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Fabrice Coffrini (AFP)

Una OMC con la legitimidad bajo mínimos

Marc Ibáñez

9 mins - 13 de Junio de 2022, 07:00

La Organización Mundial del Comercio (OMC) celebrará en los próximos días una Conferencia Ministerial clave para el futuro de la organización y del comercio mundial. Los ministros de los 164 estados miembros se reunirán en Ginebra del 12 al 15 de junio para tratar de reestablecer el funcionamiento y la legitimidad de la organización. A pesar de los éxitos del sistema de comercio internacional en la disminución de aranceles y reducción de la pobreza, la legitimidad de la OMC está bajo mínimos. Aun así, de la reunión no se espera ningún avance sustancial para resolver las distintas crisis que tiene la organización.

La OMC se creó en 1994 como organización administradora del Acuerdo General sobre Aranceles y Comercio (GATT, por sus siglas en inglés) concluido en 1948. Éste se fundó tras la Segunda Guerra Mundial con el objetivo de fomentar la interdependencia entre las naciones y evitar otro conflicto. El acuerdo coordina la regulación del comercio mundial asegurando que todos los miembros se ofrecen entre ellos las concesiones comerciales más favorables (nación más favorecida) y que tratan los productos extranjeros como domésticos (no discriminación). A diferencia de otras organizaciones internacionales, si algún miembro de la OMC incumple las normas, el resto de los países puede tomar represalias contra él. Este funcionamiento da un cariz mucho más fuerte a sus normas en comparación con el resto de regulación internacional. 

La OMC tiene tres roles diferenciados: negociación, monitorización e implementación, y resolución de disputas. Respecto al primero, la OMC es el foro donde se negocia de forma multilateral avanzar en la reducción de aranceles y la liberalización del comercio mundial. Desde que en 2008 se rompieran las negociaciones para avanzar en esta liberalización en la llamada Ronda de Doha, no ha habido ningún avance sustancial. La monitorización e implementación se encarga del examen de políticas comerciales que, a través de la denuncia pública, intenta que los estados cumplan con las normas de la OMC. Finalmente, la resolución de disputas ofrece una avenida jurisdiccional para que los estados resuelvan sus diferencias cuando consideren que no se les están ofreciendo las debidas ventajas comerciales. El mecanismo de resolución de disputas es un sistema jurisdiccional de dos instancias. En este momento la segunda, el órgano de apelación, está bloqueada por Estados Unidos, que no permite renovar a sus miembros.

El sistema de comercio mundial y la OMC se enfrentan a tres grandes crisis en este momento. La primera es respecto a la soberanía nacional, tanto en lo relativo a la resolución de disputas como a la seguridad nacional. La segunda gira en torno a las prácticas subversivas de ciertos estados miembros que atentan contra el espíritu de la norma de la OMC. La tercera hace referencia a la falta de legitimidad respecto a temas como la descarbonización, el género o la perpetuación de las desigualdades.

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El choque entre las reglas de la OMC y la soberanía nacional se hizo más evidente con la Presidencia de Donald Trump. La soberanía es la capacidad de un Estado de decidir y controlar qué pasa dentro de sus fronteras. Pero
el mecanismo de resolución de disputas de la OMC puede 'de facto' poner límites a la soberanía de un Estado o enfrentarse a represalias de los otros miembros. Por ejemplo, la regulación de la UE contra el vacuno hormonado ha sido declarada discriminatoria y contraria a las reglas. Como resultado, la Unión tenía la opción de cambiar la regulación o enfrentarse a represalias por parte de los Estados Unidos.
 
Sin embargo, el activismo jurisdiccional del órgano de apelación lo ha deslegitimado para el país norteamericano. EE.UU. se queja, desde la Presidencia de George Bush, de que el mecanismo ha ido mucho más allá del rol que se previó originalmente. Por ejemplo, los adjudicadores han empezado a interpretar leyes nacionales, añadiendo obligaciones a los estados miembros y han utilizado precedentes, contraviniendo el tratado fundacional. Así que, en pocas palabras, el mecanismo de apelación ha actuado como una corte superior y no como un mecanismo de arbitraje. El presidente Barak Obama decidió bloquear el nombramiento de nuevos miembros del órgano de apelación, política que han seguido sus sucesores; así que el mecanismo no tiene quorum suficiente desde 2019.

