A lo largo de las últimas décadas, las mujeres han accedido de forma creciente al mercado de trabajo, están más presentes en aquellos sectores con mayores perspectivas de futuro y, además, ya tienen mayores niveles educativos que los hombres. Aun así, la brecha salarial existente entre hombres y mujeres sigue siendo relevante, como muestra un reciente estudio de Eurofound entre los países de la Unión Europea (UE).
Grandes logros laborales para las mujeres
El enorme progreso en la participación de la mujer en el trabajo remunerado es, sin duda, uno de los grandes cambios sociales del último medio siglo. Si bien todavía no representan la mitad de los trabajadores en casi ningún país europeo, su avance en las últimas décadas es notable:
dos de cada tres de los puestos de trabajo generados en términos netos desde el año 1998 en la UE han sido ocupados por mujeres.
Además, suelen trabajar en mayor medida en algunas de las actividades cuyo empleo más se está expandiendo en las últimas décadas y más promete hacerlo en las próximas (sanidad, cuidados domiciliarios o educación), mientras que lo hacen en menor medida en algunas de las actividades en claro declive en términos de empleo (agricultura o manufactura).
Aunque las mujeres son mayoritarias en muchos de los empleos peor remunerados, también han aumentado mucho su presencia entre algunos de los mejor pagados, sobre todo como consecuencia del predominio de las mujeres en sectores públicos (sanidad, educación y administración pública). Por último, las trabajadoras
ya suelen tener mayores niveles de educación formal que sus compañeros masculinos, sobre todo entre las generaciones más jóvenes, lo que contribuye a ir cerrando las brechas salariales de género.
Una brecha salarial que no desaparece
Los datos más recientes reflejan que el salario medio de los hombres es un 14% superior al de las mujeres en el conjunto de la UE (ver el gráfico). La brecha salarial de género es
del 12% en España, que se sitúa en una posición intermedia entre los países europeos, la mayoría de los cuales tienen brechas significativas.
Por otra parte, aunque tal vez habría sido de esperar una mayor reducción, las brechas salariales se han cerrado en dos tercios de los países europeos en la última década: este ha sido el caso de España (pasando del 16% al 12% entre 2010 y 2019) y del conjunto de la UE (del 16% al 14%).
Gráfico.- Brecha salarial de género en los países de la UE-27, en 2010 y 2019 (en %)

Nota: Los países están ordenados de menor a mayor brecha salarial de género, calculada como la diferencia entre hombres y mujeres respecto a sus niveles salariales medios (salario por hora).
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¿Por qué ganan menos que los hombres?
En primer lugar, una advertencia. La brecha salarial de género es una medida parcial que sólo mide las diferencias salariales entre hombres y mujeres que trabajan, sin considerar a los que no lo hacen. Por ello, la menor brecha salarial en Italia o Rumania puede que no sea un éxito, sino más bien el resultado de un fracaso: son dos de los países con las menores tasas de empleo femenino porque muchas mujeres se quedan en el hogar, mientras que las que sí acceden a un empleo remunerado suelen tener mayores niveles educativos y trabajos mejor pagados, lo que acorta las diferencias salariales con los hombres. Por el contrario, las mayores brechas en Suecia, Holanda o Alemania puede que reflejen una mejor situación social de la mujer: son los tres países con las mayores tasas de empleo femenino porque las mujeres acceden masivamente al empleo remunerado (también aquéllas con peores niveles educativos), eligiendo en muchos casos un puesto a tiempo parcial de forma voluntaria, lo que resultaría en mayores brechas salariales.
En segundo lugar, las razones: la principal es que las mujeres trabajan en mayor medida a tiempo parcial y, sobre todo, en sectores económicos de salario más bajos. Además, en España están también segregadas en categorías ocupacionales peor remuneradas. Y tienen mayor dificultad para acceder a puestos con tareas de supervisión de otros trabajadores, lo que podría ser voluntario en algunos casos, pero también refleja los
techos de cristal que afrontan muchas de ellas para acceder a los escalones más altos en la jerarquía de sus organizaciones.
Sin embargo, estos factores (mensurables en las encuestas disponibles) sólo son capaces de explicar una pequeña parte de la brecha de género existente en los países europeos: un tercio de la misma en el conjunto de la UE y menos de una quinta parte en España. Para intentar comprender la mayor parte de estas brechas que los datos no consiguen explicar, los expertos han apuntado a la discriminación contra la mujer (cuando éstas reciben un salario más bajo por el mismo trabajo) y a otros factores que las encuestas disponibles no miden, como las diferentes actitudes entre hombres y mujeres (por ejemplo, cuando negocian su salario con sus empleadores).
Qué hacer
Las políticas públicas pueden ayudar a reducir las brechas salariales y mejorar de forma general la posición de la mujer. En primer lugar, se deben mantener las exitosas políticas educativas que aseguran buenas oportunidades para las mujeres, pues
sus crecientes niveles de educación formal, ya superiores a los de los hombres, están frenando la emergencia de brechas salariales incluso mayores. Además, se debe
fomentar la educación de las mujeres en aquellas áreas en que están menos presentes en el mercado de trabajo (ciencia, tecnología, ingeniería, matemáticas, tecnologías de la información y comunicación).
En segundo lugar, se ha de evitar la segregación de las mujeres en las partes de la estructura productiva peor remuneradas, incentivando su participación en las actividades de mayores salarios más dominadas por los hombres (así como atraer en mayor medida a éstos hacia las áreas dominadas por aquéllas, como el sector de los cuidados). Asegurar el acceso de la mujer a todos los perfiles profesionales se puede hacer actuando en el sistema educativo (como se menciona arriba, brindando orientación profesional sensible al género) y también en el mercado laboral (por ejemplo, mejorando el salario y las perspectivas laborales en trabajos relacionados con el cuidado).
En tercer lugar, se deben eliminar las barreras al empleo a tiempo completo para todos los trabajadores que deseen trabajar más horas, pues las mujeres suelen trabajan más a tiempo parcial y es sabido que esto resulta en menor remuneración, incluso en salario por hora. Garantizar guarderías y centros de cuidado para adultos a precios asequibles es esencial, pues su ausencia es la principal razón para que las mujeres no trabajen o lo hagan a tiempo parcial.
Por último, algunas iniciativas europeas son relevantes aquí. Una directiva en negociación actualmente busca elevar los salarios mínimos y aumentar la cobertura de los suelos salariales negociados por los agentes sociales, lo que beneficiaría especialmente a las mujeres, por estar más entre estos sectores peor remunerados. Por otra parte, las medidas de transparencia salarial promovidas a nivel europeo, que ayudan a los individuos a conocer los datos salariales de su empresa y a que éstas hagan informes sobre la brecha salarial de género existente en su seno, son especialmente relevantes en las empresas de mayor tamaño y mayores salarios, donde las mujeres tienen más posibilidades de combatir los
techos de cristal que impiden su avance.