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La 'educación en la sombra' y el síndrome de Penélope

Juan Manuel Moreno Olmedilla

9 mins - 21 de Marzo de 2022, 13:57

En un principio fueron los ayos y los preceptores. Formaban parte del personal doméstico y a su cargo estaba la educación de príncipes y de nobles. Andando el tiempo, y coexistiendo ya con instituciones educativas públicas, sobre todo de nivel universitario, hubo profesores particulares más especializados, aunque también al servicio exclusivo de la élite. Mozart, Beethoven o Descartes, entre otras muchas cumbres de la humanidad, trabajaron como profesores particulares (Aquí, por cierto, no habría más remedio que admitir que el famoso nivel educativo sí habría bajado un poco desde entonces, al menos en lo que se refiere al del profesorado).

Ya en el siglo XX, y en paralelo a la expansión de la educación básica, proliferaron las academias y profesores dedicados a preparar a estudiantes para superar exámenes públicos, ya fueran de ingreso a la Secundaria, de acceso a la Universidad (hubo un tiempo en que el examen español se llamaba "de Estado") o para superar las asignaturas
cerrojo que hacen las veces de filtro adicional de selección en muchas carreras. Los exámenes públicos habían generado toda una industria privada dedicada a su preparación. El Estado ostenta el monopolio de exámenes y diplomas y, a quien las quiere y puede pagar, las clases particulares les ayudan a superar los unos y a conseguir los otros.

Dando ahora al botón de avance rápido hasta enero de 2022, nos encontramos con una historia que el lector no habrá visto en los medios de comunicación: New Oriental Education, una de las grandes multinacionales chinas de clases particulares en línea, anunció el despido de 60.000 empleados. Incluso para China, 60.000 despidos de un solo golpe en una empresa es una catástrofe de primer orden. No respondían ni mucho menos a un hundimiento del mercado online de tutorías privadas, que estaba disparado incluso antes de la pandemia, sino a una decisión ejecutiva del Gobierno, que meses antes había decidido prohibir este tipo de clases particulares y las había tachado, además, de "problema nacional" y de riesgo número uno para la equidad educativa en el país.

También a comienzos de 2022, llegaban las primeras informaciones, desafortunadamente tan sólo anecdóticas, de que otra multinacional china de clases particulares, VIPkid, estaba despidiendo a la mayor parte de sus tutores estadounidenses y canadienses. Porque el modelo de negocio de esta empresa de clases particulares de inglés pasa por reclutar a profesores certificados de estos países, muchos de ellos en activo, y que por tanto aceptan pluriemplearse a cambio de unos ingresos adicionales más que sustanciosos. En otras palabras, lo que muchos creíamos que sólo ocurría en el mundo en desarrollo estaba y está ocurriendo también, a gran escala y digitalmente, entre el profesorado de los sistemas educativos más avanzados y mejor financiados del mundo. Y ello a través de una empresa china con el nombre de VIPkid, una combinación que es por sí misma todo un relato postmoderno y post-pandémico.

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La guerra que China ha declarado contra la llamada educación en la sombra (ES) –el nombre que recibe la industria global de clases particulares en este siglo XXI– es la prueba más contundente e inequívoca de que una oferta masiva y global de ES en línea, sostenida por una demanda social disparada, se está convirtiendo ya en la principal amenaza para los grandes objetivos de calidad y equidad en educación. Dicho de otra forma, al tiempo que se había alcanzado una educación primaria universal y cuando se acaba de plantear una secundaria también universal en la agenda 2030, ha tenido lugar una expansión descomunal de la ES, paradójicamente como resultado (no previsto, pero resultado al fin y al cabo) de la propia democratización del acceso a la educación.

Recordando el mito de Penélope, puede decirse que la equidad educativa que se teje durante el día en los centros educativos se desteje durante la 'noche' en una creciente y rampante educación en la sombra. Es decir, que esa industria global de la ES, que ha crecido literalmente a la sombra de la propia democratización de la escolarización formal, parece llamada a ser el principal instrumento de reproducción de la desigualdad educativa en este siglo XXI.

Escolarización formal y ES habían crecido en una suerte de simbiosis hasta hace un par de décadas. Sin embargo, allí donde la segunda ha crecido desmesuradamente, se convierte en norma social y crea incentivos perversos que conducen a prácticas ilegales y a exacerbar sus efectos negativos sobre calidad y equidad.
Y es que la simbiosis se convierte en parasitismo cuando, en lugar de suplementar, la ES pasa a suplantar la educación formal, una frontera que parece haberse cruzado ya en más de un país.



