Gráfico.- Índice PIB a precios constantes (base 100 = 1970)
Fuente: Fred.
Del gráfico anterior salta a la vista la magnitud de la caída del PIB de Venezuela desde el año 2013; lo cual, visto en las perspectiva del crecimiento que tuvo los 10 años previos lo hace más dramático.
Antes de entrar en el tema de la recuperación económica, es importante destacar otro hecho: la economía venezolana al final de la segunda década del siglo XXI tiene un tamaño similar al que tenía a comienzos de los años 70. Durante ese periodo, el país experimentó una época de auge, considerada por algunos com un milagro económico; y luego, incluso desde 2003, ese milagro se aceleró (sin duda gracias a la intervención divina del boom de las materias primas, y particularmente del petróleo), para finalmente colapsar de forma estrepitosa cuando las bases débiles sobre las que se construyó el modelo no fueron capaces de ajustarse a la nueva realidad.
[Recibe los análisis de más actualidad en tu correo electrónico o en tu teléfono a través de nuestro canal de Telegram]
Ahora bien, ¿y qué ocurre con la recuperación? En el gráfico se muestra un ejercicio optimista. Hay datos del PIB hasta 2019, se asume que en el 2020 no hubo crecimiento (que ya es bastante optimista dado el contexto de la pandemia de la Covid), y también un crecimiento para 2021 y 2022 del 10% y 20%, respectivamente (este último dato, en línea con los que anuncian un crecimiento "impactante").
¿Qué hay detrás de la recuperación económica?
Es positivo que la tendencia a decrecer se revierta, de eso no cabe duda. Sin embargo, hay varios elementos que considerar. Lo primero, y tal como muestra el ejemplo de Twitter, no es lo mismo crecer un 20% sobre una base muy baja que hacerlo a ese ritmo tomando como base niveles más altos, en este caso del PIB. Lo segundo es la naturaleza de ese crecimiento, y en Venezuela (como en muchas otras áreas) los datos en materia económica son grises, pero actualmente hay al menos tres grandes fuentes de ingresos: producción petrolera, remesas,y las actividades ilícitas.
Con respecto a la primera, más allá de los vaivenes producto de distintas circunstancias, la producción de crudo parece estancada en torno a los 700.000 barriles diarios, entre otras cosas por factores que van
más allá de la coyuntura actual como las sanciones y la capacidad operativa. En cuanto a las
remesas, se estima que pueden representar alrededor del 5% del PIB, calculos hechos en función de
unos tres millones de venezolanos que envían dinero a su país. Y sobre la última fuente, la economía ilícita, se
han hecho estimaciones que la ubican
en alrededor del 30% del PIB nacional.
Más allá de las limitaciones para tener una fotografía precisa de la naturaleza de la actividad económica venezolana, todo parece indicar que la productividad y la generación de valor agregado no son parte central del crecimiento del país. Para sustentar lo anterior basta mencionar que el país ocupa el puesto 125 de 137 países en cuanto a calidad de su infraestructura. De hecho, se estima que actualmente
opera el 29% de su capacidad instalada en generación de electricidad; esto por mencionar algo fundamental para sostener cualquier proceso de crecimiento económico. Y si a eso se suman otros factores
blandos como
la corrupción o el respeto a la Ley, en los que Venezuela ocupa los puestos 177/180 y 139/139, respectivamente, no es difícil de imaginar que la mejora económica del país se sostiene
sobre pies de barro.
Después del 'milagro'
El pensamiento mágico es parte del ser venezolano; también el voluntarismo, y en especial una actitud optimista. Estas características pueden ayudar a sortear las dificultades, pero impiden ver la raíz de los problemas. Hasta hace poco hubo en las redes sociales en las que interactúan los venezolanos un debate en torno al Venezuela se arregló. Los bodegones (tiendas donde se venden productos importados, licores, etc), la menor escasez de productos e incluso los apagones menos frecuentes han contribuido a esa ilusión. Los que intentan advertir de que todo eso es ficticio y que no es sostenible son señalados como si se tratara de traidores; y más si escriben desde el exilio dorado, como creen muchos que se encuentran todos los venezolanos que están fuera de su país.
Lo cierto es que una recuperación real de Venezuela pasa por hacer la tarea, y eso implica crear las condiciones adecuadas para atraer la inversión, lo que a su vez se traduce en mayores niveles de productividad, y con ello más productos para consumir e intercambiar con otros países. Esto lo vieron hace más de 200 años Adam Smith, David Ricardo y muchos otros. Los chinos, como otros países asiáticos, han entendido que sin producción de bienes y servicios no hay crecimiento económico, algo que Estados Unidos y Europa entendieron mucho antes. En Venezuela todas las apuestas siguen girando en torno al petróleo, y la solución mágica para algunos es quitar las sanciones y así voilá, el país volverá a ser lo que fue.
Venezuela tiene serios problemas estructurales en lo económico y en lo político; de hecho, uno no puede entenderse sin el otro. En este momento, los principales incentivos están alineados en mantener la estructura política actual, en la que unos pocos controlan la mayoría de los recursos (algo medianamente heredado de la IV República, por cierto). En ese sentido, quienes insisten en ver que el país se arregló realmente están siendo cómplices de un estado de las cosas subóptimo, porque la gran mayoría sigue viviendo en condiciones precarias.
¿Venezuela ha mejorado? Sí, ha pasado de 500 a 600 'seguidores en Twitter', pero llegó a tener millones.