Estimadas lectoras, estimados lectores,
Ahora que a España, y a la Unión Europea, les ha dado por
cambiar ventanas, esta
newsletter les presenta oficialmente el tema de este mes, que no es otro que la rehabilitación de edificios y la eficiencia energética.
Lo de
cambiar ventanas proviene del
pronunciamiento público, vía redes sociales, de un eurodiputado español que criticó legítimamente el "nuevo modelo de país" que, a su juicio, el Gobierno español habría abrazado y lo opuso a la paupérrima inversión pública en "innovación y ciencia" para el año en curso. Por supuesto, sintetizar un asunto complejo comparando dos variables heterogéneas y no excluyentes suscitó un encendido debate. Por tanto, justo es enlazar este
'hilo' del eurodiputado en el que aportaba sus "evidencias"; y justo también, a modo de ejemplo,
éste otro con conclusiones distintas.
Lo que parece incontrovertible es que en España (y, por decirlo todo, en Europa) se rehabilitaba poco, y eso en un país (y en un continente) con un parque de viviendas envejecido e ineficiente. Es decir, que derrocha mucha energía. ¿Y cuánto es mucha? Pues hay quien sostiene que la equivalente a
unos 12.000 millones de euros anuales sólo en nuestro país. Sea la cifra ésta u otra (alta en cualquier caso), la Unión Europa (y España) se han puesto manos a la obra en sus planes de Recuperación de la crisis pandémica; y el Ejecutivo español ha puesto, en este caso sobre la mesa, 6.820 millones de euros y el compromiso de poner al día 510.000 viviendas para 2026.
Tampoco parece discutible que rehabilitar energéticamente una vivienda no es sólo
cambiar ventanas, sino actuar también sobre lo que se conoce como la envolvente del edificio, los cimientos, nuevos sistemas de calefacción, refrigeración, agua caliente sanitaria… y que hacerlo de forma integral puede reducir muy significativamente (hasta el 70%) su consumo de energía. No es tontería: los hogares consumen un tercio del total y son responsables de un porcentaje similar de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Y ya que estamos, hay
bonus: la rehabilitación energética de edificios puede ser una herramienta para combatir la
pobreza… energética.
Los gobiernos parecen tener clara la apuesta. De ahí las ayudas directas, la eventual asunción de avales, las deducciones fiscales. Hay actores que intentan convencerlos de que con eso no basta: que habría que recuperar las deducciones por rehabilitación de vivienda habitual, y reducir el IVA para esta actividad y también el Impuesto sobre Bienes Inmuebles (IBI). Ya se verá. De momento, el español ha llegado incluso a autorizar excepcionalmente que las reuniones de vecinos puedan celebrarse por
videoconferencia. El reto burocrático, logístico y
evangelizador es tremendo: de las rehabilitaciones ya acometidas, la inmensa mayoría lo han sido por obligación o necesidad; sólo el resto, por iniciativa vecinal. Y otro apunte: de las citadas, un porcentaje muy bajo se rehabilitó con criterios de eficiencia energética.
Y esto nos llevaría a otra derivada: ¿recuerdan cuando, no hace mucho, la misma acera se levantaba una semana sí y otra también? ¿Para meter el cableado de la empresa de telecomunicaciones la primera vez, para las tuberías de una
utility la segunda? Sería aconsejable que, si se acomete una reforma con la vista puesta en la eficiencia energética, dejar el inmueble también preparado para la digitalización/domótica (otra las
palancas de los planes de Recuperación) y con los problemas de accesibilidad resueltos.
Gráficos
En virtud de una directiva europea, todas las viviendas debieran contar con una certificación (de eficiencia) energética. Ésta consiste en una gradación que va desde la A (matrícula de honor) hasta la G (muy deficiente, o ineficiente). Muchos, no nos engañemos, aún no las han tramitado, pero es obligatorio en caso de venta o alquiler del inmueble. Pues bien, según el informe de 2019 del Instituto para la Diversificación y el Ahorro de la Energía (Idea), el parque inmobiliario español existente está "asentado en la calificación E, y con una clara pero lenta evolución a calificaciones más altas"; tanto en lo que respecta a emisiones como en lo concerniente a consumo. En los gráficos lo pueden comprobar por comunidades autónomas:
Por supuesto, el panorama cambia si lo que se analiza es la calificación energética de emisiones de los edificios acabados de nueva construcción: más del 65% se encuentran entre las clases A, B y C, y más de la mitad entre las categorías A y B.
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El 'podcast'
(Pen)última llamada para escuchar el
cuarto episodio de 2021 de 'Green Deal. La oportunidad de Europa', que trata de la movilidad sostenible de la mano de
Mónica Vidal (directora de Políticas Públicas y Gobernanza Climática de Ecodes, licenciada en Ciencias Ambientales y centrada actualmente en movilidad y de eficiencia energética),
Antonio Lucio (profesor de Movilidad y Estrategias Urbanas en la Escuela de Organización Industrial (EOI, España) y letrado de la Asamblea de Madrid),
Elisa Pozo (arquitecta urbanista e investigadora en la Universidad Politécnica de Madrid) y
José Carpio-Pinedo (arquitecto y doctor en Urbanismo por la Etsam, investigador en la Universidad Complutense y profesor del Máster sobre 'Smart Cities' de la Universidad de Salamanca).
Buena lectura,
Guillermo Sánchez-Herrero
Agenda Pública