-
+
AP

Qué piensan realmente sobre la guerra los rusos de a pie

Kseniya Kizlova, Pippa Norris

20 mins - 5 de Abril de 2022, 10:45

El resultado a largo plazo de la sangrienta invasión rusa de Ucrania dependerá tanto del poder duro (coerción, tanques y cohetes frente a cócteles molotov y rifles), como del poder blando (ganar los corazones y las mentes en el propio país y en el extranjero). A su vez, éste último depende de las actitudes culturales y de las corrientes de información que fluyen a través de las ondas de radio, las plataformas digitales y las redes personales.

Las encuestas realizadas inmediatamente antes y después del inicio de la invasión, el 24 de febrero, indicarían que la mayoría de los rusos de a pie apoyaba a la guerra y al presidente, Vladimir Putin. En general, en la serie de trabajos demoscópicos iniciales, una mayoría silenciosa (alrededor del 60%) indicó que apoyaba la operación militar especial en el país vecino.

Pero, ¿son estos resultados indicadores fiables de la opinión pública antes de la invasión? En febrero y principios de marzo, ¿la mayoría de los rusos simpatizaban realmente con la decisión de Putin de declarar la guerra?

La historia decidirá en última instancia cuánta culpa tiene Putin, así como sus acólitos del Kremlin, por haber iniciado el derramamiento de sangre, y cuánta responsabilidad tiene la aceptación tácita de los rusos de a pie. Es importante determinar esta cuestión desde el punto de vista moral para evaluar la culpabilidad del conflicto y, desde el punto de vista legal, para perseguir posibles crímenes de guerra. Comprender el poder blando de Putin también puede aportar información sobre las consecuencias a largo plazo del conflicto para con su liderazgo y el futuro de ambos países.

Al igual que las encuestas en otros lugares, los primeros sondeos pueden considerarse como señales auténticas del sentir de la opinión pública rusa. Después de todo, las actitudes culturales de nacionalismo, patriotismo y apoyo a líderes fuertes siguen siendo factores poderosos en el mundo. Es posible que muchos ciudadanos rusos no tengan ni idea de lo que está ocurriendo en su nombre y juzguen la situación sólo por las imágenes de la televisión estatal.

[Recibe los análisis de más actualidad en tu correo electrónico o en tu teléfono a través de nuestro canal de Telegram]

La propaganda estatal y la desinformación sobre que Ucrania "dispara a sus propios ciudadanos en la región de Donbás" comenzaron ya en 2014 y, desde entonces, han aumentado en intensidad y volumen. Sin embargo, aunque muchos ciudadanos estén muy mal informados, las primeras encuestas pueden captar actitudes auténticas que reflejan una mayoría silenciosa doméstica que apoya las acciones de su presidente y, por tanto, representa la construcción social de la realidad en la Rusia moderna. Al mismo tiempo, hay varias razones potenciales por las que los resultados de los primeros sondeos deben tratarse con gran cautela, o tal vez incluso descartarse como significativos.


¿Control estatal y encuestadores sesgados?
Uno de los argumentos esgrimidos es que muchas organizaciones rusas de investigación de mercado, como VCIOM y FOM, están controladas por el Estado y distan mucho de ser homologables a empresas encuestadoras independientes y reputadas, como Gallup, Ipsos o YouGov. Esto puede ser un problema. Sin embargo, los resultados de varias encuestas tempranas de diversas agencias de sondeos, aunque distan mucho de ser idénticos, parecen sugerir que, al menos en la fase inicial, la invasión fue apoyada por la mayoría del pueblo ruso.

Los datos de opinión pública de mayor reputación disponibles en Rusia proceden del Levada Center, una organización de investigación no gubernamental que realiza encuestas periódicas desde 1988. Las realizadas por ella entre el 17 y el 21 de febrero revelaron que la mayoría de los encuestados (el 52%) tenía una opinión negativa sobre Ucrania; un 60% culpaba a Estados Unidos y a la Organización del Tratado del Atlántico Norte (Otan) de la escalada de tensiones en el este ucarniano, mientras que sólo el 4% culpaba a Rusia. Sus encuestas sugieren que la aprobación pública neta de Putin había aumentado en unos 13 puntos porcentuales desde diciembre, un efecto de rally en torno a  la bandera, con casi tres cuartas partes (71%) expresando una aprobación de su liderazgo en febrero.

