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Del 'not in my backyard' al 'sí, pero así no'

Guillermo Sánchez-Herrero

9 mins - 14 de Octubre de 2021, 20:10

Estimadas lectoras, estimados lectores

Valjunquera y Valdeltormo son dos pueblos de la comarca de Matarraña, en la provincia española de Teruel. Entre ambos, suman algo más de 600 habitantes, y los que acudieron a votar rechazaron en sendas consultas populares los proyectos de instalación de parques eólicos en sus términos municipales. Eso fue el mes pasado. Unos días después, en Mazaleón (582 habitantes) dieron el sí en una votación más apretada que las anteriores. 

A principios de año, el Consejo Comarcal de Matarraña acordó, por unanimidad de sus 19 miembros (de todos los partidos), solicitar la paralización durante dos años de los proyectos presentados por una empresa. Y, volviendo al presente, siete localidades objeto del interés eólico firmaron el Pacto por la Defensa del Paisaje.

En fin, que lo de las renovables bulle (también) en Matarraña, ubicada en una provincia que lleva años denunciando el abandono de las autoridades; hasta el punto de que, en las últimas elecciones generales (2019), un movimiento llamado Teruel Existe (se explica por sí solo) obtuvo un diputado nacional.

Precisamente este sábado habrá turolenses en la manifestación convocada en Madrid por más de 150 plataformas (en buena parte, de la España vacía o vaciada) para reclamar una "transición ecológica distribuida y justa que ponga a las personas en el centro" y hacer vudú, por consiguiente, contra el aluvión de macro-proyectos solares y eólicos. Bienvenidos a la versión actualizada del fenómeno Nimby (Not in my backyard), cuyo equivalente en español (Span; Sí, pero aquí no) ha tenido mucho menos éxito aunque nos puede servir para precisar conceptos: los manifestantes defienden, más bien, un Sí, pero así no. No confundir, por tanto, con otro acrónimo (BananaBuild Absolutely Nothing Anywhere Near Anything), más propio del neo-negacionismo climático, aunque el autor de la tribuna enlazada incluya en este paquete a los "ambientalistas bienintencionados que priorizan la realidad local sobre el problema global".
 

Este cartoon de Matt Davis, caricaturista político ganador del Premio Pulitzer, ilustra bastante bien la diferencia entre lo que nos esperaría de seguir conduciéndonos con petróleo y gas y lo que parece difícil de evitar con el despliegue renovable. Pero los nimbys tampoco están de acuerdo con la segunda parte de esta disyuntiva porque, en palabras de Alberte Martínez y Jesús Mirás, de la Universidad de A Coruña, "los grupos ecologistas y antisistema (...) critican la propia existencia de algunas de esas instalaciones y cuestionan el modelo socio-económico que las genera (...) Estamos, pues, ante una importante problemática que coloca a la sociedad post-industrial frente a su cara menos atractiva: las externalidades negativas que genera su modelo de crecimiento".

A juicio de los nimbys, un modelo basado en macro-plantas a saco no resuelve el problema energético, puede alterar el patrimonio e identidad locales y tener efectos ambientales negativos también a escala local; y todo ello con escasa repercusión económica, laboral y demográfica.

La cuestión es que aquí no sólo se enfrentan dos concepciones del mundo, que también. Ambas se entrelazan con los compromisos para descarbonizar urgentemente la economía y la incapacidad material de cumplirlos on time mediante un sistema exclusivamente distribuido. Más abajo, en el primero de nuestros artículos, encontrarán una foto bastante completa. Pero, simultáneamente, y como se puede ver en este reportaje sobre renovables en el medio rural, deja un aroma a burbuja latente que "sólo las solicitudes [actuales] de plantas solares multiplican por cuatro los objetivos del Gobierno español para 2030".

Hace años, Maria Frolova y Belén Pérez, de la Universidad de Granada, decían aquí que en España (como en Alemania y Dinamarca), "la resistencia a la expansión masiva de las renovables" había sido "relativamente limitada, haciendo innecesaria la intervención del Gobierno en el curso de los procesos de ordenación territorial"; y eso que ya entonces los lugares más idóneos para el despliegue de las energías limpias ("Galicia, Castilla y León, valle del Ebro y Cádiz y el Bajo Guadalquivir") ya mostraban signos de saturación. Pero eso se acabó y ahora, y además con las prisas, gobiernos, municipios, empresas y ciudadanos tienen la obligación de cuadrar el círculo.

O como viene a decir María José Prados, de la Universidad de Sevilla, el instrumento de la Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) se ha quedado corto. Demos la bienvenida a la EIS, con ese de social.

Gráficos
Además de los impactos estrictamente sociales, existe otra derivada de la ocupación de suelo. Según este trabajo de Dirk-Jan van de VenIñigo Capellán-PérezIñaki ArtoIgnacio CazcarroCarlos de CastroPralit Patel y Mikel González-Equino, sólo el despliegue de la energía solar puede requerir entre el 0,5% y el 5% del total de la tierra, aunque "probablemente causarán una liberación neta de carbono" que habría que minimizar mediante "una planificación y regulación coordinada"; e intensificará "la pérdida de biodiversidad, el uso del agua o las emisiones del cambio indirecto del uso de suelo" derivada del "aumento indirecto de la competencia por la tierra en otras partes del mundo para satisfacer la demanda mundial de alimentos".
 

