Estimadas lectoras, estimados lectores
Si a uno le dicen que con una estrategia determinada se crearán un mínimo de 800.000 puestos de trabajo y que el saldo neto (restando los que se pierdan) será abrumadoramente positivo, pues a bote pronto pocas pegas se le pueden poner. La cifra es oficial, está escrita negro sobre blanco y alude al impacto en el empleo de la transición energética/ecológica en España.
No es la única. La Organización Internacional del Trabajo (OIT) la
eleva a 24 millones a escala planetaria en el horizonte de 2030; cota mareante que, sin embargo, se queda un poco desvaída ante la
estimación (122 millones, es verdad que hasta 2050) de la Agencia Internacional para las Energías Renovables (Irena).
¿Es el momento de sacar el cava? Paso a paso. Para empezar, quedémonos con el
aroma, pero no olvidemos que son eso, estimaciones. Queda gestionar bien y que no aparezcan factores en la ecuación que las desbaraten u obliguen a actualizarlas. Sin embargo, tengamos muy presente qué puede pasar si el mundo no hace nada para mitigar el cambio climático: volviendo a la OIT, los desastres naturales (al alza) están perjudicando al 40% del trabajo de un año, y aun en el caso de que las cosas se hicieran correctamente, el aumento actual de las temperaturas pueden llevar a pérdidas millonarias en el mercado laboral. Es decir, que no hay alternativa plausible a la transición.
Pero la cosa no se queda ahí: en la Academia (
aquí, un ejemplo) se han fijado en la existencia de una suerte de
trilema o paradoja que complica un poco las cosas. Sería algo así: el éxito en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero depende de que no se promueva el crecimiento del PIB, aumentando la desigualdad y perjudicando al empleo; si aplicas paralelamente políticas sociales fuertes para compensar esas externalidades negativas, aceleras el crecimiento… a costa, esta vez, de limitar la consecución de los objetivos medioambientales. Los autores del trabajo enlazado más arriba plantean como alternativa factible reducir la jornada laboral y programas de garantía de empleo (y contraer el consumo y la producción)… sin obviar que esas medidas incrementarán los déficits públicos a largo plazo. Aquí, al contrario que al principio, sí que se puede prever que habrá unos cuantos que vean pegas a esta propuesta.
Avancemos. Volvemos a España y a la creación de empleo. ¿Existe el riesgo de que, como está pasando en muchos otros sectores (no necesariamente por la transición energética) no haya trabajadores suficientes con las habilidades y conocimientos requeridos? ¿Qué habilidades son ésas? ¿Se enseñan ya en todos los casos? Ahora que con la formación hemos topado, merece la pena recuperar unas ideas de
este análisis publicado por
Mar Isla. Hablando específicamente de la economía circular, pero extrapolable al caso que nos ocupa, partía de la base de que "la
formación profesional [ésa que aún anda
legislándose y de la que faltan plazas públicas] tendrá un papel central en dar cobertura a la mayor parte del mercado laboral"; en especialidades como "la preservación del capital natural, la agricultura regenerativa, el tratamiento de materiales renovables", así como en recuperar "oficios en desuso como la reparación y reforma". Pero también en el ámbito universitario, donde cada vez hacen más falta los especialistas en el "campo social, muy especialmente de la economía y de la empresa", dotados además de unos conocimientos adicionales que, en el mejor de los casos, tienen hoy "carácter optativo". Y la guinda: "Los profesionales del futuro habrán de estar formados en la cultura de la sostenibilidad". Así que lo de casar la oferta con la demanda parece complejo y hasta complicado.
Un ejemplo: el de la rehabilitación energética de edificios,
estrella de los planes de recuperación en toda Europa. Según este voluminoso
informe de Ecodes y Red2Red, es imprescindible "la recualificación de trabajadores y trabajadoras del sector de la edificación", porque "la experiencia previa no basta", así como "atraer talento en un sector cada vez más digitalizado"; sin olvidar "el surgimiento de nuevos perfiles profesionales" y su derivada, "la generación de nuevas ofertas formativas".
Según World Economic Forum (WEF), los empresarios estiman que cuatro de cada 10 trabajadores necesitarán reciclarse, y casi la mitad de los jóvenes cree no tener las competencias adecuadas que garanticen un empleo digno en los próximos cinco a 10 años. Para estos últimos, enumera
aquí las habilidades que necesitarán para los empleos verdes del futuro.
En resumen, como afirma el autor del primer análisis sobre
descarbonización y empleo (ver más abajo), "llevar a cabo la transición hacia un sistema más sostenible" y materializar las cifras millonarias de nuevos empleos con que arrancaba este texto será, no nos engañemos, "una proeza que la humanidad no ha logrado con anterioridad". A ver si somos capaces.
Gráficos
Mikel González-Eguino et al analizaron el
impacto económico, social y sobre la salud pública del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2021-2030, comparando el escenario tendencial (sin Plan) y el objetivo (con). Aquí nos vamos a detener en el empleo y, como se puede observar en el primer gráfico, la diferencia entre uno y otro escenarios oscila hasta 2030 entre los 253.000 y los 384.000 empleos netos creados anualmente. Esto es, un aumento del 1,7% en el año de referencia.
En este otro gráfico, poco que comentar: todos los sectores ganan, liderados por Comercio y Reparación, Industria Manufacturera y Construcción, y sólo la industria extractiva pierde fuelle; 700 empleos.
Cabe apostillar, porque es importante, que el cumplimiento del PNIEC favorecería a los hogares de menor renta y a los colectivos vulnerables. La renta disponible aumentaría un 3,8% en el quintil más pobre, frente a un 1% del más rico.
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El 'podcast'
¿Qué es y qué no es economía circular? ¿Cuáles son los papeles de las administraciones, la industria, la ciudadanía? Creará empleos, pero ¿existen las titulaciones que serán necesarias? (Pen)último aviso para escuchar la
visión de
Sònia Llorens Cervera, doctora en ingeniería industrial y directora de la Cátedra de Economía Circular y sostenibilidad de Tecnocampus, centro adscrito a la Universitat Pompeu Fabra; y
Juan Antonio Régil Cueto, doctor en Ciencias Biológicas, profesor de la Universidad de León y promotor de proyectos para la recuperación, rescate y reutilización de la cultura escrita y promociones, mediante la recogida selectiva en contenedores azules de papel y cartón en núcleos urbanos.
Buena lectura,
Guillermo Sánchez-Herrero
Editor de Agenda Pública