A Francia siempre le ha perseguido el mito de país reticente a las vacunas, pero la verdad es que se construye más sobre sondeos de opinión que sobre tasas efectivas, donde la sociedad gala se sitúa en la media de los países de la OCDE. Aunque actualmente tenga una tasa de vacunación completa ya cercana al 80%, se ha vivido un fuerte movimiento de contestación a las restricciones del Gobierno. Y es que éste acaba de implantar un pasaporte vacunal que dejará fuera del ocio o el transporte interregional a todo aquel que no presente una prueba de vacunación completa. ¿Pero, cómo ha ido, en este caso, la campaña de inmunización en Francia y qué nos dicen las investigaciones más recientes sobre los efectos del pasaporte Covid?
En Francia, la vacunación ha sido dirigida por las consultoras MacKinsey y Doctolib bajo el principio de mercado, según el cual el primero que llegue es el primero en ser vacunado. Ha sido una campaña mayormente digitalizada y voluntarista que no ha paliado problemas diversos. Al negar las brechas generacionales y digitales, u obviar las situaciones de aislamiento, ha mostrado su primer desajuste vacunal según grupos de edad: el 14% de los mayores de 80 años no ha recibido todavía la pauta completa.
Gráfico 1.- Tasa de vacunación completa (en %)
Fuente: Assurance Maladie Amelie.
Pero el gran desajuste es territorial y de clase. Las clases medias y superiores (parisinas) han monopolizado la mayor parte de las dosis. En las zonas más pobres, como Seine-Saint-Denis, más del 34% de la población aún no ha recibido ni una sola dosis; y esta diferencia no se ha reducido con el pasaporte. Un mismo pasaporte se ha impuesto de forma uniforme en todo el territorio, inclusive en los de ultramar como Guayana, Martinica o Guadalupe, donde menos del 40% de la población tiene por lo menos una dosis. En estos territorios se han vivido fuertes protestas contra las restricciones; sobre todo en Guadalupe, donde se llegó a invadir el Consejo Regional.
Tabla 1.- Características sociales asociadas a las actitudes respecto a las vacunas Covid
Una reciente investigación sociológica ha mostrado que existe una autonomía relativa en la percepción de la vacuna Covid con respecto a otras, por su estrecha relación con la gestión particular del Estado, especialmente con las restricciones. Otro
estudio complementario establece que, a medida que descendemos en renta y nivel de estudios, los individuos que han vivido un confinamiento más duro culpan al Estado de la mala gestión de la pandemia; y al contrario, a medida que ascendemos, las clases medias y superiores culpan a los actos individuales.
Sí, las dudas y la hostilidad frente a la vacuna se distribuyen por clases. Y es que, a pesar de que el movimiento anti-
pasaporte sanitario estaba compuesto también por fracciones de población relativamente cualificadas y familiarizadas con las medicinas
alternativas, estas dudas son más importantes entre las clases populares (obreros y empleados) que están, sin embargo, más expuestas al virus por el tipo de empleos que se desempeñan. Por ejemplo, el 17,1% de los obreros no estaba en absoluto a favor de la vacunación en general, frente al 5,9% de los ejecutivos. Y entre las clases populares, la reticencia es mayor entre mujeres y jóvenes, que han visto a menudo su actividad laboral reducida o interrumpida.
Gráfico 2.- Tasas de vacunación contra la Covid por cuartiles.
Según otro estudio , la situación de (des)empleo, los recursos financieros o la condición de la vivienda son variables que siguen dando cuenta de la diversidad de ratios de vacunación a nivel local; y esto no se ha corregido, a lo largo de las semanas, con el
pasaporte Covid.
Estas reticencias, también entre las personas racializadas, están fundadas en las experiencias de discriminación, control y desigualdad vividas en el acceso a las prestaciones sanitarias. Por algunas de estas razones, entre las personas sin papeles y refugiadas existe una auto-exclusión ante la vacunación que el
pasaporte Covid sólo agrava. Una investigación reciente aparecida en
Nature señala este problema: "Sin una fuerte inversión en operaciones de alcance local, el acceso de los grupos marginados, incluidas las personas mayores aisladas, era limitado".
Gráfico 3.- Dudas sobre la vacunación entre los vacunados
Tras la aplicación del 'pasaporte Covid', el 42% de las personas vacunadas seguían dudando de la vacuna en el momento de la primera dosis. Y la proporción de personas vacunadas con dudas sobre la vacuna aumentó del 44% al 61%. Estos datos permiten extraer dos lecciones: por un lado, un considerable núcleo duro de alrededor del 10% de la población que parece totalmente reticente a la idea de vacunarse y, por otro, un aumento de las personas dudosas o reticentes entre las que ya se han vacunado. El anterior 'pasaporte' sanitario y actual pasaporte vacunal de Emmanuel Macron parece agilizar los movimientos que hay entre la delgada línea que separa la vacilación ante la vacuna y la hostilidad. En un escenario en el que la vacunación devendrá anual, la gestión macronista nos ofrece un modelo de incentivos que pueden llegar a ser contraproducentes para ciertos grupos sociales.
¿Qué podemos aprender de todo esto? Las dudas hacia la vacuna, una vez más, tienen que ver con la gestión estatal y con la confianza que construye el Gobierno. Pero Macron parece haber hecho lo contrario. Por ejemplo, durante el tercer confinamiento se exigió una prueba negativa o de vacunación para las actividades en grupo, con la promesa de que el pasaporte nunca incluiría restaurantes o cines; tardaría pocos meses en romperla. Amenazar con expulsar del ocio a los grupos sociales más vulnerables, que ya de por sí lo frecuentan poco y que parten con desventaja en el acceso material a las vacunas, sólo puede hacer de los anti-vacunas una profecía autocumplida. También prometió que la vacuna no sería jamás obligatoria, pero este pasaporte en forma de presión se le acerca mucho. Dicho de otra forma, se aleja del paradigma de recomendación que desde los 80 se erige contra la obligación de la vacunación por ser contraproducente en términos de aceptabilidad.
Tabla 2.- Principales preocupaciones de los franceses
Fuente: Ipsos.
Con sus actuaciones y declaraciones sobre "joder" a los no vacunados, Macron, que es responsable del cierre de más de 17.000 camas de hospital durante su legislatura, revela su desprecio de clase basado en el si quieres, puedes, situando la responsabilidad a nivel individual y moral. Pero al mismo tiempo, es un planteamiento coherente para fidelizar a sus electores que sitúan la pandemia en la cima de sus preocupaciones (Ipsos). Lo que parece es que, negando las desigualdades sociales de salud, con un pasaporte que genera una sub-ciudadanía, termina reforzando la hostilidad de los más débiles hacia la vacuna. No todas las personas que no se inmunizan son anti-vacunas ideológicos. Muchos de estos grupos revelan dudas legítimas y una actitud hacia los poderes públicos que no debieran ser desestimadas. Sin campañas descentralizadas de información y actuación según clase y territorio, y cuando la amenaza (el pasaporte Covid) subordina al convencimiento, la brecha social sólo puede acentuarse.