Éstos no fueron resultados aislados: se registraron sentimientos aún más fuertes en una encuesta previa a la guerra realizada entre el 7 y el 15 de febrero para la CNN en Rusia por una agencia británica, Savanta ComRes, donde la mitad (50%) estaba de acuerdo en que sería correcto que Moscú utilizara la fuerza militar para evitar que Kiev se uniera a la Otan. Dos tercios de los consultados rusos (el 64%) afirmaron que rusos y ucranianos son 'un solo pueblo', una postura que se enseñaba en la época soviética y que Putin ha impulsado, frente a sólo el 28% de los ucranianos que apoyaba dicha afirmación.

En su encuesta del 25 al 27 de febrero, VCIOM informó de un fuerte apoyo a la operación militar especial, con dos tercios (68%) a favor, alrededor de una cuarta parte (22%) en contra, y sólo un 10% incapaz de dar una respuesta. En una encuesta realizada entre el 25 y el 27 de febrero, la FOM mostró que el 65% de los encuestados apoyaba el lanzamiento de la operación militar especial de Rusia. Una agencia de encuestas privada, Russian Field, informó de que el 59% de los encuestados estaba a favor en los sondeos realizados del 26 al 28 de febrero. Por último, The Washington Post también publicó una encuesta realizada una semana después del asalto por un consorcio de investigadores que confirmaba que la mayoría de los rusos (58%) aprobaba la invasión, mientras que sólo una cuarta parte (23%) se oponía a ella.

Evidentemente, no todos los rusos apoyaban la guerra antes y durante el estallido del conflicto, pero, en general, alrededor del 60% sí lo hacía, según las diferentes mediciones de los sondeos ya mencionados. Sin embargo, si un sesgo común influyera en los resultados de todas las organizaciones de encuestas privadas y controladas por el Estado, entonces resultaría imposible establecer alguna prueba sistemática y genuina de la opinión pública rusa, a favor o en contra de la guerra.

Autocensura y sesgos de respuesta
Una posible razón de cualquier sesgo podría ser la autocensura de los encuestados, lo que generaría respuestas no auténticas. Los ciudadanos que viven en estados represivos pueden evitar expresar sus opiniones discrepantes en las entrevistas de las encuestas sobre temas delicados, para evitar el riesgo de que sus opiniones se comuniquen a las autoridades estatales.

Esta afirmación puede que sea válida. Incluso en los países occidentales suele ser difícil establecer relatos veraces a partir de las encuestas, en las que los encuestados pueden ser reacios a expresar su opinión en preguntas directas sobre determinados temas morales por miedo a la sanción social, como los relativos a los comportamientos sexuales de riesgo, la expresión abierta del racismo, el sexismo y la homofobia o incluso la participación en las elecciones. La dificultad se agrava cuando se trata de controlar las actitudes hacia las autoridades en estados represivos que carecen de derechos humanos y de libertad de expresión.

Los experimentos con listas de encuestas están diseñados para detectar sesgos ocultos. Algunos estudios que utilizaron esta técnica para medir la popularidad de Putin sólo encontraron modestos sesgos de respuesta. Otros, como los estudios realizados en China, detectan, sin embargo, prácticas más sustanciales de autocensura. Nuestros propios experimentos (de próxima aparición) con listas en la Encuesta Mundial de Valores sugieren diversos grados de sesgo en las personas que expresan su apoyo a su propio líder en diversos estados autoritarios como Etiopía, Nicaragua e Irán.

Sin embargo, incluso si algunos rusos se autocensuran, sigue siendo dudoso que las estimaciones más generosas del sesgo de respuesta puedan invertir el equilibrio de la opinión pública que aparece en muchas de las encuestas iniciales a favor del uso de la fuerza militar en Ucrania.


Otra opinión sugiere que una guía más fiable de las actitudes genuinas de los rusos puede ser el éxodo de disidentes y el estallido de protestas callejeras masivas y desobediencia civil. Los grupos de derechos humanos informan de protestas generalizadas contra la guerra en ciudades de todo el país, a pesar de las duras medidas policiales y el riesgo de lesiones graves y encarcelamiento. Hasta la fecha, han sido detenidos miles de manifestantes contra la guerra. Otros miles de rusos han huido al extranjero.

