Costa Rica, una de las democracias más estables y consolidadas en Latinoamérica, da inicio al calendario electoral regional de 2022. Este domingo 6 de febrero las y los costarricenses acudirán a las urnas para votar en el 18º proceso electoral ininterrumpido desde la segunda mitad del siglo pasado, la mayoría con alternancia de partidos en la Presidencia (no hay reelección consecutiva). Son 60 los puestos a elegir por un periodo de cuatro años: Presidencia, dos Vicepresidencias y los 57 escaños que conforman el Congreso nacional, un número bajo para una población de alrededor de cinco millones de habitantes y 3.541.908 de electores. El árbitro de la contienda es el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), organismo por primera vez liderado por una mujer en sus 72 años de existencia, tras la renuncia del anterior presidente, Luis Antonio Sobrado, el diciembre pasado.
El proceso electoral se llevará a cabo tras dos años de pandemia y ante una nueva ola de contagios. Esta situación ha llevado a que para el día de las elecciones se dictaminen lineamientos de bioseguridad y protocolos de salud por parte del organismo electoral y la entidad gubernamental sanitaria. Es importante resaltar que el TSE
señaló que
tener una orden de aislamiento por la Covid-19 no es impedimento para ejercer el derecho al voto, ni tampoco tener síntomas compatibles con la enfermedad.
Las próximas elecciones no sólo son atípicas por darse en medio de la pandemia y la situación sanitaria, económica y social que ésta ha provocado o profundizado, sino también por tener la mayor cantidad de aspirantes a la Presidencia, al menos desde la fundación de la Segunda República. Se trata de un total de 25 candidaturas presidenciales, con sus dos vicepresidencias respectivas.
¿Cómo hemos llegado a esto? A nivel estructural, la figura del partido político con identidad programática y capacidad de representación se ha debilitado y hay una pérdida de la identidad político-partidaria (es una de las instituciones peor evaluadas por la ciudadanía). Adicionalmente, las reglas para crear un partido político son sencillas. A ello se le suma que el Tribunal Constitucional ha cambiado las reglas para crear y para desinscribir estas organizaciones políticas, al eliminar requisitos (resoluciones
9340-2010 y
9340-2010). Esto ha provocado (en parte)
la existencia de partidos 'taxi' o 'franquicia', que se activan cada elección.
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¿Qué dicen las encuestas preelectorales sobre la intención de voto? Desde la opinión
experta sobre cuáles y cómo emplear los sondeos de opinión pública en tiempos de campaña electoral para juzgar la fiabilidad de sus resultados, las encuestas que cumplen dichos requisitos determinan que la contienda electoral por llegar a la Casa Presidencial se reduce a seis de las 25 candidaturas presidenciales (Instituto de Estudios Sociales en Población, de la Universidad Nacional,
Idespo-UNA, Centro de Investigación y Estudios Políticos de la Universidad de Costa Rica
CIEP-UCR, las de la
Universidad Latina y las de
Demoscopía). En todas ellas se indica que quien encabeza la intención de voto es el ex presidente de la república, José María Figueres Olsen (1994-1998) del Partido Liberación Nacional (PLN), hijo de José Figueres Ferrer, ex presidente del país, fundador del PLN y uno de los caudillos que lideró la fundación de la Segunda República.
No obstante, algunos de los estudios de opinión pública señalan en sus últimos informes un triple empate técnico con Lineth Saborío (Partido Unidad Social Cristiana, Pusc), ex vicepresidenta del país (de 2002 a 2006) y Fabricio Alvarado (Nueva República, PNR), cantante y
salmista neopentecostal, quien en 2018 pasó al balotaje bajo la bandera de otro partido (Restauración Nacional). A este último candidato, en función de sus propuestas programáticas y declaraciones, ha sido ubicado ideológicamente como un caso de derecha radical
(Treminio y Pignataro, 2021).
Según la encuesta de Ciep-UCR, los tres candidatos presentan un 15% (JFM-PLN), 14% (LN-PUSC) y 11% (FA-PNR), respectivamente, de la intención de voto. Resultados similares se presentan en otros sondeos como los del Idespo-UNA.
