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con la colaboración de
Raphael Pouget (Unicef/UN0471424/Pouget)

El momento para apoyar al Sur Global es ahora

Martin Schulz

10 mins - 2 de Junio de 2022, 07:00

Mientras la guerra de agresión rusa contra Ucrania sacude el orden de seguridad europeo, otras partes del mundo se ven especialmente afectadas por sus efectos secundarios. La batalla contra las consecuencias económicas de la pandemia y los efectos de la crisis climática ya suponían grandes retos para muchos países en desarrollo. Ahora, la invasión de Ucrania dificulta aún más la gestión de la situación y añade nuevas dinámicas de crisis.

Como resultado de la invasión rusa, por ejemplo, los precios del pan, la gasolina y los fertilizantes están aumentando rápidamente en los países del Sur Global. Al mismo tiempo, muchos países han restringido las exportaciones de alimentos, por lo que en muchos lugares se avecina su escasez. En vista de estos acontecimientos, el riesgo de hambruna es cada vez mayor, así como el riesgo de protestas que desemboquen en disturbios. Además, existe la preocupación de que los países donantes puedan estar menos dispuestos y contar con menos recursos para apoyar al Sur Global, debido a los nuevos compromisos relacionados con la guerra. Sin embargo, ahora se necesitan con más urgencia que nunca. Nosotros, los europeos, debemos contrarrestar estos temores. El apoyo a Ucrania y un fuerte compromiso con el Sur Global no deben ser mutuamente excluyentes.

La solidaridad internacional y la adhesión a un compromiso global
Dos ejemplos de África muestran por qué nuestro compromiso con el Sur Global sigue siendo importante. En primer lugar, el Cuerno de África está sufriendo su peor sequía en 40 años. Hasta 20 millones de personas están amenazadas por el hambre. Al mismo tiempo, debido a la guerra en Europa los precios de los alimentos y los fertilizantes se están disparando. Hasta ahora, más de un tercio de las importaciones de grano de África oriental procedían de Rusia o Ucrania; pero desde la invasión las entregas han caído en picado. Los presupuestos nacionales de la región están enormemente endeudados tras dos años de pandemia y restricciones económicas, y no pueden absorber el encarecimiento. Mientras tanto, el Programa Mundial de Alimentos de la ONU, que obtiene más de la mitad de su grano de Ucrania y Rusia, carece de recursos para combatir las inminentes hambrunas. Los llamamientos a la comunidad internacional son cada vez más desesperados.

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En segundo lugar, en África occidental es cada vez más difícil proteger a la población civil. La crisis climática ya ha provocado un aumento de los riesgos de conflicto en la región del Sahel, entre otros lugares, porque los pastos y las fuentes de agua se están agotando. La falta de perspectivas económicas, la inexistencia de servicios públicos y la falta de seguridad están dando a la gente mayores incentivos para unirse a grupos violentos. Las fuerzas militares de la región suelen luchar contra esos grupos, sin tener en cuenta a la población civil. Cada vez se utilizan más armas y asesores militares rusos.

El apoyo coordinado localmente para la seguridad humana, que también promueven la cooperación alemana y europea al desarrollo, y las misiones internacionales de mantenimiento de la paz, como la de Malí, pueden contribuir significativamente a la protección de la población civil local. La continuidad de la misión Minusma y la participación de Alemania en ella han sido objeto de debate, especialmente desde la retirada de Afganistán el pasado verano. La guerra en Ucrania plantea ahora con más fuerza la cuestión de si el compromiso sigue siendo viable cuando la amenaza actual está tan cerca de casa. Sin embargo, la retirada de Alemania de la región del Sahel privaría a la población civil de la protección necesaria y dificultaría el suministro de ayuda humanitaria. Eso sería una señal fatal para la población local. Además, no constituiría una prueba convincente de la voluntad de Europa de asumir una mayor responsabilidad global en el futuro.
 
Estos dos ejemplos ilustran que debemos intensificar, y no reducir, la cooperación con el Sur Global. Nuestra solidaridad internacional exige que nos adhiramos a nuestro compromiso global con la seguridad humana integral, tanto dentro como fuera de Europa. Como Norte Global, nos hemos beneficiado del colonialismo y de la globalización durante siglos mientras vivimos a costa de los países del Sur Global, que no sólo son los que más sufren la crisis climática, sino los que menos han contribuido a ella. Es parte de nuestra responsabilidad mundial seguir apoyando a estos países en estos momentos, especialmente cuando se están viendo muy afectados por los efectos de la guerra en Europa.

Ser un socio europeo fiable
El compromiso de Europa en este sentido es más amplio que el de otros socios del Sur Global. Rusia, China, Turquía y los Emiratos Árabes Unidos trabajan casi exclusivamente con los gobiernos, sean o no democráticos. Europa, en cambio, coopera también con los órganos legislativos, el Poder Judicial y la sociedad civil. Ya sea en la lucha contra el hambre, la protección de la población, la aplicación de los derechos humanos y de los trabajadores en las cadenas de suministro mundiales o el fortalecimiento del ámbito democrático, los actores civiles del Sur Global cuentan con el apoyo europeo; esto no se puede esperar de Rusia y China. En la mayoría de los países del Sur Global, la mayoría de la población desea hacer realidad las oportunidades que sólo garantizan las democracias. Por lo tanto, continuar con el compromiso común en favor de los derechos sociales y políticos en todo el mundo (sin caer en la ingenuidad en materia de política exterior) debe formar parte de la Zeitenwende [momento decisivo].



