Con el mapa geopolítico de Europa y del mundo sacudido hasta la médula por la invasión rusa de Ucrania, la región de los Balcanes Occidentales (BO) ha recuperado la atención política. A pesar de su importancia estratégica y simbólica para la Unión Europea, los países de los Balcanes Occidentales (Albania, Bosnia y Herzegovina, Kosovo, Montenegro, Macedonia del Norte y Serbia) corren el riesgo de permanecer en un punto ciego. Aunque están rodeados de estados miembros de la UE y se les prometió una perspectiva de adhesión en la Cumbre de la UE de 2003, en Salónica, ninguno de los seis ha logrado hasta ahora cumplir los requisitos de ingreso.
A pesar del problemático proceso de adhesión, los países balcánicos occidentales han estado estrechamente vinculados a la UE tanto económica como políticamente. La Unión es, con diferencia, el mayor donante, inversor extranjero y socio comercial de la región. En el ámbito de la energía, los seis países son partes contratantes de la
Comunidad de la Energía, una organización internacional creada para facilitar a los candidatos y a otros países vecinos del este la transposición de las normas del mercado energético común de la UE. Esto significa, esencialmente, que los de los Balcanes Occidentales deben transponer toda la legislación energética y climática de la UE. En septiembre de 2021, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y en junio de 2022 el canciller alemán, Olaf Scholz, visitaron la región. Éste declaró que la adhesión de los países balcánicos es una prioridad absoluta en un intento de garantizar que ambas partes hablen con una sola voz en los conflictos geopolíticos actuales y en los que puedan surgir.
Pero otras grandes potencias, como Rusia y China, tampoco se han quedado quietas y han intensificado sus esfuerzos para aumentar su presencia en la región, con importantes implicaciones para la política y la planificación energéticas. Serbia ha mantenido tradicionalmente unas estrechas relaciones políticas y económicas con Rusia, entre otras cosas por el apoyo de este país sobre el estatus de la antigua provincia serbia de Kosovo. Aleksandar Vučić, que fue primer ministro durante 2014-2017 y presidente desde 2017, ha instaurado un régimen populista cada vez más autoritario. Otros aliados en política exterior han sido China, Emiratos Árabes Unidos y la Hungría de Orbán.
En el resto de países temen el dominio regional de Serbia y han recurrido a Estados Unidos y a la Otan como sus principales socios estratégicos. Albania, Montenegro y Macedonia del Norte son miembros de pleno derecho de la Alianza. El apoyo público a la Otan, e incluso a la pertenencia a la UE, ha sido continuamente el más bajo en Serbia entre todos los países de los Balcanes Occidentales. Una encuesta reciente ha revelado incluso que el porcentaje de ciudadanos serbios que no apoyan la adhesión a la Unión ha superado por primera vez al de los que están abiertamente a favor.
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A pesar de algunas diferencias en los
mixes energéticos, los países de los Balcanes Occidentales
adolecen de una infraestructura energética anticuada, instituciones débiles y una influencia limitada de los movimientos ecologistas de base. En consecuencia, la orientación estratégica y las inversiones en el sector energético están determinadas principalmente por las preferencias de un círculo cerrado de responsables y grupos de interés nacionales y, sobre todo, por las señales y presiones externas. Es en este contexto político descendente, y a menudo contradictorio, donde se ha producido la evolución de la energía. Por un lado, los gobiernos se han visto obligados por la legislación de la UE a poner en marcha instrumentos de apoyo a las fuentes de energía renovable y a alcanzar objetivos obligatorios en este ámbito. Aunque se han hecho algunos progresos, el despliegue de las mismas sigue siendo modesto.
En 2018, la proporción (excluyendo las grandes centrales hidroeléctricas) en el sector de la electricidad en los seis países era sólo del 6%. Las inversiones en energía solar y eólica han sido
en su mayoría en proyectos a gran escala financiados por inversores extranjeros. Siguiendo la tendencia europea general, los gobiernos balcánicos se han inclinado cada vez más por las subastas públicas como mecanismo para atraer inversiones en renovables. Si bien esto puede tener un impacto positivo en los costes proyectos, normalmente hace poco por capacitar a los ciudadanos y comunidades locales para que tomen parte activa en la transición.
