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Tres claves para entender qué pasa con la 'huerta de Europa'

La Región de Murcia (1.516.055 habitantes en junio de 2021) ha destacado como uno de los territorios en los que más éxito ha tenido Vox, transitando así de clásico feudo del PP a kilómetro cero de la derecha radical española. En las últimas elecciones generales, fue la única comunidad autónoma en la que este partido fue el más votado, con un 28,16% de las papeletas, 12,96 puntos más que la media nacional. En alguno de los principales núcleos agrícolas de la Región de Murcia, el partido De Santiago Abascal superó el 30% (Torre-Pacheco, 38,31%; Abarán, 34,25%; Fuente Álamo, 33,72%).

A su vez, el colapso medioambiental del Mar Menor, la mayor laguna salada de Europa, ha convertido a esta Comunidad en ejemplo internacional de las tensiones entre desarrollo económico y transición ecológica, acrecentando el debate sobre la sostenibilidad del modelo agroindustrial, de las cadenas alimentarias globales y del Trasvase Tajo-Segura, infraestructura que ha amparado el aumento de la superficie de cultivo en el entorno del Mar Menor. 

Que la Región de Murcia haya pasado de centrar la atención nacional por sus reclamaciones de 'Agua para todos' a hacerlo a cuenta de la crisis del Mar Menor es un reflejo de los nuevos retos mundiales que plantean la emergencia climática y el consiguiente cuestionamiento de nuestro modelo productivo. A partir de este escenario, nos proponemos aportar tres claves para comprender la situación socioeconómica y política de la llamada Huerta de Europa. Un enclave en el que están teniendo lugar procesos que trascienden lo local y que anticipan tendencias de cambio social.

Clave 1.- La identidad regional dormida
Suele afirmarse que la Región de Murcia es un territorio con un sentimiento escaso de pertenencia regional, lo que se sustituye por un supuesto españolismo prevalente y por unas identidades locales fuertes que impiden el nacimiento de una conciencia colectiva que una a todos sus ciudadanos. Esto puede explicar, por ejemplo, que no haya un partido regionalista exitoso en esta Comunidad o que el nacionalismo español coseche aquí buenos resultados.

Sin embargo, los datos señalan que la Región de
Murcia no es, ni de lejos, una de las comunidades con mayor sentimiento españolista excluyente, destacando, por el contrario, la identidad dual (Figura 1). Por tanto, no parece  encontrarse en el españolismo exacerbado la causa del éxito de Vox en este territorio, sin que eso obvie que la identidad regional describe importantes problemas de articulación política para una población que visualizó con pasividad y sin entusiasmo el proceso de creación de la autonomía.
 
Figura 1.- Españolismo excluyente (en %) por comunidades autónomas
Fuente: elaboración propia a partir de Estudio 3269 CIS (Postelectoral Elecciones Generales 2019), pregunta B30. Los porcentajes se corresponden con el % de respuestas en la categoría 'Me siento únicamente español' de la Escala Linz-Moreno.

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Si los ciudadanos de la Región de Murcia no se sienten más españoles en exclusiva que otros territorios donde sí ha sido posible el nacimiento de una identidad regional con expresión política, entonces la hipótesis de las identidades locales cobra fuerza. Sabemos que la distribución de la identificación con la Región de Murcia es diferente en la propia ciudad, usada como epítome huertano de una realidad plural, que en zonas como Cartagena o el Altiplano. Según se desprende de los últimos datos del
Centro de Estudios Murciano de Opinión Pública (Cemop), de otoño del año 2018, el porcentaje de personas que se sienten muy orgullosas de ser murcianas ascendía al 54,38% en la Huerta de Murcia (Murcia capital y entorno), al 38,14% en la zona de Cartagena-Mar Menor y al 30,56% en el Altiplano (Jumilla y Yecla). La construcción del proyecto regional ha sido eclipsada por los símbolos propios de la capital, reduciendo la capacidad de identificación en otras comarcas con tradiciones y referentes iconográficos distantes.

Esto ha fomentado una dinámica centro-periferia que ha reforzado los localismos, especialmente en Cartagena, con un partido neo-cantonalista, Movimiento Ciudadano, que se ha llegado a convertir en la fuerza política más votada en la ciudad portuaria. Este partido se ha nutrido de un discurso de confrontación contra el Gobierno autonómico y la capital regional como símbolos de una forma de actuación que favorece la acumulación de recursos en la capital en detrimento del resto de municipios. La respuesta para el neo-cantonalismo cartagenero a esta desigualdad territorial sería la bi-provincialidad, un modelo que corrige el sesgo centralista interno.

