-
+
AFP

¿'Quo vadis', Colombia?

Juan Guillermo Albarracín, Juan Pablo Milanese

9 mins - 15 de Junio de 2022, 14:00

El segundo turno de las elecciones presidenciales colombianas es inminente. Cualquiera que sea el resultado, será claramente una elección histórica. Por un lado, la izquierda está más cerca que nunca de alcanzar la Presidencia con Gustavo Petro. No es una cuestión menor en un país donde la izquierda democrática y electoral ha sido una fuerza política de poco peso electoral, en parte como consecuencia de la larga historia de violencia política.

Por otro lado, la presencia de Rodolfo Hernández –como ya destacó Sandra Botero en Agenda Pública– presenta un panorama casi inédito. Si la victoria del disidente Álvaro Uribe contra el candidato oficial del Partido Liberal en 2002 marcó un punto de inflexión en la política electoral colombiana, su campaña –a pesar de su fuerte énfasis en contra de la "politiquería"– ha sido apoyada visiblemente por políticos de los partidos tradicionales. Hernández, en este sentido, es mucho más 'outsider' de lo que lo fue Uribe en su tiempo y trae consigo muchas más incógnitas.

La esperable demanda social por pronósticos electorales en el balotaje –especialmente, de cómo se transferirán los votos de la primera vuelta– aumenta considerablemente ante este panorama electoral mucho más incierto. Las encuestas señalan que será una elección muy cerrada. Con objeto de brindar algunos elementos para entender lo que puede pasar en la segunda vuelta, presentamos aquí un análisis de los resultados del pasado 29 de mayo. Si bien cualquier proyección a partir de éstos debe asumirse con un cierto grado de incertidumbre, el estudio de estos datos contribuye a comprender las posibilidades de los candidatos en la recta final de la campaña.

A continuación, revisamos los resultados obtenidos por Petro y Hernández en cada uno de los municipios del país a la luz de factores como el rendimiento de los principales candidatos en la elección presidencial previa, el tipo de municipio (de grandes ciudades y sus aglomeraciones a municipios rurales), el porcentaje de población con necesidades básicas insatisfechas (NBI), la proporción perteneciente a algún tipo de minoría étnica en cada uno de ellos y si son municipios con gran afectación durante el conflicto armado y que forman parte de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) que surgieron como parte de los acuerdos de paz.

Los resultados de 2018 como predictor del 2022
Ante un escenario tan inédito, es sorprendente el grado de estabilidad que refleja el mapa electoral. De hecho, el de la primera vuelta de 2018 se asemeja mucho al de 2022. En este contexto, no sorprende que los porcentajes alcanzados por los candidatos hace cuatro años sean predictores importantes de los niveles de apoyo (o rechazo) en el presente año. Incluso, éste no se limita exclusivamente a ambos comicios, proviniendo su rastro de las elecciones de 2014 y el plebiscito sobre los acuerdos de paz de 2016.

[Recibe los análisis de más actualidad en tu correo electrónico o en tu teléfono a través de nuestro canal de Telegram]

El resultado más obvio, y esperable, es la relación directa existente entre aquéllos obtenidos por Petro en los dos comicios y la inversa entre éste y Duque. Como muestra el Gráfico 1, Petro fue particularmente fuerte en 2022 en aquellos municipios donde ya lo había sido cuatro años antes, sobre todo en la región Pacífico y Caribe del país.


No tan obvia, pero, intensamente analizada durante la última semana, es la relación directa entre el rendimiento de Hernández en esta elección con Duque (candidato del uribismo) en 2018. En la misma gráfica se observa que el candidato obtuvo muy buenos resultados en municipios donde Duque recibió mucho apoyo. Hay claro, algunas diferencias.
 
Gráfico 1.-Relación entre el voto de Duque, Petro y Fajardo (primera vuelta de 2018) con Petro y Hernández (primera vuelta 2022)

El foco (hotspot) de apoyo a Hernández se centra mucho más en los departamentos del centro-oriente del país, mientras que Duque –fuerte también en el centro– tenía su feudo electoral en el Departamento de Antioquia. En estas últimas elecciones, el candidato de la derecha –el ex alcalde de Medellín Federico Gutiérrez– logró mantener el predominio en este Departamento. En la segunda vuelta, los votos de Antioquia se vuelven un botín importante que tienden a inclinarse por Hernández, aunque algunos de ellos también pueden terminar votando en blanco o abstenerse.

Mucho más desapercibida pasó la relación directa entre el voto por Fajardo (2018) con Hernández y la inversa, con Petro. Aunque Fajardo también ha sido candidato en 2022, su caudal electoral distó por mucho de los más de 4,6 millones de papeletas obtenidas en 2018. Aunque no podemos afirmar si son exactamente los mismos votantes de Fajardo de hace cuatro años que esta vez apoyaron al candidato de la Liga de Gobernantes Anticorrupción, es notorio que en aquellos municipios donde aquél tuvo un buen rendimiento electoral hace cuatro años ha sucedido lo mismo con Hernández en éste.

