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Luis Sevillano

¿Llegó la hora del sorteo democrático?

Yanina Welp

6 mins - 2 de Mayo de 2022, 18:29

Estimadas lectoras, estimados lectores,

la democracia se sustenta, en teoría, sobre la base de que la ciudadanía constituye la fuente legítima y originaria del poder político. En la práctica, la soberanía popular se materializa en diversas instituciones con legitimidad tanto de origen (por ejemplo, gobiernos electos directamente por el pueblo) como derivada (es el caso del Poder Judicial cuando es nombrado en procedimientos que no implican el voto popular directo). La representación política y las diferentes estructuras sobre las que se sustenta forman el andamiaje sobre el que se sostienen las democracias contemporáneas. Sin embargo, el sistema nunca ha sido ni estático (inmutable a lo largo del tiempo) ni homogéneo (idéntico en el espacio que agrupa regímenes democráticos). Y en la actualidad muestra síntomas de una crisis extendida. ¿Hay alternativas? Sabemos que sí y es central evaluarlas. Más allá de preguntas del tipo ¿puede haber democracia sin partidos políticos? o ¿puede implementarse una democracia directa global?, que no parecen aportar mucho de productivo al debate, existen y se están aplicando diversos mecanismos que pueden contribuir a mejorar procesos. Seguramente, más que alternativa, se trata de complementos y correctivos. Cuidado, no todos son igual de válidos, y algunos podrían también empeorar las cosas.

Tres aspectos determinan los incentivos políticos a la participación de la ciudadanía: 1) quién y cómo eligen las autoridades, 2) quién y cómo toman las decisiones y 3) quién y cómo controla a las autoridades y la implementación de políticas. El más puro modelo representativo reduciría el papel de la ciudadanía a la elección de autoridades. La incorporación de mecanismos de democracia directa en estructuras representativas, cuando son activados por la misma ciudadanía o por mandato constitucional  (como ocurre en Uruguay o Suiza) otorgan voz y voto ante decisiones impopulares y también permiten abrir la agenda. La revocatoria de mandato permite destituir autoridades (muy controvertido, véase aquíaquí y aquí). La gran crítica a estos mecanismos es que las élites suelen instrumentalizarlos y pueden ser un arma en manos de liderazgos autoritarios con respaldo popular. Se argumenta también que dejan suelto un pilar de la democracia: el debate informado que se espera permita alcanzar las mejores decisiones.

En las últimas décadas, en países como Irlanda, Bélgica, Canadá y Australia, entre otros (todas democracias desarrolladas), han proliferado iniciativas de deliberación ciudadana. Con un origen habermasiano, las concepciones deliberativas de la democracia insisten en la relevancia de contar con una opinión pública de calidad resultado de procesos inclusivos, plurales y no coactivos. El talón de Aquiles de la democracia deliberativa es su materialización, ya que sólo se ha dado en experiencias de menor rango, como las de los mini-públicos, y/o con escasa incidencia (véase un ejemplo).

El sorteo cívico podría dar respuesta a algunas de las principales críticas recibidas por la deliberación. Empleado ya en la democracia ateniense clásica, el sorteo se postula como la alternativa ideal para abrir y ampliar a toda la ciudadanía la posibilidad de ser tanto gobernada como gobernante, considerándose el medio idóneo para ampliar los perfiles presentes en los órganos representativos. Esta corriente de pensamiento plantea que las elecciones basadas en la selección de los mejores son un mecanismos de los pocos en la que una mayoría no tiene posibilidades reales de ejercer el poder y donde se produce, en definitiva, la consolidación de una aristocracia electiva que conviene revisar con la incorporación de la aleatoriedad (la obra reseñada en nuestro primer artículo de hoy da cuenta de esta postura).

En las asambleas ciudadanas constituidas en la Columbia Británica y en Ontario (Canadá), representantes elegidos al azar debatieron posibles reformas de la ley electoral, así como en el conocido G1000 de Bélgica en 2011, donde un millar de ciudadanos escogidos por sorteo deliberaron en torno a cuestiones de interés público. También se han convocado en Irlanda. El caso más conocido es el de la Convención Constitucional Irlandesa, una iniciativa lanzada en 2013 desde el propio Parlamento con la finalidad de debatir la reforma de la Constitución en la que 66 personas (de un total de 100) fueron escogidas al azar con la finalidad de mejorar la Constitución en un procedimiento que aunaba tres mecanismos como son el sorteo, la deliberación y la posterior votación vinculante de toda la ciudadanía en referéndum. La experiencia ha sido celebrada hasta el punto de que se ha replicado posteriormente para la modificación de la ley regulatoria del aborto.

¿Podría una asamblea sorteada reemplazar al Gobierno? Los problemas de su aplicación generalizada son muchos. En términos prácticos, se ve difícil que quienes cuentan con las competencias para reformar las instituciones lo hagan para eliminar su propio poder. En otros términos, se observa que la legitimidad de una asamblea sorteada es indirecta, derivada de la confianza (asumida; habría que ver si real) en los métodos de selección, en que será una representación socio-demográfica de la composición de la sociedad en general, pero nadie los ha votado. Además no se eliminan las intermediaciones: ¿quién establece el método de selección, la organización de los debates, la selección de los informantes, expertos, etc.?  Más aún, se desactivan o no queda claro cómo se articularían las formaciones políticas que tienen el potencial de avanzar una agenda de reformas. Así, si tienen uno para producir una deliberación democrática, carecen de fuentes de legitimidad para impulsar per se un proceso alternativo de toma de decisiones. El caso irlandés sugiere que sí podrían articularse con las instituciones representativas y complementarse con referendos para impulsar un cambio en el modelo de gobernanza. Tema para seguir analizando. 

Hoy comenzamos por una reseña de la obra que volvió a poner en discusión el sorteo cívico. Seguimos con un análisis de los mecanismos de la propaganda rusa.

'Contra las elecciones, cómo salvar la democracia', David Van Reybrouck (2016)
"Despreciamos a los elegidos, pero idolatramos las elecciones". "La humanidad lleva casi 3.000 años experimentado con la democracia y apenas 200 sirviéndose de las elecciones". Aquí, algunas de las citas seleccionadas por Joan Navarro para analizar la propuesta de introducir el sorteo como fórmula de elección de las autoridades.
 
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Rusia, las medidas activas y las amistades peligrosas
Laura Méndez analiza y reflexiona sobre las campañas rusas que mezclan desinformación con propaganda y continúan empleando un entramado de agencias y canales propiedad del Estado o bajo influencia directa, como en el pasado. 


Buena lectura,

Yanina Welp
Coordinadora editorial
 
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