Pero la soberanía nacional también se ve afectada por las nuevas ideas sobre el libre comercio. Hasta ahora imperaban las ideas liberales basadas en que la liberalización comercial era buena al crear interdependencia. Ante la competición de grandes potencias entre China y los Estados Unidos, han emergido nuevas tendencias comerciales que abogan por un comercio gestionado que debe centrarse en la seguridad nacional. De aquí emergen los aranceles que impuso Estados Unidos al acero y al aluminio bajo el pretexto de proteger la seguridad nacional. Esta visión comercial apuesta también por forzar un 'decoupling' de China, una política que, si es promovida por el Gobierno, puede ir contra las normas de la OMC.

La segunda crisis de la OMC es la relativa a la prácticas comerciales subversivas de ciertos estados miembros, particularmente China. El alto nivel de control gubernamental en la economía de este país a través de las empresas públicas y del Partido Comunista permite a su Gobierno distorsionar el mercado interno en beneficio de los productores domésticos. Así que no hay reciprocidad en la liberalización comercial: el mundo está abierto a China, pero China no está abierta al mundo. Es capaz de incumplir el espíritu de las normas de la OMC mientras respeta la letra de la legislación. Éste es principalmente el caso de los subsidios industriales. Aunque la OMC los prohíbe, el país asiático ha podido continuar con estas prácticas ofreciéndolos de forma encubierta a través de empresas públicas, escapando a la definición de subsidio. Diferentes interlocutorias del mecanismo de resolución de disputas avalan estas prácticas, que han generado en Occidente el sentimiento de que China ejerce una competencia desleal que altera el tablero comercial global. Para intentar detener este modo de operar, el presidente Trump inició una guerra comercial con China, subiendo los aranceles medios hacia este país del 3% al 21%. 



Finalmente, la tercera crisis que afecta a la legitimidad de la organización viene de su falta de impacto en políticas más allá de la liberalización comercial. Esto ha expuesto a la OMC a críticas de la sociedad civil. Al hacer normas que todos los estados miembros deben cumplir si quieren participar del sistema comercial global, es muy atractivo usar esta institución para contribuir a conseguir objetivos como la lucha contra el cambio climático, la defensa de los derechos humanos, la promoción de los derechos de los trabajadores, o impulsar a los países en desarrollo. Hasta el momento, la OMC se ha focalizado en cómo el comercio puede ayudarlos. Ahora mismo, uno de los temas más importantes a los que se enfrenta la OMC es autorizar una renuncia temporal a los derechos de propiedad intelectual de las vacunas de la Covid-19. Los estados miembros llevan más de 18 meses discutiendo sobre ello sin vislumbrarse aún un acuerdo.
 
El debate sobre el rol que debe tener la OMC en conseguir todos estos otros elementos se mantiene. A él se suman la falta de avance en nuevos elementos no comprendidos en la OMC como el e-commerce o el comercio de datos, y todo ello requiere de una revisión del papel y normas de la organización. 

Éstas son las crisis a las que se enfrentarán los ministros de los estados miembros cuando se reúnan en Ginebra después de cuatro años. Seguir sin una reforma en profundidad que re-legitime el sistema de comercio internacional puede hacer perder fuerza a la OMC hasta que sea reemplazada por otro sistema que refleje mejor la realidad geopolítica del momento. Este cambio podría consolidar las dinámicas de bloques y la competición entre grandes potencias. Aun así, no se da el clima propicio para que la Conferencia Ministerial  llegue a ningún acuerdo que revitalice la organización. Se espera la conclusión de un acuerdo sobre subsidios a la pesca para reducir la sobre-explotación, así como la exclusión de las compras del Programa Mundial de Alimentos de las restricciones a la exportación; pero en el apogeo de una crisis alimentaria es posible que este segundo acuerdo no se pueda cerrar. Alcanzar uno sobre la retirada de la propiedad intelectual a las vacunas de la Covid-19 sería un éxito rotundo.

La reforma del sistema de comercio es un elemento importante para sostener del orden internacional liberal y la globalización. Pero para ello se requiere un acuerdo entre Estados Unidos y China. En este momento, ambos están en posiciones muy distantes respecto a cómo deben evolucionar las reglas internacionales. No obstante, para redefinir el sistema de comercio, es necesario también contar con la involucración de la UE y la India. Si no somos capaces de revitalizar la OMC, estaremos poniendo en peligro todo el sistema económico basado en las cadenas globales de valor, ya cuestionadas a causa de la pandemia.
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