El clivaje 'centro-periferia' activado se muestra en cierto grado transversal respecto al eje ideológico, habiéndose nutrido este partido activamente de votantes de todas las formaciones del municipio, pero especialmente de aquéllas que ocupan el espacio central. El conflicto que sustenta este neo-cantonalismo está innegablemente vinculado a la historia de la Región de Murcia, de hecho, Movimiento Ciudadano viene a recoger el testigo del viejo Partido Cantonal, que existe desde los primeros años de la Transición, ya mostrándose entonces contrario al proceso autonómico murciano.

El caso cartagenero se conecta con otras iniciativas, como las planteadas en León, que surgen de un mismo punto de partida: la defensa de lo local en una España multi-nivel que tiende a la acumulación de recursos en sus nodos centrales.

De esta forma, puede pensarse que en las comunidades donde existe una base social neo-cantonalista, y en las que el proceso autonómico no fue una reivindicación endógena, el discurso de la derecha radical de crítica al modelo territorial podría articularse no sólo a partir de la identidad o la reacción anti-secesionista, sino como una forma de denuncia de los efectos injustos de estas estructuras administrativas que no consiguen ser instancias de autogobierno inclusivas y con apego sentimental (reclamadas como propias, como un derecho).

Clave 2.- Del fuego de la Asamblea al 'Agua para todos'
Tras su accidentada constitución como autonomía, las victorias socialistas de los años 80 comenzaron a desmoronarse por una traumática reconversión industrial que acabó con lo que por aquel entonces era un pilar destacado del modelo productivo murciano. Los efectos de la política de convergencia europea se hicieron sentir con especial fuerza en las zonas conserveras (Molina de Segura, Ceutí) y en Cartagena, donde la industria naval, petroquímica y metalúrgica alimentaba a buena parte de la clase obrera de la comarca.

El 3 de febrero de 1992, las protestas obreras en Cartagena terminaron por incendiar el Parlamento regional (el único en España que ha vivido un hecho así). Las continuas batallas campales que describe José Ibarra Bastida en su libro Cartagena en Llamas (2016), y que dan pie al premiado documental El año del descubrimiento (2020), dirigido por Luis López Carrasco, dejaron una huella profunda en las relaciones entre la mayoría social y el PSOE. Desmantelada la industria regional y en plena crisis económica, el agotamiento de los gobiernos socialistas dejó pasó a un nuevo modelo, el del PP, basado en tres grandes sectores: la agricultura intensiva y expansiva (negocio agroindustrial), el ladrillo y el turismo nacional de sol y playa. Los símbolos de esta triada fueron el lema Agua para todos, los nuevos campos de golf y las exóticas galas Murcia, ¡qué hermosa eres!.

Bajo el liderazgo de Ramón Luis Valcárcel, el PP, elevado a partido-región, construyó un gran mito que resignificaba la memoria colectiva huertana con aires de modernización e internacionalización (la Huerta de Europa) y avivaba el conflicto con Madrid, Castilla-La Mancha y Aragón por el agua, un antagonismo medido que despertó la identidad regional latente a través de lo que algunos han llamado "nacionalismo hídrico" («nos niegan un recurso que es de todos», Plan Hidrológico Nacional, Trasvase del Ebro, Trasvase Tajo-Segura, solidaridad entre cuencas). La solidificación, durante dos décadas, de este mito ha convertido al sector agrícola en uno de los grupos de interés más relevantes en la arena política regional, logrando establecer una equivalencia en el imaginario colectivo entre sus intereses y los intereses generales. En la Región de Murcia, todos hemos terminado por sentirnos agricultores y hemos interiorizado que la representación estereotípica de nuestra singularidad es ésa.

Una de las principales consecuencias sociales del modelo agroindustrial ha sido la atracción de mano de obra migrante, de bajo coste y competitiva en los mercados internacionales. Este efecto, que también se deja ver en el mar de plástico almeriense, ha creado espacios no siempre armónicos de contacto intercultural, una innegable precarización de las condiciones laborales del campo y un clima favorable para los prejuicios xenófobos y chovinistas.