Es importante resaltar que los resultados que aquí discutimos presentan tendencias promedio para todo el país. En la elección pasada detectamos fuertes divergencias en la intensidad de las 'transferencias' de voto entre regiones. Algunas, inclusive, iban a contracorriente de las tendencias nacionales y de lo esperado según el mapa de alianzas a nivel nacional. Esto no es sorprendente si se considera que la política regional no es reflejo de las dinámicas nacionales en Colombia. Así, para lel balotaje no puede esperarse que en todos los municipios los sufragios que obtuvieron Gutiérrez o Fajardo en la primera vuelta se muevan en la misma dirección.



Patrones electorales y características de los municipios
Una caracterización más precisa del tipo de municipios en los que fue más exitoso cada candidato nos muestra un predominio de Petro en las ciudades y aglomeraciones (es decir, municipios que forman parte de la órbita de grandes ciudades del país) frente a la fuerza relativa de Hernández en los intermedios, rurales y rurales dispersos.

Naturalmente los primeros manejan un volumen de votantes notablemente más alto, lo que se ha visto reflejado en el resultado: el candidato del Pacto Histórico obtuvo una cómoda ventaja, de alrededor de 12 puntos más que Hernández.
 
Tabla 1.- Número de municipios con mayoría de votos por candidato
 
No obstante, haber predominado en un tipo de municipio no implica, de ninguna manera, haber ganado en todos aquellos que comparten esa característica. Petro fue mucho más exitoso en los rurales del Pacífico y la Amazonia, mientras que Hernández fue particularmente fuerte en los municipios rurales de la zona andina/central. El primero también fue más exitoso en las localidades con mayor proporción de habitantes que se identifican con un grupo étnico.

Una variación interesante se observa con respecto a la pobreza. Como ya habían mostrado Botero et al., los municipios con mayor pobreza tendieron a votar más por la izquierda en marzo. Aquí destacamos que la pobreza parece ser más importante en municipios más rurales. Así podemos ver que, si bien Hernández ganó más de estas localidades que Petro, éste lo hizo en las rurales que exhiben mayores niveles de necesidades básicas insatisfechas. Respecto a  las ciudades, no encontramos diferencias en apoyo a uno u otro por niveles de NBI.
 
Gráfico 2.- Efecto de la interacción tipo de municipio/NBI sobre el voto de Petro y Hernández

Es evidente, por tanto, que Petro logró más apoyo en zonas rurales y periféricas con servicios públicos deficientes (o inexistentes) y mayores niveles de pobreza. Éstas, como se puede comprobar en el mapa, tienden a concentrarse en las regiones Pacífico, amazónica y la Orinoquía (región oriental, donde no le fue muy bien). Hernández por su parte, logró mejores resultados en zonas rurales con mejores indicadores promedio de acceso a servicios públicos y menor pobreza (generalmente, en la región central del país).
 
Esto nos muestra que las dinámicas electorales del mundo rural son mucho más diversas, y posiblemente, se sobreponen con otras dimensiones. El análisis del paro agrario de 2013 muestra, por ejemplo, que los movimientos agrarios en el país tienen divergencias frente a los modelos de desarrollo que proponen para el espacio rural. Es posible que estas divergencias se vean reflejadas en los resultados electorales de esta elección presidencial.
 
Hernández–aunque más difícil ubicar programáticamente que Petro–puede ser más atractivo para una parte del mundo rural que piensa en términos de suplir el mercado nacional y busca mayor protección y apoyo del Estado. En este sentido, por ejemplo, la adhesión de Carlos Amaya puede ayudarle a consolidar su mayoría en el Departamento de Boyacá.
 
Petro y el Pacto Histórico son, por otro lado, al parecer más atractivos para un sector rural que busca una mayor redistribución de la tierra y asegurar modos de tenencia de la misma y de la producción comunitarios. Conociendo esto, no sorprende tampoco que el candidato de la izquierda tenga mejores porcentajes de votación en municipios donde una mayor parte de sus electores identifica pertenecer a un grupo étnico. Movilizar más votantes en este sector –aunque sean pocos– puede ser decisivo en una elección tan reñida.
 
Para concluir, es interesante apreciar que aún con el paso del tiempo existen algunos patrones relativamente estables de comportamiento electoral (que se transmiten, por lo menos desde 2014). En este sentido, tanto aspectos sociológicos como espaciales parecen ser decisivos a la hora de ver cómo votan los colombianos en las presidenciales. Esto es especialmente interesante si tenemos en cuenta cómo éstos se mantienen aun cuando entran en declive o terminan distintos tipos de ciclos políticos (como el del uribismo o del santismo); pero, incluso también, con el cambio del eje decantador del debate electoral, que pasó del tipo de salida del conflicto a un 'clivaje' más convencional de izquierda-derecha.
¿Qué te ha parecido el artículo?
Participación