democrático (CDS) no se alejan del PSD en cuanto a contenido: recortes fiscales para las empresas con objeto de activar la economía; reestructuración de la aerolínea privatizada TAP, a ser posible sin ayudas estatales; más iniciativa privada en el sistema sanitario y educativo; reducción de las tasas de radiodifusión, congelación del salario mínimo en 900 euros, etcétera.

Además, la Chega, nacionalista de derechas, estaría encantada de servir de apoyo a un Gobierno conservador y ganar así en importancia. En términos porcentuales, este partido puede ser el más beneficiado de las elecciones anticipadas, aumentando su número de escaños de uno a 12. Chega ya ayudó al PSD a arrebatar al PS el poder en las Azores en 2020.Y, por último, el tercer escenario sería la cooperación entre los dos grandes partidos populares, el PSD y el PS. Liberales-conservadores y socialistas han contado ya varias veces el uno con el otro; por ejemplo, en cuestiones de cambios constitucionales o en la introducción del euro. Juntos ya formaron el Gobierno del llamado Bloco central. Sin embargo, es dudoso que el nuevo líder del PSD, Rui Rio, ayude al socialista Costa a formar un Gobierno en minoría, y menos aún a negociar con él una coalición. Rio sólo lleva unas semanas en el cargo, sigue siendo muy controvertido dentro de su propio partido y difícilmente convencería a sus adversarios internos acercándose a los socialistas.

¿Y si los resultados electorales no permiten ninguna de estas opciones? Entonces se podría llegar a un acercamiento entre el PS, el Bloco de Esquerda y los comunistas para reeditar la
geringonça.

El propio Costa no está comunicando públicamente sus preferencias personales de coalición, y su credibilidad se hunde. A veces apunta a una mayoría absoluta, en otras ocasiones expresa su esperanza en el pequeño partido ecologista PAN, o bien afirma querer volver a los comunistas y al Bloco. También mantiene abierta la posibilidad de cooperar con el PSD. Sin embargo, con ello no haría más que ampliar las posibilidades de este último de llegar al poder y, a largo plazo, dificultar la búsqueda de gobiernos alternativos a la izquierda del centro.


Si los socialistas y el PAN no logran una mayoría el 30 de enero, los portugueses probablemente tendrán que prepararse para unas largas negociaciones para formar Gobierno. Pero aún existe la posibilidad de que el primer ministro recupere la confianza perdida de los portugueses en las alianzas de izquierdas.

 
(Este análisis se publicó originalmente, en inglés, en International Politics & Society, IPS)
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