Estimadas lectoras, estimados lectores
Italia abandonó la energía nuclear en 1990, se estaba poniendo las pilas con las energías renovables (más vale tarde) y en éstas llegó Putin. Su invasión de Ucrania pilló al país transalpino comprando a Rusia el 33,4% del gas que importaba y con un consumo final dependiente en un 33% de esta fuente de energía, según se puede observar (y comparar) en uno de los gráficos interactivos de
este análisis de Bruegel que publicó esta casa.
El primer ministro italiano, Mario Draghi, al que recordarán por el
whatever it takes, se
enfundó este lema y el de la
realpolitik y su Gobierno inició un periplo por República Democrática del Congo, Angola, Mozambique… y
Argelia, que es adonde realmente queríamos llegar. El país norteafricano ayudará a Italia (por el mismo precio) a librarse del yugo ruso. Como se encarga de argumentar el primer artículo de esta
newsletter, un acuerdo
pírrico, a contracorriente de la inaplazable transición energética, pero éstas son las cartas que nos han tocado y aquí hemos venido a sobrevivir.
Argelia se marcó así un tanto tras meses en los que todos parecían querer (
spoiler:
quieren)
bailar con su archi-enemigo: Marruecos. No vamos a entrar aquí en los cambios de postura de Alemania y España respecto al Sahara Occidental; baste con mencionar el macro-proyecto de Reino Unido para construir en Guelmim Oued Noun (quédense con el nombre, búsquenlo en la Wikipedia) una
macro-planta de generación de electricidad alimentada íntegramente por energía solar y eólica combinada con una instalación de almacenamiento en baterías, y de tirar cuatro cables submarinos desde Marruecos hasta la localidad británica de Devon para dar electricidad limpia a siete millones de familias británicas; o con el
proyecto (adivinen dónde) de la francesa Total Eren para producir hidrógeno verde y amoníaco.
Y esto nos lleva al otro destino de nuestro viaje, en el que visitamos una Europa (en guerra) demasiado dependiente y desconectada energéticamente; y su corolario: la asignatura pendiente de las interconexiones. Con estos dos gráficos va a entender mucho mejor:
Si combinamos ambos con los movimientos de Draghi y la unidad mostrada (hasta ahora) por la Unión Europea a la hora de enfrentarse a Putin, nos queda un
mix (no sólo energético) de viejos errores estratégicos, acciones cooordinadas y, al mismo tiempo, una cierta dispersión a la desesperada de los estados miembros.
Como se puede observar en el segundo gráfico, obra de
El Orden Mundial, (más
info,
aquí), nueve países de la Unión Europea no alcanzaron en 2020 el compromiso (adquirido sin Putin invadiendo) de alcanzar un 10% de interconectividad; esto es, contar con la infraestructura para transportar ese porcentaje de su generación de electricidad; en orden decreciente, Grecia, Rumanía, Italia, Francia, Portugal, Irlanda, España y Chipre. Si analizamos esta última, la isla energética por antonomasia, el único proyecto de interés europeo en el que está presente junto a Grecia e Israel, se halla en la fase de obtención de permisos. Y si nos vamos a la península ibérica, la otra
isla que reclama ahora un trato específico ante el encarecimiento del gas natural y los derivados de éste, España no tiene ninguna interconexión en construcción (de un total de 32 en toda la UE y vecinos limítrofes), dos en la fase de tramitación de permisos, tres únicamente planeados y el mismo número en consideración preliminar. Un detalle (adicional) descorazonador: los cinco proyectos que implican interconexiones con Francia y Portugal ya figuraban en las listas que, cada dos años, elabora la Red Europea de Gestores de Redes de Transporte de Electricidad (
Entsoe).
Esto en cuanto a las interconexiones eléctricas, ¿pero qué decir de las gasísticas? Porque, recordemos, antes de que Putin invadiera Ucrania el gas natural ya había sido incluido, temporalmente, en la llamada
taxonomía verde europea y, ojo, la red existente (y preferiblemente mejorada) puede servir en un estadio posterior para transportar hidrógeno verde, del que un
reciente informe de Irena apuesta por que liderarán mundialmente Australia, Chile, de nuevo Marruecos, y con España en un cuarto puesto
condicionado.
Quedémonos un momento por aquí, que ya vamos concluyendo: por eso el Gobierno español ha urgido a la UE para que
acelere (y financie) las conexiones energéticas con el resto del continente. La lógica sugiere que habrá que llevar el gas no ruso (España tiene la mayor capacidad de regasificación de Europa, ahora que ha crecido exponencialmente el suministro de su versión licuada o GNL) a los estados miembros deficitarios; y, posteriomente, el hidrógeno obtenido por electrolisis. De ahí la resurrección, de momento sobre el papel y objeto de ¡pactos políticos! en nuestro país, del viejo proyecto Midcat (estamos hablando de principios de siglo), ya tratado por
Antonia Díaz y
Luis Puch (
aquí), y más recientemente por otro de los análisis contenidos en esta
newsletter (ver más abajo).
A continuación, los artículos publicados en la sección de Transición Energética, con la colaboración de Red Eléctrica de España, así como otro etiquetado con la categoría
Economía.
España necesita desarrollar su propia diplomacia del hidrógeno verde
"No se trata de
quién puede sustituir a Rusia, sino
qué puede reemplazar al gas natural".
Isabel Valverde sostiene que "España necesita desarrollar urgentemente una diplomacia del hidrógeno con una visión estratégica a la altura de una oportunidad industrial sin precedentes"; y convencer a Bruselas de que se trata de uno europeo, se soberanía estratégica.
El papel de las baterías para una movilidad eléctrica sostenible
Mario Rodríguez y
Cristian Quílez argumentan que "en Europa se están planteando al menos 38 fábricas" de baterías, (...) suficientes "para alimentar alrededor de ocho millones de vehículos eléctricos". Y que España, nuevamente, puede convertirse en "en un
hub europeo para la electro-movilidad".
Buenas y malas políticas para la independencia energética
Aunque
Stefano Barazzetta y
Andrea Roventini se muestran inicialmente comprensivos con algunas de las iniciativas del Gobierno italiano para zafarse de la dependencia de Rusia, su conclusión es que este país sigue aplazando "un verdadero viraje energético" y, o mucho cambian las cosas, o desperdiciará definitivamente la oportunidad de la transición ecológica.
Green Deal
La invasión de Ucrania acelera la pugna tecnológica
"Con la paralización, por tiempo indefinido, de la exportación de gas neón desde Ucrania, que representaba el 40% de la producción mundial, y los efectos de las sanciones internacionales a Rusia, que aglutina el 30%, nuevos actores movilizarán el mercado de gases raros"; con China en lugar destacado. El análisis de
Águeda Parra.
'Podcast'.- 'Next Generation' como acelerador de la Ley de cambio Climático
Presentamos el primer episodio de una serie de
podcasts que lleva por título
La última oportunidad y que ha sido elaborada por
Red2Red Consultores y Agenda Pública. En el capítulo de estreno, conversamos con
Cristina Monge, politóloga, asesora ejecutiva de
Ecodes y profesora de Sociología en la Universidad de Zaragoza. Conduce
José Moisés Martín Carretero, director general de Red2Red.
Buena lectura
Guillermo Sánchez-Herrero
Editor