Pero la afirmación de que los disidentes expresan las opiniones genuinas subyacentes de la mayoría de los rusos de a pie puede reflejar más las esperanzas occidentales que la realidad. Los activistas suelen constituir una sección atípica de la población general en la mayoría de los países, incluso en las democracias liberales sin restricciones a la libertad de manifestarse pacíficamente. Es poco probable que la 'mayoría silenciosa' se comprometa.

Preguntas hipotéticas y opinión fluida
Otras dudas sobre la fiabilidad de los sondeos rusos pueden surgir de las respuestas a preguntas hipotéticas en las que la opinión pública sigue siendo fluida e imprecisa. Este proceso puede generar respuestas superficiales que satisfagan las necesidades del entrevistador, pero sobre las que la mayoría de la gente probablemente no haya pensado mucho.

Los primeros sondeos son precisamente eso, iniciales. Es probable que las actitudes se vuelvan más firmes con el tiempo, aunque la dirección de cualquier respuesta depende de los valores culturales y de la atribución de la culpa. Queda por ver si las actitudes rusas persisten a medida de que se desarrollan los acontecimientos, sobre todo a medida que los soldados regresen a casa en bolsas para cadáveres, las sanciones económicas se hagan más duras, los mensajes personales fluyan más allá de las fronteras y la fuerza de la resistencia ucraniana se haga evidente. 



Se han producido cambios drásticos en la opinión pública y en las élites de todo el mundo tras los históricos acontecimientos de Ucrania y la cobertura general de los medios de comunicación: las desgarradoras imágenes de los refugiados, las ciudades arrasadas por los escombros, los discursos del presidente, Volodymyr Zelensky, y las conmovedoras entrevistas con ucranianos de a pie. Su impacto queda demostrado por los notables giros en la política de financiación de la defensa y la importancia de la seguridad en los estados miembros de la Otan (especialmente Alemania) y la Unión Europea.

Pero el impacto de la cobertura de la guerra en la opinión interna en Rusia está condicionado por las actitudes culturales -especialmente el fatalismo hacia las autoridades y la poderosa fuerza del nacionalismo- y requiere el esfuerzo de acceder a la información disponible. Sin embargo, aunque la oposición crezca gradualmente, los sondeos posteriores no pueden leerse en retrospectiva como una indicación de las opiniones rusas en el momento de la invasión.

Censura, propaganda y desinformación en los medios de comunicación
La última y más plausible explicación de las encuestas iniciales que informan del apoyo ruso a la guerra radica en la manipulación de la opinión pública mediante el control estatal de los canales de comunicación y el uso generalizado de la censura, la propaganda y la desinformación dentro y fuera del país. Los informes sugieren que los rusos han desestimado la palabra de amigos y familiares que viven en Ucrania y que tienen experiencia de primera mano de la guerra. En su lugar, sugieren que el Ejército ucraniano atacó a su propia población en operaciones de falsa bandera para culpar a Putin, siguiendo las órdenes de un Gobierno formado por neofascistas, nacionalistas y drogadictos.

Este relato oficial de los hechos, formulado por el régimen de Putin, se ha difundido ampliamente a través de la televisión estatal. La información compartida en los medios de comunicación ucranianos o internacionales se califica de falsa, mientras que las imágenes gráficas de las ciudades arrasadas se describen como manipuladas.

El control estatal de los medios de comunicación ha crecido durante muchos años bajo el mandato de Putin, un proceso que se ha acelerado considerablemente en las últimas semanas. El proyecto Varieties of Democracy publica un índice de libertad de expresión y de fuentes alternativas de información que refleja hasta qué punto el Gobierno respeta la libertad de los medios de comunicación. Desde el año 2000, el índice ha caído en picado en Rusia, mientras que ha aumentado considerablemente en Ucrania (Figura 1).

