Colombia vivió una jornada electoral en un contexto marcado por una grave crisis económica, una crisis social agravada por los efectos de la pandemia y otra política tanto por la desaprobación del mandatario actual como por las denuncias de actos de corrupción, entre los que se incluyen delitos electorales como la compra masiva de votos en convocatorias previas que involucraron a integrantes del Congreso y otros líderes políticos. De ahí la relevancia de la jornada electoral y la expectativa de cambio de muchos sectores.
Se eligieron congresistas para las dos cámaras que componen el Parlamento colombiano. En el caso del Senado, éste está compuesto por 108 curules, que se reparten entre el centenar procedente de una única circunscripción nacional, dos curules de una circunscripción especial para pueblos indígenas y cinco otorgadas al partido político Comunes (como parte del Acuerdo de Paz de 2016). El escaño restante se otorgará a quien resulte segundo en la votación presidencial de mayo, como parte de las garantías establecidas en el Estatuto de la Oposición de 2018.
En el caso de la Cámara de Representantes el proceso electoral tenía como objetivo asignar 171 curules: 161 en circunscripciones territoriales; dos en la circunscripción especial de pueblos afro-descendientes; uno de la circunscripción especial para pueblos indígenas; otro para la ciudadanía residente en el exterior y cinco para el partido político Comunes (Acuerdo de Paz). El escaño restante está por asignar de acuerdo con los resultados de las presidenciales.
[Recibe los análisis de más actualidad en tu correo electrónico o en tu teléfono a través de nuestro canal de Telegram]
Otra característica particular de estos comicios es que se sometieron a votación 16 curules asignadas en las circunscripciones transitorias especiales de paz (Citrep), también producto del Acuerdo de Paz y con los que se pretende es otorgar representación política a organizaciones de víctimas del conflicto armado en las zonas más afectadas. Finalmente, se celebraron tres consultas inter-partidistas para seleccionar los candidatos a las presidenciales de mayo.
En este marco, destacan l
a falta de garantías para el votante, la centralidad que adquirieron las consultas inter-partidistas (incluso por encima de la elección parlamentaria) y los resultados para las mujeres candidatas. Cada uno de estos aspectos se desarrollará a continuación.
Falta de garantías electorales
A lo largo del día y de fuentes diversas, hubo reportes acerca de que el sistema de información al votante alojado en la página web de la Registraduría Nacional (ente responsable de las elecciones) no estuvo disponible, de modo que los electores no podían consultar en esta herramienta su puesto de votación. Esto afectó especialmente a jóvenes que votaban por primera vez o quienes habían cambiado su lugar de votación.
La Misión de Observación Electoral (MOE) informó de que en el 85% de las mesas de votación observadas se reportaron casos de personas que no pudieron votar por traslados de puestos sin previo aviso. Los afectados no sabían cuál era su mesa, no tenían su documento de identidad inscrito o cambiaron su puesto y no hicieron la debida verificación biométrica.
Aunque Colombia tiene una tradición de alta abstención, este fenómeno debe ser analizado en particular para esta jornada al llegar al 54,5% de las personas habilitadas. También, cabe analizar el caso de quienes depositaron sus votos pero no han sido tenidos en cuenta, sea porque no sabían marcar la opción de su preferencia o porque decidieron no plasmar ninguna. En el caso del Senado, por ejemplo, ha habido 521.049 sufragios no marcados, lo que equivale al 2,97%, a los que se han sumado los 730.831 votos nulos (un 4,16% del total). Si se suman ambas cifras, estaríamos ante más de 1.250.000 votos sin representación política, lo que equivaldría a cinco o seis curules. Aunque es difícil dar una única explicación, se puede plantear la hipótesis de la poca pedagogía electoral para preparar al votante, responsabilidad que debieran asumir las autoridades electorales y los propios partidos políticos.
