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Virginia Mayo (AP)

Acercarse a Kosovo

Alejandro Esteso Pérez

8 mins - 12 de Julio de 2022, 07:00

Desde que Kosovo declarase su independencia de Serbia en 2008, España ha venido encadenando episodios de torpeza diplomática e incómodos desencuentros con el joven país balcánico. La estrategia española de ojos que no ven, corazón que no siente para con Pristina ha pasado factura no en pocas ocasiones, desde cumbres europeas hasta partidos de fútbol.

A un año de inaugurar su Presidencia rotatoria en el seno del Consejo de la UE, España se encuentra ante un escenario óptimo para definir y empezar a trazar su andadura diplomática (hasta hoy, forzadamente nula) con este país. España está preparada para iniciar un proceso de descongelamiento de relaciones diplomáticas con Pristina, y es conveniente que lo haga de inmediato. El momento es ahora y tres factores lo avalan.

El primer paso está dado
En noviembre del año pasado, el entonces secretario de Estado para la UE, Juan González-Barba, afirmaba en un coloquio que España estaba preparando un acercamiento a Kosovo: "Nuestra estrategia para con los Balcanes Occidentales queda incompleta si seguimos obviando a Kosovo. Estamos revisando las distintas modalidades de acercamiento como Estado miembro no reconocedor", añadiendo que "la decisión se tomará pronto y será anunciada".

Estas declaraciones, de las que varios medios kosovares se hicieron eco, generaron natural entusiasmo en Pristina al insinuarse que Madrid, el hueso más duro de roer entre los cinco países no reconocedores de la UE, pudiese estar iniciando un deshielo de relaciones. Si bien, por un lado, ésta era una buena noticia para Kosovo, aún más lo era para España: las palabras de González-Barba constituían, ante todo, la prueba inequívoca de que esta cuestión había llegado a la mesa del Ministerio de Asuntos Exteriores, a pesar de considerarse un tema tabú para el Gobierno; tan tabú, incluso, que se creía olvidado.

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Sin embargo, González-Barba, particularmente comprometido con los Balcanes y defensor ferviente de la ampliación europea a la región 
abandonaba el cargo pocas semanas después, siendo sustituido por el diplomático Pascual Navarro. 

Tras este relevo, culminado apenas dos meses antes de la invasión rusa de Ucrania, el Ministerio ha guardado silencio con respecto a Kosovo. No se ha vuelto a hacer público ningún atisbo de acercamiento con Pristina desde las seguras palabras del ex secretario sobre una aproximación diplomática, que incluso llegó a ser calificada de "inminente".

Las miradas están puestas en España
En su posición como secretario de Estado, una de las principales tareas de Navarro será la de marcar el rumbo de cara a la Presidencia rotatoria del Consejo de la UE, que España ostentará entre julio y diciembre de 2023. A la espera de que Suecia, que presidirá el órgano hasta junio, publique su programa de prioridades, las miradas están puestas en España para hospedar una nueva Cumbre UE-Balcanes Occidentales en 2023.
 

Las sucesivas presidencias rotatorias han convertido en tradicional la celebración de cumbres regulares entre la UE y los Balcanes Occidentales, estableciendo 'de facto' un sistema que rige desde 2018. Cumbres en Sofía (Bulgaria), Zagreb (Croacia) y Brdo (Eslovenia) se han sucedido desde entonces con carácter prácticamente anual, reuniendo a los líderes de los 27 estados miembros y de los seis países de la región. Aunque Mariano Rajoy se ausentó de la cumbre de 2018 debido a la presencia de Kosovo, Pedro Sánchez sí acudió a las citas de 2020 y 2021. La edición de 2022 se espera que se celebre en la República Checa tras un intento frustrado de Francia.

España deberá empezar a desempolvar su estrategia política para con la región de cara a la potencial celebración de una nueva Cumbre UE-Balcanes Occidentales en su territorio. Una cumbre, además, a la que no faltará Kosovo. Es el momento idóneo para que Moncloa, que no ha conseguido afinar su gestión de relaciones con Pristina y que ha evidenciado una estrategia diplomática torpe, empiece a estudiar su acercamiento a las autoridades kosovares y a esculpir un marco potencial de relaciones bilaterales.