Mantener un fuerte compromiso global es también esencial para Europa en términos geoestratégicos. Ninguna otra región del mundo se beneficia tanto del orden multilateral basado en normas como la UE, que ha basado su prosperidad y sus cadenas de suministro en su fiabilidad. Por lo tanto, la hasta ahora subestimada desglobalización, que supone hoy una amenaza a lo largo de las zonas de influencia exclusivas constituye un riesgo específico, dada la especial integración de la prosperidad europea en una división global del trabajo. Ésta es una razón más para que Europa se comprometa a preservar este orden basado en normas más allá de sus fronteras.

Para ello, necesitamos socios. Sin embargo, para encontrarlos, tendremos que hacer esfuerzos más intensos que en el pasado. El círculo de la UE, el G-7, la Otan y la OCDE es demasiado pequeño. Tenemos que hacer ofertas concretas y justas al Sur Global que hagan de la UE un socio más atractivo de lo que ha sido hasta ahora. No se trata de altruismo, sino de un enfoque racional en interés mutuo. Al fin y al cabo, si queremos asegurar una mayoría para un orden multilateral basado en normas en su propio interés, tenemos que ser el socio de primera elección para los países en desarrollo y para los proyectos políticos comunes.

La necesidad de una evaluación crítica
La abstención de algunos países en desarrollo y emergentes en la votación de la Resolución sobre Ucrania en la Asamblea General de la ONU a principios de marzo es, por tanto, una señal de alarma. Entre los más de 140 países que la apoyaron se encontraban principalmente los del Sur Global, donde Europa está especialmente comprometida y que suelen ser democracias. Sin embargo, también debiéramos fijarnos en las razones que llevaron a ciertos países a abstenerse, y extraer de ello enfoques políticos constructivos. Para muchos países del Sur Global, un mundo cada vez más multipolar es también uno en el que pueden reducir la dependencia de Europa y Estados Unidos y diversificar las asociaciones. Para estos países, Rusia es cada vez más uno de estos socios; por ejemplo, como el mayor exportador de armas a África, pero también en el ámbito de la exportación de cereales. Por lo tanto, en el caso de algunos países es más difícil un posicionamiento claro frente a Rusia.
 
Europa debería responder a esto de forma constructiva. La futura cooperación no debería basarse en categorías como las de recompensa o castigo por lo que votan. En su lugar, debiera enfatizarse la oportunidad de dar forma conjunta a los desafíos globales. Países como India y Sudáfrica se abstuvieron de votar en la Asamblea General, entre otras razones, porque suponen que tenemos un doble rasero, por ejemplo en el caso de la lucha contra la pandemia. Sin embargo, estos dos países no son los únicos que siguen siendo socios decisivos del multilateralismo basado en normas. Por lo tanto, tenemos que hacer ofertas más competitivas al Sur Global. Para ello necesitamos un nuevo marco de cooperación y una mejor comprensión de los intereses de las otras partes.

Nuestra cooperación debe ser más estratégica que en el pasado. Para ello, será necesaria una mayor coherencia entre los distintos ámbitos políticos de Europa. Los enfoques en materia de política exterior, de desarrollo, climática y económica deben encajar entre sí. A pesar de la mayor demanda de fondos para la defensa, debe mantenerse el amplio compromiso de la política humanitaria y de desarrollo. A fin de cuentas, cada euro gastado en la prevención de crisis ahorra muchos más gastos que los que supondría afrontar las consecuencias de éstas. Cada euro gastado en la protección de la democracia crea una base para la estabilidad política.

Una evaluación crítica de las acciones propias es siempre un requisito previo para un cambio de política. En el pasado hemos confundido con demasiada frecuencia la seguridad a corto plazo con la estabilidad a largo plazo. Por ejemplo, la cooperación europea con los autócratas africanos para controlar la migración a Europa y, supuestamente, reforzar la seguridad regional fue un error. Esto nos costó la confianza de quienes, con éxito creciente, protestan contra estos autócratas y pueden asumir pronto responsabilidades de gobierno. Establecer intereses comerciales que protejan los de las industrias europeas individuales, pero que limiten la creación de valor añadido en el Sur Global, facilita que otros actores hagan ofertas más atractivas; por ejemplo, en el establecimiento de infraestructuras económicas. En un mundo en el que muchos países en desarrollo son cortejados por diversos socios potenciales, una política comercial de la UE más justa adquiere importancia geopolítica. A través de ella, podemos ganar los socios que necesitamos.

La ventaja de Europa sigue siendo su capacidad de cooperación multidimensional con el Sur Global. Ahí goza de un alto grado de reconocimiento: nuestros socios de la política, la sociedad civil y los sindicatos, desde São Paulo hasta Bamako y Dhaka, coinciden en este punto. Un mundo cada vez más multipolar necesita más compromiso internacional y no menos. Esto también supone una forma de medir nuestro enfoque político de la nueva era.
 
(Este análisis se publicó originalmente, en inglés, en IPS)
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