A pesar de que, según la versión oficial del Gobierno nacional, la jornada transcurrió con normalidad, lo cierto es que se conocieron graves episodios de violencia en los departamentos de Meta, Caquetá, Amazonas, Atlántico, Magdalena, Nariño y Arauca. En este último departamento, fronterizo con Venezuela, se instalaron mesas para los residentes en el país vecino, ya que desde 2019 ambos tienen rotas relaciones diplomáticas con él. Por este motivo, no se habilitaron puestos de votación en Venezuela, afectando gravemente a 195.000 electores. Inicialmente, las autoridades colombianas habían anunciado la instalación de seis puestos de votación pero finalmente, por razones de seguridad, la frontera se cerró el 12 de marzo, generando confusión. De acuerdo con lo publicado por los medios de comunicación, hubo problemas para desplazarse hasta el lugar establecido en Colombia por las demoras, y el encarecimiento, del transporte.
Centralidad de las primarias inter-partidistas
Aunque el propósito central de la jornada era la selección de integrantes del Parlamento, el protagonismo en los medios y, también, para la entidad responsable de las elecciones lo tuvieron los resultados de las tres consultas inter-partidistas (primarias) para seleccionar sus candidatos a la Presidencia. Puede entenderse en el marco del presidencialismo del sistema político colombiano, que deriva en un mayor interés por las presidenciales y, como consecuencia, una mayor participación. Dos horas después del cierre de las votaciones, ya se conocían casi al 70% los resultados de estas consultas, mientras que el recuento de los votos para las dos cámaras apenas llegaban al 5%.
Aunque esta diferencia puede deberse a una decisión metodológica, ya que es más fácil obtener los resultados en contiendas con pocos candidatos, lo cierto es que para nuestra democracia el Parlamento es un contrapoder del Ejecutivo y debiera suscitar un interés mayor entre las autoridades electorales y los medios de comunicación.
En todo caso, hay que tener en cuenta que la votación global para el Senado alcanzó 17.530.000 sufragios, cifra muy similar a la de la Cámara de Representantes, mientras que para el conjunto de las consultas se depositaron alrededor de 12.200.000 votos. Este hecho permite plantear la hipótesis de que a la priorización del recuento y publicación de las primarias no se pueda atribuir a un interés prevalente.
Mujeres en el Congreso
Finalmente, y teniendo muy en cuenta que los resultados disponibles son preliminares, las mujeres pueden ocupar 28 curules en el Senado (el 25%) y 44 en la Cámara de Representantes (23%). En el primero de los casos, se evidenciaría un aumento de dos puntos, mientras que en el segundo el incremento habría sido mayor, la que en la convocatoria anterior sólo alcanzaron una representación del 18%. No obstante este mayor peso femenino en ambas instituciones, no se evidencia un cambio de gran magnitud porque entre una y otra elecciones han subido los escaños en disputa. Por ejemplo, en el caso de las Citrep, de los 16 curules sólo tres fueron ganados por mujeres.
Digno de resaltar es el resultado conseguido por la lideresa afro-colombiana y ambientalista Francia Márquez, que participaba por primera vez en una contienda electoral. Obtuvo 783.000 votos, lo que la coloca por encima de candidatos pertenecientes a partidos históricos con amplias maquinarias electorales. Asimismo, las lideresas indígenas Martha Peralta (Senado) y Karmen Ramírez (Cámara), del pueblo Wayuu, resultaron elegidas. Lo mismo ocurrió con Cha Dorina Hernández en San Basilio de Palenque, un pueblo afro-descendiente que por primera vez logra un escaño en la Cámara por la circunscripción del departamento de Bolívar. Finalmente, otra líderesa indígena, Aida Quilcué, de la comunidad indígena Nasa de Tierradentro, Cauca, será senadora, en lo que constituye el mejor resultado en términos de la representación femenina de pueblos étnicos en el Parlamento colombiano.
A falta del proceso del proceso escrutinio que puede variar algunos de estos resultados lo cierto es que se consolida el sistema colombiano como pluripartidista de al menos 8 partidos medianos y pequeños que no logran constituir grandes mayorías, sino que tendrán que actuar en coaliciones y alianzas para adelantar su agenda legislativa. Cabe resaltar que los dos partidos tradicionales Liberal y Conservador que solían obtener mayorías pero que han ido perdiendo peso electoral muestran su capacidad de adaptación al cambio y su pervivencia por encima incluso del actual partido gobernante Centro Democrático. Lo que viene ahora es la campaña en donde los principales candidatos (todos varones) intentarán obtener una victoria en primera vuelta o al menos obtener uno de los dos lugares disponibles en caso de una segunda vuelta.