Los otros tres nombres que aparecen con un puntaje de intención de voto superior al margen de error en la encuesta del Ciep-UCR son el izquierdista José María Villalta, actual diputado y tercero a nivel nacional en las elecciones de 2014 (Frente Amplio, FA); Rodrigo Chaves (Progreso Social Democrático, PSD), ex ministro de Hacienda del Gobierno actual (por 184 días) y Eliécer Feinzaig, ex viceministro de Transportes (2001-2002) (Partido Liberal Progresista, PLP).
Cabe destacar que el candidato oficialista (Welmer Ramos), del Partido Acción Ciudadana (PAC) no supera el margen de error de las encuestas, lo que puede reflejar la impopularidad del Gobierno vigente.
Un dato que resalta es la presencia de partidos emergentes que no habían conseguido hasta ahora escaños legislativos. Son los casos del PNR, el PSD y el PLP y, en general, el de más de la mitad de los 36 partidos que compiten a nivel presidencial y legislativo). Sin embargo, no hay outsiders o candidatos procedentes del mundo del entretenimiento, y los seis líderes en intención de voto tienen experiencia en la función pública.
De los datos brindados por los sondeos se concluye que el resultado de la elección no está asegurado.
Ninguno de los candidatos alcanza el 20% del apoyo, y quedan lejos del umbral del 40% de votos válidos necesarios para triunfar en primera vuelta, lo que apunta a que habrá balotaje.
Quienes lideran la intención de voto son los indecisos: el 41% de las personas dice no tener un candidato o candidata de preferencia (Ciep-UCR), y el sondeo de Idespo-UNA sube este porcentaje al 49%. Un 13% (Ciep-UCR) ha respondido que no votará el 6 de febrero, frente al 87% que manifiesta que sí lo hará. Este alto porcentaje muestra que, teniendo claro que irán a las urnas, tienen grandes dificultades a la hora de escoger a quién.
En Costa Rica, las elecciones han sido la institución central de la cultura política y
se ha mantenido un alto apoyo a la democracia (un 71%). Sin embargo, la satisfacción baja al 51,8% (Lapop- Barómetro de las Américas), lo que indicaría que estamos ante un déficit democrático (
Norris, 2011); es decir, el desequilibrio que puede darse cuando la ciudadanía demanda democracia pero se declara insatisfecha con la misma, al defraudar sus expectativas. Los datos sugieren que
el acervo democrático puede estar agotándose.
¿Que demanda el electorado? Los principales problemas señalados por la ciudadanía son el desempleo, el coste de la vida y la corrupción (Idespo-UNA y Ciep-UCR). Asimismo, los electores tienden a favorecer "la intervención estatal en la economía y la disminución de inequidades"
(Treminio y Pignataro, 2021). Por otro lado, no sorprende que la corrupción destaque como problema, ya que en del año pasado se dieron casos como el
Cochinilla y el
Diamante, relacionados con la construcción de obra pública tanto a nivel nacional como sub-nacional. Estos casos se han saldado con la detención de funcionarios públicos y personas empresarias importantes.
Por el lado de la oferta, a diferencia de las elecciones del 2018 en donde el eje de competencia fue la dimensión ideológica, o liberalismo y conservadurismo social
(Treminio y Pignataro, 2021), en esta ocasión también ha surgido en los discursos de las élites políticas y de las campañas políticas
el eje izquierda/derecha económica. Más específicamente, la dimensión mercado-Estado, o lo qwuer es lo mismo, la mayor o menor intervención estatal en la economía. El eje democracia/autoritarismo, que se emplea frecuentemente en América Latina, no parece estar presente en estas elecciones (Lapop).
Finalmente, la democracia costarricense afronta fuertes tensiones y desafíos políticos debido, en parte, a la acumulación de disfuncionalidades de su sistema político en áreas como su sistema electoral, la representación y la participación política electoral y no electoral. Además,
persiste la incapacidad del país para revertir los altos niveles de desigualdad socio-económica, las brechas existentes en la distribución de capacidades y oportunidades entre los distintos grupos de la población y, en los últimos años, una desaceleración económica, crecimiento del desempleo y una situación fiscal deteriorada. La crisis sanitaria provocada por la Covid-19 ha empeorado estas dificultades previas.
Ante este escenario, las elecciones nacionales en la Costa Rica, que acaba de celebrar su Bicentenario (1821-2021), están marcadas por una incertidumbre e indecisión. Resta por ver si este panorama se traslada al abstencionismo electoral.