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Luisa González (Reuters)

¿Fraude en Colombia? La autoridad electoral alimenta una crisis

Sandra Botero

7 mins - 20 de Abril de 2022, 16:22

Las elecciones legislativas colombianas del pasado 13 de marzo certificaron una reconfiguración de las fuerzas políticas y depuraron la baraja de candidatos presidenciales. La campaña presidencial, que ahora sí arranca en forma, será una carrera entre el candidato de izquierda (Gustavo Petro) y el de derecha (Federico Gutiérrez). Tras la jornada, flotan en el ambiente acusaciones de fraude que pueden salpicar la contienda presidencial.

El nuevo Congreso
En el nuevo Legislativo conviven señales de cambio y de continuidad: entra con fuerza la izquierda, aparecen unas curules transitorias de paz (cuya creación fue parte del acuerdo de paz con las antiguas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc), se estanca el partido baluarte de la derecha y reafirman su vitalidad los dos partidos tradicionales.

Empecemos por los buenos resultados de la izquierda. Por primera vez en la historia de Colombia, la izquierda, encarnada en el Pacto Histórico (PH), logra una de las bancadas mayoritarias, y además paritaria. El PH, coalición que apoya la candidatura de Petro a la Presidencia, barrió en el Senado, donde se espera que obtenga el 19% de los escaños, y quedó de segundo en la Cámara de Representantes, donde parece obtendrá 25 de los 165 curules (sólo superado por el Partido Liberal).

A este cambio se suma que la Cámara de Representantes contará con 16 curules adicionales, pensadas para dar representación en el Legislativo a víctimas provenientes de zonas particularmente afectadas por el conflicto interno colombiano. Aunque algunas quedaron en manos de candidatos cuestionados, por pertenecer a la clase política tradicional o no ser víctimas, varias sí representan a liderazgos sociales y de base. Será interesante observar el impacto de estos nuevos perfiles en la Cámara. De hecho, recientemente nueve de estos representantes anunciaron recientemente un acuerdo con la bancada del PH.

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Otra novedad resaltable fue
el retroceso del partido de gobierno, el Centro Democrático. De ser el partido con la bancada más numerosa en el Congreso, pasará a un lejano cuarto (o quinto) plano. Continuará siendo una fuerza significativa, pero pierde peso frente a la izquierda y a los dos partidos tradicionales, el Liberal y el Conservador, que han salido fortalecidos de estas elecciones. Junto con el PH, liberales y conservadores estarán entre las agrupaciones con más curules. Aunque en las últimas décadas pareció, por momentos, que estos ambas formaciones iban a convertirse convertirse en minoritarios, este resultado deja claro que su estructura y su músculo serán decisivos para lograr resultados en el Congreso.

Se configura así un Legislativo fragmentado, donde ninguna agrupación tiene mayoría. En otras palabras, sea quien sea el que gane la Presidencia tendrá que construir coaliciones variopintas para poder gobernar.

¿Qué pistas dan las consultas sobre las elecciones presidenciales?
El mismo día de las elecciones legislativas, los colombianos también votaron por las consultas inter-partidistas (primarias). De las tres consultas, la que más sufragios obtuvo fue la de la izquierda, resultado que, junto con la victoria del PH en el Congreso, reafirma la reconfiguración de fuerzas en el electorado. Ahí salió victorioso Petro y quedó segunda, con un excelente resultado, la lideresa afro Francia Marquez. Juntos conformarán la fórmula presidencial.

La consulta de la derecha decantó como candidato de su coalición a Federico Gutiérrez, ex alcalde de Medellín. Gutiérrez se perfila como el contendiente con mayores posibilidades de derrotar a Petro quien, como claro aventajado, se ha convertido en el candidato a vencer y en el pivote de la contienda. Durante las próximas semanas, el objetivo de ambos será conquistar a los votantes moderados. En cuanto a la consulta del centro, fue la menos votada de las tres y la más fragmentada. El candidato ganador, Sergio Fajardo, se disputa el tercer lugar con el independiente Rodolfo Hernández. Parece difícil que alguno de estos dos logre remontar para desbancar a Gutiérrez y ganarse un lugar en la segunda vuelta.

¿Fraude? La Registraduría alimenta una crisis
La jornada electoral se vio enlodada por acusaciones de fraude en el proceso de recuento de votos al Senado, denuncias que han puesto en entredicho la integridad de las elecciones legislativas y amenazan las presidenciales. Una discrepancia entre los resultados preliminares que se anunciaron el día de las elecciones y los números que se han ido conociendo a medida que avanza el conteo alimentan esta crisis, agravada por el mal manejo del registrador, Alexander Vega.

Las diferencias entre las cifras de pre-conteo anunciadas el día de las elecciones y las comunicadas en la etapa posterior del escrutinio oficial han beneficiado sobre todo al Pacto Histórico. Hoy, cuando el recuento aún no ha finalizado, parece que el PH tendrá 19 o 20 curules en el Senado, la cifra más alta que las 15 que se proyectaron basadas en las cifras preliminares. Hasta el momento, no hay evidencia de fraude sistemático según la Misión de Observación Electoral, organización especializada de la sociedad civil. Lo que abundan son preguntas sin respuestas por parte de la Registraduría, entidad responsable de organizar las elecciones. Hay quejas sobre la capacitación de los jurados, indicios de problemas con el diseño de los formularios de conteo de votos y, tal vez, en la transmisión de los resultados preliminares.



En semanas recientes, tanto el PH como el Centro Democrático han azuzado el fantasma del fraude en diferentes momentos, desplegando un manto de duda sobre la legitimidad de las elecciones. Desafortunadamente el registrador, en vez de calmar las aguas, las ha embravecido más con sus salidas en falso. Ante las acusaciones de fraude, Vega solicitó un recuento general de la votación al Senado, opción que no existe en el marco legal vigente pues el registrador no está capacitado para plantearlo y no tiene antecedentes. Al pedirlo, demostró desconocer el procedimiento para tramitar reclamaciones y suscitó las dudas sobre su idoneidad y neutralidad. Vega tuvo que recular y retirar esta solicitud cuando ésta no encontró eco entre los partidos políticos. El daño, no obstante, ya estaba hecho.

Un paso en falso más: el registrador no asistió personalmente al debate de control político al que se le citó en el Congreso a principios de abril. En su lugar, pidió procesar penalmente a miles de jurados electorales, a quienes acusó de fraude electoral. En Colombia, los jurados electorales son ciudadanos y ciudadanas seleccionados y capacitados por la misma Registraduría para cumplir estas funciones. En vez de buscar una auditoría técnica independiente para identificar y solucionar los errores y/o para detectar dónde hubo fraude –si es que lo hubo–, Vega parece empeñado en esparcir cortinas de humo. El problema grave es que, al hacerlo, parece estar priorizando su supervivencia política en vez de generar confianza y promover la transparencia. Con ello, contribuye a enrarecer más un ambiente en el que la ciudadanía y algunos partidos cuestionan cada vez más la legitimidad del Congreso y del proceso electoral. Con dos vueltas presidenciales por delante, y en medio de una campaña polarizada donde varios partidos se preparan para disputar los resultados y alegar fraude, el comportamiento de Vega puede tener un alto coste para la democracia colombiana.
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