La falta de una red de calefacción urbana en la mayor parte de la región plantea retos adicionales, pero también ofrece oportunidades para la calefacción descentralizada basada en renovables utilizando, por ejemplo, la energía solar térmica y las bombas de calor. Por otro lado,
las inversiones en combustibles fósiles, principalmente gas natural pero también carbón, han seguido ocupando un lugar destacado en la agenda de la política energética. Estas inversiones han sido
apoyadas no sólo por China y Rusia, sino también por la UE y Estados Unidos. Al igual que en el resto del mundo, la invasión rusa de Ucrania ha impulsado a los gobiernos de los países occidentales a reconsiderar su seguridad energética, explorando tanto el potencial de las energías limpias como los nuevos suministros de combustibles fósiles.
Gráfico.- Capacidad total instalada de energía eólica y solar fotovoltaica en los Balcanes Occidentales (2020, en MWs)
Albania
La Administración estadounidense lleva años abogando por la diversificación del suministro energético en Europa, especialmente del gas natural. Uno de estos proyectos es
el gasoducto transadriático (TAP), que entró en funcionamiento en 2021 y que lleva el gas natural de Azerbaiyán a Italia, pasando por Grecia y Albania. Esto ha reforzado la posición de Albania como país de tránsito energético y ha allanado el camino para impulsar el papel del gas natural en el sistema del país.
Albania genera toda su electricidad a partir de centrales hidroeléctricas, que están sujetas a considerables fluctuaciones debido al cambio climático y al descenso de las precipitaciones. El gas natural casi no desempeña ningún papel en la combinación energética actual, ya que los hogares prefieren utilizar la electricidad y la madera para la calefacción.
Pero tiene reservas de petróleo y gas natural y, con su larga costa, está bien situada para servir de centro de importación y distribución de gas natural licuado (GNL) a la región.
Los esfuerzos del Gobierno, respaldados por Estados Unidos, para ampliar el uso del gas natural han recibido un nuevo impulso por el conflicto de Ucrania. La exploración de gas natural en dos emplazamientos de Albania obtuvo la luz verde gubernamental, mientras que las empresas estadounidenses Exxon Mobile y Excelerate Energy Inc. avanzaron en los planes de construcción de la terminal de GNL y de adquisición de la central térmica de Vlore, aún no operativa, en la costa albanesa. Esta central, construida en 2011 pero que nunca llegó a ponerse en funcionamiento por problemas técnicos, debe ser rediseñada por las dos empresas estadounidenses para que funcione con GNL. Los grupos ecologistas han criticado las inversiones en petróleo y gas natural por considerarlas perjudiciales para los esfuerzos medioambientales y de mitigación del clima del país.
Albania tiene un abundante potencial de energía solar y eólica. Aunque la compañía eléctrica estatal albanesa construyó una planta solar de 5,1 MW en 2021 y hay varios proyectos más de inversores extranjeros en fase de tramitación, la transición hacia fuentes de energía más ecológicas y descentralizadas está todavía en una fase inicial.
Kosovo
En este país
dependiente del carbón, la agencia de ayuda exterior de EE.UU., junto con los organismos financieros de la UE, dedicaron inversiones para aumentar el uso del gas natural mediante la conexión de Kosovo al TAP. Sorprendentemente, el
Gobierno kosovar abandonó este plan en mayo de 2022, y los fondos disponibles se utilizarán en el desarrollo de fuentes de energía renovables. Esto debería ayudar al país a alinear más estrechamente su desarrollo energético con los objetivos de
descarbonización de la UE, pero los proyectos concretos están aún por especificar.
Macedonia del Norte
Depende en gran medida del carbón de lignito e importa todo su gas natural de Rusia.
La terminal de gas natural licuado de Alexandroupolis (Grecia), que cuenta con el apoyo de los fondos de la UE y que se espera que esté operativa en 2023,
servirá como una importante fuente alternativa de gas natural para Macedonia del Norte y Serbia.