Del mismo modo que la década de los 80 asistió al fin del modelo de desarrollo industrial en la Región, el modelo agrícola comienza a mostrar sus costuras en la época reciente. Las prácticas de intensificación de la producción agrícola en el Campo de Cartagena, propias del agro-negocio, descargan sus externalidades ambientales sobre el Mar Menor, que colapsa en tres momentos temporales distintos: 2016, cuando la conocida como sopa verde cubrió de fangos y residuos las aguas de la laguna, y los episodios de anoxia de 2019 y 2021, momentos en los que la falta de oxígeno del ecosistema marino provocó la mortandad de miles de peces que, de la noche a la mañana, terminaron por alfombrar las playas murcianas.

Si bien la situación de la laguna es un fenómeno multi-causal (pues la construcción, la navegación deportiva o los residuos urbanos influyen en la degradación medioambiental), el consenso científico apunta a un papel central de la actividad agrícola, impugnando las bases del modelo económico murciano, el mito de región instaurado por el PP y la propia hegemonía electoral de este partido. Solo hay que observar cómo evolucionan los niveles de preocupación por la falta de agua y por la crisis del Mar Menor en los últimos tiempos (Figura 2). El clásico relato del Gobierno del Partido Popular se ve afectado en primer lugar por el agotamiento de la temática hídrica entre la opinión pública y, después, por la emergencia de la crisis ambiental como una cuestión permanente en la estructura de problemas políticos regionales. El modelo hídrico-agrario se resiente por un remplazo emocional y por la concienciación sobre sus externalidades.
 
Figura 2.- El principal problema en la Región
Fuente: elaboración propia a partir de los barómetros Cemop 2018-2022

Clave 3. Cultura 'backlash' agrícola, chovinismo del bienestar y voto a Vox
La inmigración y el ecologismo, asuntos estrechamente vinculados al modelo de agro-negocio anteriormente descrito, se articulan en la estrategia discursiva de Vox mediante la denuncia del consenso progre alcanzado en ambos temas (protección de la inmigración y del ecosistema). A partir de la denuncia de dicho consenso, Vox atrae al elector que ha sufrido una espiral de silencio respecto a estos temas, experimentando un proceso de autocensura al saber minoritarias sus posiciones en la opinión pública manifestada. Como respuesta a esta sensación, se desarrolla, en términos de Inglehart y Norris (2019), una "cultural backlash". También a raíz de las olas migratorias de los últimos años, el partido de Abascal interpela al elector que ve peligrar su puesto de trabajo, tesis clásica de la teoría del chovinismo del bienestar (Hernández-Carr, 2011).

Esta estrategia ha tenido un calado distintivo en la Región de Murcia por las características de su contexto socioeconómico. A consecuencia del modelo agro-industrial, la presencia de inmigración es considerablemente alta y, por tanto, se acrecienta el miedo irracional de estos electores a perder su estilo de vida y su trabajo.

La inmigración en la Región de Murcia, influida de forma antecedente por el modelo agroindustrial, crea un ambiente particular de convivencia y explica que una parte del electorado murciano vea amenazado, por un lado, su estilo de vida, y, por otro, sus recursos materiales. Es posible establecer una correlación entre superficie agrícola de regadío, como sinónimo de agricultura intensiva y con alta demanda de mano de obra, y porcentaje de voto a Vox, como también es posible relacionar voto a Vox con porcentaje de población migrante de origen africano (Figura 3), la que en este momento tiene mayor penetración en el sector agrícola (no siempre fue así).
 
Figura 3.- Dispersión simple del porcentaje de voto a Vox, población migrante de origen africano y hectáreas de regadío
Fuente: elaboración propia a partir de Censo Agrario INE 2009 y Censo INE 2011.

 
Finalmente, cabe mencionar que tras la última crisis de anoxia del Mar Menor en 2021 y la consecuente moderación discursiva del PP en lo referente a la agricultura, Vox se reclamó como el mayor defensor de este ámbito, pretendiendo arrebatarle al PP su tradicional electorado heredero del Agua para todos. En una misma dirección, Vox viene desde 2019 defendiendo la necesidad de luchar contra el «consenso ecologista radical» enfrentándose a toda medida reparadora del Mar Menor o conversora del modelo productivo. El peligro de perder la forma de trabajo propia del agro-negocio, construida por los gobiernos populares desde 1995, y el conflicto por los trabajos de este modelo contra la población migrante son los imaginarios colectivos a los que acude Vox para convencer a parte del electorado murciano.
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