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con la colaboración de

¿'Fatiga' climática?

Guillermo Sánchez-Herrero

7 mins - 30 de Julio de 2021, 01:04

Estimadas lectoras, estimados lectores

En junio pasado, los suizos rechazaron en apretado referéndum la ampliación o extensión del impuesto al CO2 con devolución propuesto por todos los partidos con representación parlamentaria excepto uno (de la derecha radical, para más señas). Sólo Canadá y Suiza tienen de eso, un mecanismo de fiscalidad progresiva también conocido como renta o dividendo climático, declarado por la ONU como el mejor instrumento para luchar contra el calentamiento global y que nos explicaba aquí Emilio de las Heras y Pedro Fresco en este análisis.

Traemos esto a colación porque, como planteaba también Fresco en este hilo tuitero, lo de los suizos puede ser, más que una anécdota o una piedra en el camino, otro síntoma de un fenómeno creciente y preocupante: ¿puede ser que estemos ante la propagación silenciosa de la fatiga climática?

Papeletas hay. Para empezar, venimos de otra fatiga, la pandémica, que por otra parte ya es pasto de la infodemia y la polarización. Además, se cruza con la subida exponencial del recibo de la luz (y lo que te rondaré, según los expertos) y con el hecho de que las soluciones estructurales a este encarecimiento no han pasado aún de anteproyectos de ley.

Hay más: los planes de ayuda para comprar coches eléctricos (los famosos Moves) son potencialmente regresivos, ineficientes y apenas evaluados; al menos por estos lares, porque en Estados Unidos ya se sabe que el 70% de este tipo de ayudas ha ido a familias que se habrían comprado el coche sin ellas; o, abundando en la misma idea, que la probabilidad de adquirir uno es 200 veces mayor en los hogares ricos que en los pobres, independientemente de los incentivos. Aunque no le ha llegado el turno a los gráficos, adelantamos uno extraído de este 'Policy Brief' de EsadeEcPol.
 

Cabría decir algo parecido de la apuesta por la rehabilitación de edificios y eficiencia energética: dinero, ayudas hay (a espuertas), pero también muchas probabilidades de que los beneficiarios finales sean primordialmente los más pudientes si las administraciones no bajan a ras de suelo a la hora de explicar, asesorar y fomentar. Como, por cierto, se lleva tiempo haciendo en el País Vasco, según nos contaba Ignacio de la Puertaoficinas de proximidad en los barrios que dan "servicio a los agentes implicados (...) centralizando y minimizando la gestión y los trámites administrativos, apoyando el uso de mecanismos de financiación innovadores, canalizando las ayudas públicas, actuando como centros de difusión e información, desarrollando procesos participativos". Capilaridad.

Y por poner la guinda, ahí están los reportajes televisivos sobre convencidos y activistas de la economía circular que, a la pregunta de si los productos que compran o venden son más caros (esa sudadera deportiva hecha con x botellas de plástico), la respuesta es siempre afirmativa.

Nadie pone en duda la necesidad, urgencia e inevitabilidad de la transición energética/ambiental, aunque no debiera ignorar esta acumulación de señales porque también entran en la ecuación, en el sudoku. Lo mismo cabe decir de los mensajes de las autoridades, compuestos de leyes marco, estrategias y planes de acción a los que, sin embargo, no les ha llegado el momento de desaguar hacia abajo, hacia el ciudadano que no se puede permitir el lujo ser post-materialista porque bastante tiene con lo que tiene; y que lo único que de momento le llega es que paga más por las cosas y no le alcanza para comprarse (ni ayudado) un coche eléctrico. Teniendo muy presente que hay un tiempo para la aprobación de leyes y planes y otro, posterior (a veces muy posterior) para que empiecen a dar sus frutos, los síntomas de fatiga climática deberían ser tratados desde ya para evitar su propagación.

Si escriben transición justa en el buscador de Agenda Pública, les aparecerán seis análisis en los que figura hasta en el titular (dos ejemplos, aquí y aquí) y en bastante más de una decena, en el cuerpo del texto. Y sí, también se han movilizado recursos que buscan garantizarla (aquí, el ejemplo europeo). Sería recomendable poder conocer con detalle la aplicación de esos fondos y que ese conocimiento (de nuevo) llegara hasta el ciudadano de a pie para que esa letanía de sin dejar a nadie atrás, de tanto repetirla, no acabe siendo a ojos de ese ciudadano en un cascarón vacío y (otra) fuente de fatiga y conflicto.

Gráficos

No todo son señales negativas. Por primera vez desde que The Economist y YouGov empezaron a realizar encuestas periódicas en 2009, los estadounidenses han colocado el cambio climático como el segundo problema más importante, sólo superado por la sanidad. Pandemia y calentamiento global.
 

Tampoco pintan mal las cosas en España. El cambio climático lleva dos años consecutivos siendo, para sus ciudadanos, el principal riesgo global y, por tanto, la prioridad number one de la política exterior en el Barómetro del Real Instituto Elcano; el 72% de los españoles se declararon dispuestos a pagar un impuesto adicional para combatirlo, eso sí, proporcional a sus ingresos; y cerca de un 75% lo consideraban el calentamiento global tan serio como el coronavirus.
 

Cabe matizar que los dos últimos porcentajes se calcularon en virtud de las respuestas de los españoles encuestados en 2020. Por tanto, no estarían detectado un eventual empeoramiento de la fatiga ambiental. El tiempo dirá, y lo que sea dependerá de la gestión social de la transición energética.

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Esta iniciativa de Agenda Pública en colaboración con Red Eléctrica de España ha decidido darles descanso. No será más que un mes, en el mejor de los casos. Descansen y disfruten... sosteniblemente.


Buena lectura,

Guillermo Sánchez-Herrero
Editor
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