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Sergei Supinskuy

Los más débiles ganan cada vez más guerras

Yanina Welp

6 mins - 21 de Marzo de 2022, 21:00

Estimadas lectoras, estimados lectores,

en 1959, una nave espacial soviética no sólo llegó por primera vez a la Luna, sino que se estrelló contra ella dejando sus restos esparcidos en la superficie lunar. Estados Unidos llegó 10 años más tarde, colocó su bandera en un alunizaje mundialmente conocido y la nave volvió a casa. La anónima cultura popular a veces capta significados trascendentales que plasma en refranes y chistes condensadores de significados. Se contaba en la URSS, en referencia a aquella historia de los dos alunizajes, que cuando los astronautas rusos llegaron a la Luna llamaron a Leonid Brézhnev, por entonces autoridad máxima del país, le contaron que habían llegado y que habían pintado la superficio de rojo. Un mes más tarde, los astronautas volvieron a llamar desesperados para informar de que “los estadounidenses trajeron pintura blanca y escribieron Coca-Cola encima”. La anécdota es citada por Ivan Krastev y Stephen Holmes en 'La luz que se apaga. Cómo Occidente ganó la Guerra Fría pero perdió la paz'un libro que en buena medida explica la guerra que estamos viviendo. 

Mucho se está analizando el día a día de la invasión, con todas sus secuelas y reacomodos. Pero ¿qué nos dicen los estudios de la guerra y, en particular, de guerras asimétricas como la que ha desencadenado la invasión rusa de Ucrania? Los criterios clásicos utilizados para definir las asimetrías referían al número de soldados y la magnitud de la potencia de fuego. Iván Arreguin-Toft, experto en la materia, encontró que los patrones han ido cambiando a lo largo del tiempo. Si entre 1800 y 1849 la parte más débil triunfó apenas en el 12% de las ocasiones, lo consiguió en el 51% de las veces entre 1950 y 1999 (en 'How the Weak Win Wars: A Theory of Asymmetric Conflict'). La explicación más frecuente es que esto se debe a que la parte más débil no necesita derrotar, sino tan sólo resistir, porque las guerras ahora consisten con mayor frecuencia en invasiones del territorio y carecen del capital simbólico que puede activar el invadido. Está claro que el poderío importa, pero no basta, y ahí interviene tanto la estrategia militar o de resistencia como la estrategia comunicacional. Lo analizó Antoni Gutiérrez Rubí señalando, por ejemplo, que “mientras los ucranios se visten y se desenvuelven con el código visual y estético de Zelenski, los rusos parecen unos burócratas sin alma”. Unos saben cómo manejar los códigos de la comunicación del siglo XXI y otros se han quedado atrapados en las jerarquías anquilosadas de otros tiempos.

No es sólo la percepción que se va generando, sino también el sentido que se va dando a la guerra, la nación y el patriotismo. El marco previo en que esto se inserta aporta alguna información. El mapa muestra las profundas diferencias en la percepción de orgullo nacional en los distintos países de Europa (se registra el porcentaje de la población que se siente muy orgullosa de su nacionalidad). Apenas el 37% de los ucranios se sentía muy orgulloso en el momento de hacer la encuesta, frente al 66% de los polacos y el 71% de los portugueses.




Un par de agendas españas atrás nos centramos en el indicador de la Encuesta Mundial de Valores referido a la propensión a luchar por el propio país. Hoy cruzamos (créditos: Diego Lombardi) aquellos datos con el orgullo nacional. La imagen nuevamente es curiosa: en Alemania son muchos los dispuestos a luchar, sin que esto conlleve un elevado orgullo. En Portugal, una franja importante (el 41%) manifiesta sentirse muy orgullosa y no estar dispuesta a luchar. En España, ni mayor orgullo ni mayor predisposición a luchar.
 

Nuestro primer artículo de hoy se ocupa de la respuesta a la guerra en Europa y pone la mirada, entre otros aspectos, en el nacimiento de un embrionario patriotismo europeo. De ahí pasamos a un tema clave y muy poco estudiado: los efectos de la inversión en clases particulares sobre la equidad. Seguimos con los avances en corresponsabilidad entre hombres y mujeres y cerramos con un tema candente: el repentino cambio en la política española frente al conflicto en el Sáhara Occidental.
 
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Reino Unido, la UE y la guerra de Ucrania
“Encajonado entre Estados Unidos y una Unión Europea que ha sorprendido a todos con su nuevo hábito geopolítico, Reino Unido aparece fuera de foco, como un actor de reparto. El mundo y la UE cambiarán profundamente en la estela de esta guerra; también Reino Unido”. El análisis de Juan González-Barba Pera.

La 'educación en la sombra' y el síndrome de Penélope
Juan Manuel Moreno pone la mirada sobre un tema ausente en el debate público y cuya relevancia central ha sido puesta en evidencia por China: las clases particulares fueron definidas en el país asiático como un problema nacional por poner en riesgo la equidad educativa. ¿Qué pasa en España? Imperdible.
Este artículo forma parte de nuestra Agenda Educación, editada por Xavier Bonal.

Avances en corresponsabilidad: hacia la igualdad efectiva entre hombres y mujeres
Que las mujeres se incorporaron masivamente al ámbito público a través del empleo formal es algo muy reconocido. Que los varones no hicieron lo mismo asumiendo su parte de las tareas correspondientes al ámbito privado, a estas alturas, también. Nuria Reche Tello analiza el avance de la legislación en la materia. Lectura obligada.

Artículos de Agenda Pública en 'El País'

Sahara, ¿acierto o chapuza?
Para Jorge Dezcallar, el apoyo a la autonomía del Sahara Occidental que el rey Mohamed VI ofreció en 2007 es una opción política legítima y también realista si los intereses de España así lo aconsejan; “pero siendo conscientes de que nos apartamos de la legalidad internacional y de la propia postura sobre este territorio que hemos mantenido desde su abandono en 1975. Y eso hay que explicarlo muy bien, porque España tiene en el Sahara responsabilidades que no tienen Francia o Estados Unidos”.

La trampa de la integridad territorial
Bernabe López analiza la iniciativa marroquí de negociación de un estatuto de autonomía para el Sahara Occidental que el Gobierno de Pedro Sánchez ha calificado de “seria y realista”. Según el autor, no falla tanto la propuesta como lo poco realista que resulta por no estar acompañada de unas condiciones que puedan generar el diálogo, ya que el régimen prosigue con la persecución de toda disidencia.


Buena lectura,

Yanina Welp
Coordinadora editorial
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