La más reciente represión ha endurecido enormemente la censura de Putin: una nueva ley establece que los periodistas que proporcionen información militar considerada falsa por el Estado pueden ser condenados a penas de hasta 15 años. Muchas empresas internacionales de noticias, como la CNN y la BBC, han suspendido sus operaciones y los medios de comunicación independientes que quedan en Rusia, como el periódico Novaya Gazeta y el canal de televisión independiente Dozhd han sido cerrados. Incluso antes de estos acontecimientos, Rusia ocupaba en 2021el puesto 150º de 180 países del mundo en cuanto a libertad de prensa, según Reporteros sin Fronteras.

Figura 1.- Índice de Libertad de Expresión y Fuentes Alternativas de Información (puntuaciones para Rusia y Ucrania)

Pero los rusos modernos, de clase media y con un nivel de educación elevado, en particular las generaciones jóvenes tecnológicamente capacitadas, aún no se han aislado y ni están controlados tan rígidamente como las poblaciones de Turkmenistán, Eritrea y Corea del Norte. Para contrarrestar la censura, los rusos todavía pueden utilizar las redes privadas virtuales (cuya demanda ha aumentado) para acceder a las noticias internacionales.

No obstante, ese acceso requiere esfuerzo y conocimientos técnicos. Los datos de la última Encuesta de Valores Mundiales, realizada en Rusia en 2018 y en Ucrania en 2020, indican que dos tercios de los rusos siguen utilizando la televisión como principal fuente de noticias diarias y solo una minoría confía en Internet. Por el contrario, en Ucrania, un número casi igual utiliza ahora internet lo mismo que las noticias de la televisión (Figura 2).
 
Figura 2.- Fuentes de información utilizadas a diario para conocer lo que ocurre en su país
Entre los usuarios de Internet rusos, incluso antes de las recientes prohibiciones estatales de plataformas internacionales como Facebook y Twitter, muchos recurrían a fuentes nacionales. La tercera oleada del Barómetro Eurasia, realizada en noviembre de 2021, reveló que las plataformas rusas de medios sociales VKontakte y Odnoklassniki se utilizaban mucho en el ámbito doméstico. Los ucranianos utilizaban las redes sociales occidentales/internacionales mucho más que los rusos (Figura 3).

Figura 3.- Uso de los 'medios sociales' en Ucrania y Rusia

Lo más importante es que encontramos que el uso de la televisión y de Internet predicen las actitudes políticas rusas, en direcciones divergentes (Tabla 1). La encuesta del Barómetro de Eurasia, fundada en 1989, proporciona una de las fuentes de datos más autorizadas y fiables. El sondeo monitoriza la confianza en el presidente y la valoración de la influencia de Rusia en el mundo. En general, en noviembre de 2021 el papel del país en el mundo era considerado positivamente por cerca del 81% de los encuestados en Rusia y sólo el 14% en Ucrania. La confianza en su propio líder alcanzó el 59% y sólo el 35%, respectivamente.

Tabla 1.- Fuentes de información y percepciones políticas en Rusia

Ante estos datos, encontramos que ver las noticias de la televisión está positivamente relacionado en Rusia con la confianza en Putin y la percepción positiva del papel ruso en el mundo. Por el contrario, el uso de Internet y los 'medios sociales' en Rusia produce el patrón inverso, una menor confianza en Putin y opiniones más negativas sobre la influencia rusa En el caso de la radio y los periódicos, los patrones son más variados. Es probable que este proceso funcione como un 'círculo virtuoso': tanto la autoselección de las fuentes de noticias como los efectos de la exposición aumentarían la correlación entre el uso de los medios de comunicación y las actitudes políticas.

El impacto de los recursos en línea y de los medios sociales también difiere mucho en los dos países. En Rusia, la propaganda estatal en la televisión y la censura de los medios sociales independientes han aislado al país y han logrado lavar el cerebro de numerosos ciudadanos para que repitan obedientemente las narrativas tal y como las han escuchado en la televisión. A los rusos les supone un esfuerzo obtener y comparar información de diversas fuentes. Se requiere mucho más sacrificio para que los ciudadanos de a pie se levanten y expresen cualquier disidencia pública hacia las autoridades.