El modelo implantado por Grecia, un Estado miembro no reconocedor pero que mantiene lazos diplomáticos y actividad comercial con Kosovo a través de su Oficina de Enlace en Pristina, ejemplifica una de las múltiples variantes de cooperación. Salvando las distancias, y aun admitiendo la proximidad geográfica entre Grecia y Kosovo, España podría optar por un grado de implicación más suavizado mediante, por ejemplo, la apertura de una oficina comercial en Pristina, de la que sería competente la Embajada en Macedonia del Norte.

La Presidencia rotatoria supone una oportunidad clave para regenerar el compromiso español con los Balcanes Occidentales en muchos de sus frentes, especialmente desde un país europeísta y tradicionalmente favorable a la ampliación. No en vano, entre las poblaciones de los mayores estados miembros, España registra las tasas más elevadas de apoyo al acceso de la región a la UE.

Ucrania ha abierto el camino
La invasión rusa de Ucrania ha removido el tablero geopolítico europeo, potenciando la reconfiguración de alianzas y reforzando la polarización en el seno de varias instituciones multilaterales. No solamente Kiev ha tramitado su candidatura a Estado miembro de la UE, que los 27 avalaron a finales de junio, sino también Moldavia (cuya solicitud también pasó el filtro) y Georgia.

En los Balcanes Occidentales, este baile de coaliciones está resucitando la incógnita del estatus de Bosnia y Herzegovina como candidato a Estado Miembro de la UE, que parece acercarse a una resolución, y el recelo hacia Serbia, cuyo Gobierno no ha aprobado ningún paquete de sanciones contra Moscú.

Kosovo, por su parte, solicitó el pasado mes de mayo su ingreso como miembro en el Consejo de Europa. Aprovechando la expulsión de Rusia del organismo pocas semanas antes, Pristina anunciaba el envío inminente de su candidatura a Estrasburgo. Aunque la votación definitiva para su ingreso sigue sin fecha, los números respaldan a Kosovo: entre los 46 Estados que conforman la institución, de los cuales 34 lo reconocen, el país necesitaría un mínimo de dos tercios, 31 votos, para corroborar su acceso como miembro oficial. 

Fuentes diplomáticas kosovares han revelado que Pristina tramitará, además, su solicitud a país candidato a Estado miembro de la UE. A día de hoy, Kosovo permanece como candidato potencial a la espera de la exención de visados Schengen para sus ciudadanos.

La guerra en Ucrania está ejerciendo como vehículo unificador a lo largo y ancho de la UE. En este contexto, España debe demostrar sensibilidad política también hacia otras cuestiones que hacen peligrar la estabilidad de la Unión y de sus fronteras exteriores. La eventual membresía de Kosovo en el Consejo de Europa es una de ellas. Si bien el voto negativo de la delegación española se da por descontado, Moncloa ha de reflexionar sobre las implicaciones de este gesto, que contribuiría a aislar (todavía más, si cabe) a un país joven, profundamente europeísta e igualmente alineado con la posición comunitaria con respecto a la invasión rusa.

España tiene al alcance de su mano una ventana de oportunidad natural para justificar su acercamiento paulatino a Kosovo. A corto y medio plazo, su principal objetivo debe centrarse en minimizar el riesgo de reacciones internas mediante una política de aceptación gradual de este país como sujeto internacional independiente de Serbia (de facto, una realidad) mientras refuerza su apoyo a la integración europea de los Balcanes Occidentales. A largo plazo, Moncloa debe aspirar a posicionarse como un no reconocedor que mantiene lazos diplomáticos, comerciales y culturales con Pristina. Sólo a través de una estrategia consciente de las circunstancias regionales se podrá garantizar una política exterior a la altura que reafirme el papel de España como garante de estabilidad en la más cercana vecindad de la UE.
 
(Este artículo forma parte de un proyecto de investigación en el marco del 'Kosovo Research and Analysis Fellowship’, financiado por la Kosovo Foundation for Open Society)
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