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¿La 'cuestión' castellano y leonesa?

Guillermo Fernández-Mardomingo

7 mins - 3 de Febrero de 2022, 16:59

Nunca unas elecciones a las Cortes de Castilla y León habían causado tanta expectación. Si excepcional ha sido su última legislatura, excepcional es el 13-F. Para esta autonomía, son sus primeros comicios en solitario, sin coincidir con otras (municipales y autonómicas), como había sucedido hasta ahora. Para España, supone la segunda vez en nuestra reciente historia democrática, después de las últimas en Madrid, que una Comunidad Autónoma del régimen común convoca anticipadamente y se sale de su calendario habitual. Esta situación lleva a preguntarnos cómo pueden afectar estas novedades al resultado electoral. ¿Puede esto suponer el nacimiento de una cuestión castellano y leonesa?

¿Elecciones de segundo o de primer orden?
Habitualmente se han calificado a nuestras autonómicas de elecciones de segundo orden. Esto significa que tienen un menor seguimiento que las de primer orden (generales) y que los votantes suelen comportarse en clave nacional, teniendo más en consideración los problemas y debates de la esfera estatal que los de la autonómica. Así, la escasa demoscopia de la que disponemos en Castilla y León muestra que, en las elecciones de 2015, esta autonomía era la única donde la ciudadanía desconocía a la mayoría de sus líderes políticos, habiendo además un nivel de interés, seguimiento y participación en campaña muy por debajo de la media. 

Este hecho ha llevado a los partidos de la oposición a nivel nacional a utilizar frecuentemente las autonómicas como una oportunidad para provocar un voto de castigo hacia el Gobierno estatal. Buena muestra de ello es el estudio de Gómez, Cabeza y Alonso sobre las elecciones autonómicas comprendidas entre 2009 y 2012. En el mismo se expone cómo, durante aquellos años de José Luis Rodríguez Zapatero en La Moncloa, el 80% del contenido de los programas electorales del PP se redactaron en clave nacional (incluso al hablar sobre cuestiones de empleo, donde hay escasas competencias autonómicas), mientras que el PSOE dedicó sólo el 25% de sus programas a cuestiones de ámbito estatal

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Con las elecciones del 13-F la situación parece bien distinta. Tener unas elecciones propias con un
timing separado ayudaría a evitar la contaminación de las arenas políticas. Dicho de otro modo, no tener que compartir momento electoral con otras autonomías o municipios favorece una campana en la que las cuestiones abordadas sean las propias de esta comunidad autónoma y los electores voten en esos términos. Así, el sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) publicado hace pocos días mostró que es muy superior el porcentaje de encuestados que considera más importantes para estas elecciones los temas propios de Castilla y León (67,7%) que los temas generales de España (20,2%), algo que, aun con ciertas variaciones y exceptuando a Vox, se hace muy visible entre quienes dicen votar a los distintos partidos. Aunque pueda parecer obvio, la diferencia es notable con un CIS similar de las elecciones en 2015, donde se mostraba un contraste mucho menor entre quienes decían que los temas importantes en aquellos comicios eran los de Castilla y León (42%) respecto a los que sostenían que eran los de España (31,1%). Sin duda, la importancia de cuestiones o problemas castellano y leoneses es mucho mayor en esta cita electoral.

La 'cuestión' castellano y leonesa: la despoblación
Este nuevo contexto lleva a preguntarnos cuáles son los temas propios de esta comunidad autónoma, cuál es la cuestión castellano y leonesa. Si bien para algunas autonomías como Cataluña o País Vasco, con sus convocatorias electorales propias, suelen hacerse bastante evidentes, para regiones carentes de determinados debates se hace más complejo. 
 

O, mejor dicho, se hacía. El reciente CIS nos vuelve a dejar otro dato de enorme relevancia: el principal problema de Castilla y León, a ojos de los encuestados, es la despoblación o la 'España vaciada' (30,5%), muy por encima incluso de cuestiones como el paro, que suele encabezar muchas de estas encuestas. Ya en 2007, aunque con porcentajes mucho menores y precedido por otros, la despoblación era considerada un problema para los castellanos y leoneses (13,1%), contrastando con autonomías como la catalana donde tan sólo un 0,1% así lo consideraba. 



Tal vez sea demasiado atrevido hablar de un nuevo eje de competición política o
clivaje –empleando la terminología de Lipset y Rokkan– que reorganice el sistema de partidos. Hay quienes argumentan que, a los ya muy asentados clivajes de izquierda-derecha o de centro-periferia (representado por partidos nacionalistas), se le podría añadir la (re)aparición del eje campo-ciudad como nueva línea de la competición política. Si bien es cierto que un partido como Soria YA puede liderar en esta provincia, en el último CIS se puede apreciar cómo la preocupación por la despoblación no es algo que se observe, ni exclusiva ni desproporcionadamente, entre quienes quieren votar a los partidos de la España vaciada. Por el contrario, es una preocupación bastante trasversal, oscilando entre un 27,4% de los votantes de Vox y el casi 40% de quienes dicen que apostarán por las candidaturas de la España vaciada o Podemos-IU. Tampoco se observan diferencias importantes entre quienes manifiestan esta preocupación viviendo en municipios con menos de 2.000 habitantes (36,9%) y quienes lo hacen en localidades de entre 100.000 y 400.000 (26,1%). 

No parecería prudente hablar de la despoblación como un problema o cuestión meramente castellano y leonesa, pero lo que sí parece claro es que el escenario electoral del 13-F es muy favorable para poner esta cuestión en el centro del debate, algo que todos los partidos parecen entender. Los de la España vaciada, emergiendo como lo que se denomina partidos de una sola cuestión (single issue parties), cuya razón de ser es la lucha contra la despoblación; los de ámbito nacional, priorizando esta cuestión; tanto en la esfera autonómica, con el PP anunciando una Ley de Desarrollo y Competitividad Rural; el PSOE, una Ley del Reto Demográfico, o Vox un Plan para el Renacimiento Demográfico, como en la esfera nacional.
De esta forma, la campaña de las macro-granjas puede encajar como un movimiento del PP para tratar de beneficiarse de un cierto voto de castigo hacia Pedro Sánchez, combinando la crítica al Gobierno nacional (ministro Garzón) con el enfoque en la despoblación (ganadería). Y mientras tanto PSOE y Podemos, en La Moncloa, anunciando la descentralización de ciertas instituciones del Estado en lugares como Soria o Segovia, aunque con un mayor interés en centrar la campaña en el ámbito autonómico y evitar una posible erosión electoral por determinados debates nacionales. 

Mucho en juego en el tablero político nacional, con unos partidos luchando por su hegemonía y otros por su supervivencia. Pero mucho en juego también para un problema como la despoblación, arrinconada y olvidada por las cuestiones que siempre aprietan la agenda y que, con estas elecciones, ha encontrado un escenario único para dominar el debate. El movimiento (no confundir con partido) de la España vaciada ha sido un éxito sólo por este hecho. Veremos a partir de ahora si se transforma en resultados concretos o, por el contrario, se queda en un lugar común en la retórica electoral y en un bucolismo del imaginario colectivo.
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