También está en marcha la construcción de un gasoducto que conectará Macedonia del Norte con Grecia. La energía eólica y solar recibió poco apoyo político en el pasado, pero, al igual que otros países de los Balcanes Occidentales, el Gobierno ha recurrido recientemente a las subastas como instrumento para atraer inversiones en proyectos a gran escala.
Montenegro
En el más pequeño de los seis países de los BO, con una población de algo más de 600.000 habitantes, la generación de electricidad se basa en el
carbón y la energía hidroeléctrica. Aunque en los últimos años se han puesto en marcha dos grandes proyectos de energía eólica que han aumentado el porcentaje de la misma en la producción de electricidad al 15%,
el potencial de las energías renovables sigue siendo elevado. El parque eólico de Mozura, construido por un consorcio de empresas eléctricas maltesas y chinas en 2019, se ha visto salpicado por graves acusaciones de corrupción.
La energía solar es abundante en Montenegro, pero sólo representa el 1% de la producción de electricidad. El país no cuenta con infraestructura propia de gas natural, pero existen desde hace tiempo planes de gasificación, principalmente a través del gasoducto Jónico Adriático, que debería conectarse al TAP y llevar el gas azerí de Albania a Montenegro. El Gobierno también ha abierto recientemente sus aguas territoriales en el mar Adriático para la perforación de petróleo y gas, pero no se encontraron reservas en la primera ronda de exploración. Los funcionarios tienen la esperanza de que se descubran reservas de petróleo y gas en la próxima fase de exploración.
Bosnia-Herzegovina y Serbia
Bosnia Herzegovina está formado por dos entidades políticas, una controlada por croatas y bosnios y la otra por serbios. Este país y Serbia tienen un
mix eléctrico similar, compuesto por
carbón y energía hidroeléctrica. En 2021,
ambos comenzaron a importar gas natural de Rusia a través del
TurkStream, que era estratégicamente importante para que este país evitara Ucrania como país de tránsito.
Tanto Serbia como la entidad serbia en Bosnia y Herzegovina se han negado a sumarse a las sanciones contra Rusia y han expresado su disposición a discutir nuevas inversiones rusas en proyectos de gas natural. En mayo de 2022, el presidente serbio (Vučić) anunció un nuevo acuerdo de tres años con Gazprom para el suministro de gas natural.
Las nuevas inversiones en carbón en Bosnia y Herzegovina y en Serbia debían proceder de China. Pero mientras que en el segundo las empresas chinas están construyendo una nueva y controvertida central eléctrica de carbón, Kostolac B3, la inversión prevista en Bosnia se ha enfrentado a la incertidumbre tras la decisión de China, el año pasado, de dejar de financiar proyectos de carbón en el extranjero. En marzo de 2022, el Parlamento bosnio votó a favor de prorrogar la explotación de dos centrales de carbón hasta 2028, lo que se enfrentó a las críticas de la Secretaría de la Comunidad de la Energía. Los acontecimientos de Ucrania parecen haber reforzado la determinación de los gobiernos bosnio y serbio de seguir confiando en sus reservas de carbón nacionales. Al mismo tiempo, Serbia adoptó una nueva Ley de Energías Renovables en 2021 y en 2022 anunció sus planes de eliminar el carbón para 2050 y alcanzar una cuota de fuentes de energía renovables del 49,6% para 2040.
Mientras los Balcanes Occidentales se encuentran divididos y en una encrucijada, existe el riesgo, subrayado por los grupos ecologistas, de que la región se encierre en inversiones en combustibles fósiles que están destinadas a convertirse en activos abandonados en un futuro próximo. Sin embargo, todavía existe la posibilidad de que el impulso de la nueva perspectiva de adhesión a la UE pueda emplearse para aprovechar un enorme potencial natural y ofrecer una perspectiva clara para una transición energética inclusiva con bajas emisiones de carbono en la región.
(
Aquí, la versión en inglés)