En el gráfico, que refleja el porcentaje del territorio necesario para cubrir el 50% de la demanda eléctrica de cada país/región (Europa, India y Japón/Corea del Sur) con solar/fotovoltaica, se puede observar que asciende al 3% en el levante y la meseta norte españolas. Margarita Mediavilla, profesora de la Universidad de Valladolid, ponía en contexto ese 3%: "Puede parecer muy poco", pero España es un país "con muy pocas tierras fértiles, dedica sólo el 25% a la agricultura" y las nuevas plantas "se están instalando en terrenos arables". Conclusión: "Antes de poner fotovoltaica, tenemos que preguntarnos cuánta necesitamos, cuánto terreno y paisajes vamos a sacrificar, a qué territorios vamos a endosar los impactos, para quién son... ¿necesitamos empapelar Toledo para [suministrar energía] a centros comerciales en Madrid con unas cristaleras inmensas orientadas al norte?".
 

En este otro gráfico, extraído de una investigación donde repiten como autores Capellán-Pérez, De Castro y Arto, se puede ver el porcentaje de suelo necesario para cubrir el 100% de la demanda eléctrica de cada país con electricidad solar fotovoltaica generada en su propio territorio y su comparación con el destinado a otros usos. Entre las conclusiones de este trabajo, que "para muchas economías avanzadas las necesidades de suelo para cubrir su consumo de electricidad serían sustanciales"; y que si se toma en consideración "la disponibilidad de suelo (el que no se utiliza ya para actividades humanas), la lista de países vulnerables se amplía considerablemente" y es "físicamente inviable para Japón y la mayoría de estados miembros de la UE". Quizás por eso los hay que sostienen (como Alianza Energía y Territorio, Aliente) que "tenemos peticiones expresas del Gobierno alemán para que se instalen en España las renovables que les hacen falta a ellos", convirtiéndose el país en el "granero energético de Europa".

Artículos
¡Nuevo! Renovables, sí, y tiene que ser ya. "No hay promotor que pase por mi despacho que no escuche de mi boca la necesidad de ser justos con el territorio, de ofrecer beneficios sociales a la población más allá de los ingresos que recauda el Ayuntamiento por estos desarrollos y de iniciar siempre cualquier proyecto en coordinación con los alcaldes y con los vecinos". Dicho esto, Pedro Fresco sostiene que "una paralización de los proyectos renovables es inadmisible en un contexto de emergencia climática" y que los compromisos no se pueden cumplir poniendo sólo paneles solares en los tejados.

¡Nuevo! Cómo conciliar renovables con protección de la biodiversidad y el territorioAna Barreira afirma que "una mala planificación en la ubicación y la construcción de grandes parques eólicos y plantas fotovoltaicas puede tener importantes consecuencias medioambientales además de económicas, pues un emplazamiento inadecuado genera rechazo social y puede hacer inviable el proyecto"; y avisa de que algunas comunidades autónomas no se han tomado esto en serio.

¿Es el encarecimiento de la electricidad el fin de las ambiciones verdes europeas? Se multiplican los obstáculos a los planes de transición de la UE, en parte porque los problemas climáticos también se extienden a las fuentes de energía renovable y en parte porque algunas políticas están produciendo el resultado opuesto al esperado. Lo explica Marc Ibáñez sin perder de vista que el Kremlin es el guardián último de la llave del gas hacia Europa.

Audio-análisis
La Agencia Internacional de la Energía calcula que todavía se necesitan cuatro billones de dólares al año a nivel mundial hasta el año 2030 para conseguir descarbonizar totalmente la economía”. Lo analiza nuestro colaborador Roy W. Cobby.

Si no cambia sus prioridades de gasto para la recuperación post-Covid, América Latina puede perder la oportunidad de crear millones de empleos por la transición energética, según Jacqueline Álvarez, directora regional del UN Environment Programme.

'Podcast'
La inmensa mayoría de las estimaciones publicadas apuestan por cifras mareantes, millón arriba millón abajo, de creación de empleo neto por la transición energética. Pero, en España, habrá que hacerlo conjugando la reducción de emisiones, el crecimiento económico, la corrección de los rasgos más negativos de nuestro mercado laboral y reduciendo la precariedad y la desigualdad. Analizan esta oportunidad única, pero de una enorme complejidad, Cristina Monge, politóloga y profesora de Sociología en la Universidad de Zaragoza y que incluye, entre sus áreas de interés, la gobernanza para la transición ecológica; y Joaquín Nieto, que fue director para España de la Organización Internacional del Trabajo en la última década, ex secretario confederal de Medio Ambiente y Salud Laboral del sindicato Comisiones Obreras e impulsor de la adopción de la transición justa en la agenda climática.


Buena lectura,

Guillermo Sánchez-Herrero
Editor de Agenda Pública

 
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