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Carlos Herrera

En América Latina se achica el centro y se desplaza el marco

Yanina Welp

6 mins - 20 de Abril de 2022, 20:41

Estimadas lectoras, estimados lectores,

el 5 abril de 1992 se celebraron en Italia las primeras elecciones generales de la posguerra sin el Partido Comunista, que había sido disuelto un año antes. Surgió en su reemplazo el Partido Democrático de la Izquierda (PDI), de orientación socialdemócrata. Unos meses más tarde, el politólogo Norberto Bobbio publicaba su Destra e sinistra: ragioni e significati di una distinzione politica, donde hacía una defensa del valor de la escala izquierda-derecha para organizar la competencia política. Bobbio se inclinaba por los valores de la izquierda, orientados a la igualdad en el marco de las democracias liberales, y señalaba que aunque el comunismo histórico había fracasado, el desafío que éste había lanzado permanecía; hacía también una defensa de la moderación.

Ríos de tinta han corrido desde la Revolución Francesa en torno a los significados de izquierda y derecha. En un sentido básico, el posicionamiento refiere a la relación Estado-mercado, con el primero controlando todos los medios de producción en el 0 y el segundo controlándolo todo en el 10. En la Europa de entreguerras, la socialdemocracia revalorizó las posiciones intermedias (el 'reformismo burgués'), combinando el liberalismo económico con un fuerte rol regulador del Estado y su presencia marcada en áreas de política social, especialmente educación y salud. ¿Cómo se posiciona la opinión pública latinoamericana en este eje? Respuesta corta: en 2020 se achicó el centro y se desplazó el marco.

Según datos del Latinobarómetro, en 2000 el electorado que se ubicaba en el centro ideológico era mucho mayor de lo que es en la actualidad. A la pregunta En una escala dónde 00 es la izquierda y 10 la derecha, ¿dónde se ubicaría Ud.?, el 5 reflejaba la posición mayoritaria en todos los países con excepción de Nicaragua, donde esta opción se ubicaba a la par de la extrema izquierda (24% para ambos; la siguiente preferencia era el punto más extremo a la derecha, con un 17%). En algunos países, los electorados estaban mucho más escorados a la izquierda (Nicaragua, Bolivia) y en otros el corrimiento era hacia la derecha (destacaba Costa Rica, con un 21% ubicándose en la extrema derecha).
 

Veinte años más tarde, la misma encuesta presenta un panorama muy diferente. El 58% que en Argentina se ubicaba en las posiciones el 4 a 6 ha bajado al 37%. La caída también es pronunciada en Chile (pasa de 55% al 31%). La auto-ubicación en el 5 sólo ha aumentado en dos países: Costa Rica (pasa del 23% al 28%) y Uruguay (del 21% al 25%). Las posiciones de la extrema derecha muestran oscilaciones curiosas: en la Argentina en que crece Milei, la auto-ubicación ha bajado del 11% al 7%, mientras en el Uruguay de Cabildo Abierto sube del 10% al 13%; y destaca el caso de República Dominicana, con un 36% ubicándose en la derecha extrema en 2020. Y lo que crece de forma notable en países como Chile (del 15% al 41%) y Argentina (del 18% al 32%) es el rechazo a la escala: la opción por 'ninguno'
 

En Europa, los partidos socialdemócratas son los que más dificultades tienen para sostener a sus electorados aunque con pronunciadas diferencias, como muestran los casos extremos de Francia (con el socialismo agonizante) y Portugal (Gobierno con mayoría absoluta). Más alla de las especificidades, algunos estudios han señalado que los partidos de centro-derecha corren con ventaja a la hora de abordar un mayor número de cuestiones a las que la izquierda se enfrenta con mayores dificultades, y que los votantes que mantienen posiciones económicas y sociales incoherentes en la dimensión izquierda-derecha tienden a identificarse con la derecha.

Está claro que izquierda y progresismo no son sinónimos. Un Gobierno que niegue o restrinja los derechos de las mujeres y las minorías sexuales (como hizo Rafael Correa en Ecuador, por citar uno de varios ejemplos posibles) no es progresista, aunque implemente políticas redistributivas. Algunos proyectos políticos recientes han conseguido recuperar la vieja estela socialdemócrata, como parece ocurrir en el Chile actual. ¿Será éste el camino a seguir por Colombia? Nuestro primer artículo de hoy hace un análisis de las legislativas y las primarias en las que el candidato de la izquierda ha salido reforzado, aunque con elevada abstención y desconfianza. Está claro que el debate tiene un fuerte componente programático (la desigualdad como telón de fondo), pero la comunicación política también importa y ahí queda abierta la cuestión de las preferencias del electorado: ¿movilizadas por el rechazo y el miedo o por la adhesión a un proyecto colectivo? Esa discusión hace rato quedó fuera del marco en Nicaragua, donde se han cumplido cuatro años del estallido de protestas sociales contra el Gobierno. Cerramos con un análisis de lo que pueden verse como fortalezas relativas de los sistemas electorales americanos.
 
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Buena lectura y hasta la próxima, 

Yanina Welp
Coordinadora editorial
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