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¿El principio del fin? Fisuras en el aparato mediático del Kremlin

Adrián del Río Rodríguez

5 mins - 19 de Marzo de 2022, 07:00

¿Puede la invasión de Ucrania desembocar en la quiebra del régimen de Putin? Éste construyó su legitimidad en función de la idea de recuperar la estabilidad, prosperidad y reputación global para su país. La respuesta de Ucrania y Occidente  supone una amenaza para estos tres objetivos y, por tanto, el mayor desafío para la supervivencia del régimen del mandatario ruso.

Investigaciones comparadas sobre dictaduras sugieren que Putin ha construido un régimen capaz de prevenir golpes y protestas de gran escala. Ambas son las formas de caída más frecuentes de las dictaduras. En estos regímenes, los poderes político, militar y económico se concentran en las manos de un individuo y rara vez el líder es expulsado o asesinado debido a una guerra, incluso si la pierden. Esto se debe a que incluso las élites más poderosas del país y la ciudadanía carecen de oportunidades para coordinarse y castigarlo por sus acciones. 

Para organizarse, los actores requieren de confianza e intercambio de información. El telón de fondo de la censura y represión no sólo impide la coordinación de una oposición al régimen, sino que también hace difícil discernir datos básicos como el número de soldados rusos muertos. Esto dificulta la lectura de las tensiones y fisuras en el régimen de Putin y, por tanto, la predicción de su fin a corto y largo plazos. Ejemplos de esta incertidumbre son las primeras señales de fisuras dentro del aparato mediático del Kremlin. 

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Canal 1 y Russia Today son las herramientas principales de propaganda consumidas por la mayoría de la población, mientras que los medios independientes hacen malabarismos para sortear la censura. En este contexto, este lunes, una popular mesa de debates en Canal 1, 'Tardes con Vladimir Solovyov' rechazaron la invasión de Rusia en Ucrania. Por la noche, una editora de los informativos, Marina, saltó al plató con una pancarta denunciando al Gobierno. Ambos actos de disidencia estuvieron en el aire por pocos segundos, pero son relevantes en regímenes represivos por dos motivos. 

Por un lado, estos ejemplos de división dentro del aparato mediático pueden motivar a otros empleados y miembros del régimen a desviarse de la línea gubernamental. Más allá de manifestar su rechazo a la guerra, algunos presentadores, periodistas y editores pueden manifestarse en contra de la publicación de algunas noticias falsas e incluso preferir abandonar el país o su trabajo antes que continuar divulgándolas, como prueba la dimisión de la veterana presentadora Lilia Gildeyeva. Estas acciones dificultarían la capacidad divulgativa de la propaganda del Kremlin y, por tanto, la posibilidad de generar y dirigir apoyo popular a la causa de Putin durante y después de la guerra.

A su vez, las fisuras abren una ventana de oportunidad: los empleados pueden llegar a filtrar información sobre la situación en Rusia a través de medios alternativos u occidentales. Esto facilitaría nuestro entendimiento sobre el estado de la población y las élites, cuyos recursos son esenciales para la supervivencia del régimen. ¿Cómo de desesperados están los oligarcas de Putin? ¿Qué opinan los militares sobre el curso de la guerra?



Por otro lado, podemos contemplar la hipótesis de que las expresiones de descontento dentro de los medios del Kremlin hayan sido escenificadas. ¿Por qué jugaría Moscú a provocar la deslealtad en organizaciones clave para su supervivencia? Bien podría estar testando una nueva estrategia para identificar oposición interna y neutralizarla. Las élites más o menos visibles manifiestan su descontento en programas populares con pocas consecuencias (una pequeña multa). Por ejemplo, el coronel Yeranosyan V. M. mostró una cruda visión de la ocupación que provocó la histeria en el show televisado en el canal Zvezda, controlado por el Ministerio de Defensa. Sin embargo
, hay evidencias de que el coronel era un simple actor y no fue penalizado. 

Provocar disidencias es peligroso porque podría inspirar más acciones de rebeldía. Sin embargo, también facilita al Kremlin la tarea de identificar a la oposición e imponer la disciplina. Tras la protesta de Marina en el telediario, la agencia de noticias Tass procedió a inspeccionar al equipo. A su vez, permitir actos de disidencia pública controlada sirve para legitimar a los medios de comunicación del Kremlin dentro del país, al esconder una realidad autoritaria bajo una fachada de libertad de expresión. Luego, a la hora de la verdad, el aparato mediático contaría con un personal más leal.

En cualquiera de los casos, una característica común de los regímenes represivos como el de Putin es que parecen estables momentos antes de su quiebra. Las fisuras dentro del aparato mediático del Gobierno pueden ser virales e invitar a unirse a otros actores políticos y económicos. Aunque el régimen tenga la capacidad de lidiar con escisiones a corto plazo, esto supone un coste más en la gobernanza. En un contexto de recursos económicos cada vez más escasos, tendría que emplear aún más en represión y propaganda antes destinados para comprar la lealtad de las élites. La caída de Putin no vendrá mañana, pero su posición en el poder parece más débil cada día que pasa por el aumento de los costes de la gobernanza desde que invadió Ucrania.
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