Lo más fácil para todos nosotros es culpar a Putin, a sus acólitos del Kremlin y a las Fuerzas Armadas por la carnicería, los escombros y el derramamiento de sangre en esta guerra de elección. Pero incluso el apoyo público pasivo expresado en las encuestas a la decisión de Putin de invadir Ucrania significa que, al igual que en el caso de los 'verdugos voluntarios' de Adolf Hitler, la 'mayoría silenciosa' de la sociedad rusa comparte parte de la culpa de la catástrofe posterior en ambos países.

En Ucrania, por el contrario, la avalancha de vídeos en tiempo real a través de Facebook, Telegram, Twitter, WhatsApp y otras redes sociales se ha convertido en una importante fuente de información sobre la crueldad de las despiadadas acciones de Putin hacia el país y ha puesto al descubierto la propaganda de Moscú, tanto en Ucrania como en el extranjero. Las voces directas del pueblo ucraniano (mediante entrevistas con numerosos refugiados que hablan inglés y con portavoces oficiales) se han escuchado en todo el mundo.

Todos los asentamientos ucranianos comparten información actualizada constantemente en directo a través de varios canales de Telegram y grupos de WhatsApp sobre los bombardeos y las alarmas de incendio, las ganancias y las pérdidas entre las fuerzas ucranianas y la población civil, los horarios de las farmacias y los supermercados, la ayuda humanitaria y médica disponible y mucho más. Diariamente se difunden miles de vídeos del conflicto. Los medios sociales han ayudado a coordinar las actividades ucranianas de defensa, evacuación y ayuda humanitaria en casa, mientras el mundo entero sigue el conflicto en directo.

En un intento por frenar este proceso, Moscú ha tratado de exportar a Ucrania sus bien establecidas prácticas de desinformación. A principios de marzo, las torres de televisión fueron atacadas en Kyiv y Kharkiv. Los invasores rusos se apoderaron de la torre de transmisión en Kherson, y los canales locales de televisión y radio cambiaron a mensajes de vídeo y audio que promovían a Rusia. El alcalde en funciones de Melitopol, designado por Rusia, ha instado a la población local a cambiar a los canales de televisión rusos para obtener información "más fiable". Estas estrategias están diseñadas para imponer una narrativa falsa en torno a la invasión rusa, así como para revisar toda la historia de las relaciones entre ambos países.

Lecciones de las guerras de información
Con todo, varias encuestas de diversas organizaciones de sondeos han informado de que la mayoría silenciosa rusa (aproximadamente el 60%) estaba inicialmente a favor del uso de la fuerza en Ucrania y las encuestas también han registrado un creciente apoyo a Putin. Son muchos los factores que pueden contribuir a explicar estos resultados.
El control interno de Putin se basa en el poder duro (dura coerción de los opositores, como el encarcelamiento de Alexei Navalny); pero también depende del poder blando, especialmente de los valores culturales y los sentimientos de nacionalismo reforzados por el control estatal de las noticias de televisión y los periódicos, tras la represión gradual de la prensa libre durante las últimas décadas, acelerada por las recientes restricciones draconianas a los canales independientes.

La censura oficial ha estrangulado agresivamente las fuentes independientes de noticias sobre Ucrania. Es probable que la autocensura haya reforzado una espiral de silencio en la sociedad, con la percepción de que el apoyo de la mayoría amplifica la propaganda oficial mientras silencia a los críticos.

El ucraniano, como otros conflictos modernos, implica una compleja combinación de fuerza militar dura y guerras de información blandas. Hasta ahora, en la escena mundial, tras el ataque no provocado a un Estado soberano, la claridad moral de los refugiados y la valentía de la resistencia, Ucrania ha logrado una abrumadora 'victoria' de 'poder blando'. Así lo indica la condena casi universal de la invasión y el llamamiento a la retirada incondicional de Rusia procedentes de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

Pero, a menos que ese mensaje penetre también en los corazones y las mentes de toda Rusia, provocando una disidencia activa y una indignación interna contra una guerra que está destrozando a ambos países, el Gobierno de Putin seguirá siendo indiscutible. Entretanto, mientras el mundo libre observa horrorizado, el poder duro sigue convirtiendo las ciudades ucranianas en escombros.
 
(Este análisis fue publicado originalmente en Social Europe)
¿Qué te ha parecido el artículo?
Participación