¿Qué sabemos sobre la educación en la sombra en España?
Precisamente por su carácter informal, semioculto y desregulado, obtener evidencia empírica sobre la ES no es empresa fácil. Se habían usado hasta ahora datos de los cuestionarios de PISA y TIMSS, instrumentos que nunca han sido diseñados específicamente para investigar este tema, y también algunas encuestas con muestras más bien simbólicas. Apoyándonos en los datos de la Encuesta de Presupuestos Familiares (EPF) que publica cada año el Instituto Nacional de Estadística, publicamos recientemente un informe más ambicioso sobre ES en nuestro país. Se analizó la evolución del gasto familiar desde 2006 hasta 2020, confirmando que España no es una excepción a la tendencia global de aumento del gasto en clases particulares. El análisis de los datos de la EPF permitió, además, documentar las diferencias en el porcentaje de hogares que gastan en ES (por quintiles de gasto) y la evolución del peso relativo de ese gasto en la distribución del gasto total. También fue posible poner la lupa sobre la evolución del gasto en ES durante 2020, para lo que se obtuvieron microdatos especialmente diseñados por el INE en relación con los tres periodos de ese año (pre-pandemia, confinamiento y nueva normalidad).

Los datos de la EPF presentan el caso de España como afortunadamente aún lejano a la frontera en la que la ES empieza a parasitar la escolarización. Y ello a pesar de que, entre 2006 y 2019, el gasto agregado se triplicó y el número total de hogares que gastaba en clases particulares se dobló (de medio millón a un millón). Esto ocurría además durante la Gran Recesión (2008-2015), un periodo en el que el gasto familiar cayó con fuerza en muchos rubros esenciales (Gráfico 1). Con todo, en 2019, el 23% de los hogares (y un 24% de los estudiantes) consume clases particulares en España, cifras que pueden considerarse bajas en relación con las que la literatura de investigación atribuye a la mayor parte de los países asiáticos y aun también a los europeos.
 
Gráfico 1.- Evolución del gasto agregado de los hogares en euros corrientes (2006-2014)
Fuente: elaboración propia a partir de la Encuesta de Presupuestos Familiares (INE). Nota: base=2006.
 
En España, el impacto de la educación en la sombra sobre la equidad educativa es, como en todas partes, claramente negativo, si bien las clases media-baja y baja no sólo no quedan al margen de ese mercado, sino que invierten en él una parte cada vez más considerable de su gasto. De hecho, el gasto en ES crece más y de modo más sostenido en las clases medias, y en una clase trabajadora que es la que hace el mayor esfuerzo presupuestario (Gráfico 2). En 2020, el confinamiento y sus consecuencias inmediatas afectaron mucho más al gasto en ES de los hogares ricos que al de los de menor gasto. Y todo ello ha tenido lugar en unos años, sobre todo a raíz de la pandemia, en los que el sector público y el tercer sector (ONGs) han empezado a apostar por iniciativas ambiciosas de tutorías privadas para estudiantes desfavorecidos, que deberían estar teniendo un impacto en el gasto en ES de esos hogares, empujándolo a la baja. Este aparente excepcionalismo español se manifiesta también en que el gasto en ES no es un fenómeno predominantemente urbano, sino que crece con más fuerza en pequeños municipios y zonas rurales.

Gráfico 2.- Porcentaje de hogares con hijos entre seis y 18 años que gastan en ES en España (por quintiles de gasto equivalente y año)
Fuente: Elaboración propia a partir de la Encuesta de Presupuestos Familiares (INE).

Conclusión: ¿ha creado la propia escuela un monstruo que podría devorarla?
Es crucial investigar en cada país cuál es el efecto combinado de los distintos factores de aceleración de la ES. Esto ayudaría a anticiparse –por medio de la regulación legislativa y de políticas educativas y sociales– a un crecimiento cancerígeno de esta industria global que, en efecto, supone una amenaza en toda regla para los sistemas de educación formal. La regulación actual de la ES, incluso cuando se implanta con éxito, puede no ser suficiente para evitar una expansión desordenada que conduzca al parasitismo de la ES sobre la escolarización. Por eso, son necesarias políticas educativas que aborden esos factores que aceleran la expansión de la ES, como los exámenes externos altamente competitivos, las tasas injustificadamente altas de fracaso y repetición o los bajos salarios del profesorado que incentivan prácticas corruptas. La actual proliferación de los servicios en línea a escala global presenta nuevos riesgos y desafíos y hace que la regulación sea aún más difícil. Por tanto, las soluciones a esta otra pandemia de ES pasan menos por medidas para reducir la oferta (de dudosa eficacia) y más por políticas capaces de reducir la demanda. Y la batalla está y seguirá centrada en la capacidad de ofrecer personalización, que de entrada se percibe como la gran ventaja comparativa de la ES y como el talón de Aquiles de los sistemas escolares.
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