Hace algo más de tres años escribí en este mismo foro el artículo titulado 'la revolución solar es imparable' donde defendía la inminente implantación masiva de energía solar y su consideración como fuente de energía preferente para la inversión. A pesar de lo complejos que han sido estos años, con crisis de distinta naturaleza que prácticamente se han superpuesto unas a otras, los datos han confirmado mis previsiones. En abril de 2019, cuando escribí el artículo, España escasamente superaba los 5.000 MW de potencia solar fotovoltaica para generación y hoy, poco más de tres años más tarde, supera los 17.500 MW. Con el autoconsumo ha pasado algo parecido, pasando de los 500 MW acumulados en esa fecha a los más de 3.000 MW que con toda probabilidad ya tendremos conectados en este momento. En suma,
la potencia solar fotovoltaica en España se ha multiplicado por cuatro en poco más de tres años. Y cada día que pasa se instalan más MW.
A nivel internacional es parecido. A principios de 2019 acabábamos de superar los 500 GW instalados en todo el mundo y, en algún momento de este trimestre, el mundo ha superado los 1.000 GW. Se espera que este año se rompa la barrera de 200 GW solares instalados en un solo año en el mundo, algo impensable en cualquier proyección de las que hacíamos anteriormente, y ya hay previsiones de que podemos ir a 300 GW anuales a partir del año que viene.
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Creo que fue bastante acertado calificar este crecimiento de 'revolución'. Es un crecimiento exponencial, masivo, que se ha impuesto a los problemas sanitarios y a los problemas de la cadena de suministros (que, no obstante, le afectan). Sin embargo, en Europa esta revolución va a recibir un nuevo impulso a través del plan REPowerEU, recientemente anunciado por la Comisión Europea. Ante la necesidad de independizarse frente a los suministros energéticos rusos, la Unión ha optado por potenciar especialmente la energía con menor coste de capital y que más rápido se puede instalar, que es la energía solar fotovoltaica.
El objetivo marcado es alcanzar los 600 GW de potencia fotovoltaica en Europa desde los 165 GW alcanzados a finales de 2021, es decir, instalar más de 48 GW anuales. Para que nos hagamos una idea del orden de magnitud, 48 GW es más que la potencia instalada actual de España, Italia, Grecia y Portugal juntos, que son los cuatro países con más radiación solar de Europa. Es decir, habrá que instalar cada año tanto como esos cuatro soleados países han instalado en las últimas dos décadas. La cifra asusta, pero no es imposible. Sin ir más lejos, China ha superado ese ritmo de instalación en 2021.
Para conseguir ese objetivo se han definido varias estrategias. La primera es la obligatoriedad de instalación de energía solar fotovoltaica en todas las construcciones nuevas, de cualquier tipología. También se ha solicitado a los estados miembros una zonificación para designar aquellas áreas más aptas para la energía solar fotovoltaica que, a su vez, deberían tener procedimientos de autorización más ágiles y rápidos. El gobierno de España y el de alguna de sus CC.AA, y otros gobiernos como el portugués, ya han introducido novedades regulatorias en este sentido. Además de todo ello, se anima a los estados a establecer determinadas políticas de apoyo a los PPA corporativos, las Comunidades Energéticas, la agro-fotovoltaica y otras modalidades de desarrollo de la energía solar.
La instalación de energía solar es una parte de la nueva política solar europea, que se complementa con la voluntad de relocalizar la cadena de valor de la energía solar en tierras europeas. Hoy día la gran mayoría de fabricantes de módulos solares y de toda su cadena de valor están en China, después de un proceso de acaparamiento industrial que acabó con gran parte de la industria solar europea. La UE, al igual que ya hizo con las baterías hace un par de años, quiere disponer de capacidades propias de fabricación de estos productos sensibles.
El objetivo de la iniciativa es disponer, ya en 2025, de una capacidad de fabricación anual de 20 GW de tecnologías solares fotovoltaicas, que cubrirían algo más del 40% de las necesidades propias una vez ampliados los objetivos de instalación de energía solar. Es probable, por tanto, que el objetivo a alcanzar deba ser mayor para ajustarse a las nuevas necesidades, y aquí emerge una de las grandes oportunidades para España en este nuevo proceso reindustrializador.
La energía solar no solo es rápida de instalar y ofrece independencia energética, también es una energía barata, en países como el nuestro muy barata. Esta posibilidad de generar electricidad barata con energía solar, y también con eólica, se puede convertir en un imán de atracción industrial para nuestro país, que también disfruta de una ventaja coyuntural que no disponen nuestros socios europeos: Nuestra seguridad de suministro energético no está en riesgo, al no tener dependencia energética de Rusia ni de ningún otro actor de manera insustituible. La península ibérica emerge así como un destino industrial muy atractivo en medio de este proceso de relocalización industrial y de desglobalización parcial.
Nuestro país tiene la capacidad de poder atraer industrias de todo tipo con importantes necesidades energéticas. Instalar fábricas de módulos solares, obleas y purificación de silicio en España parece absolutamente intuitivo y lógico desde el punto de vista logístico y de costes. Un proceso que ya ha comenzado con las baterías y su cadena de valor. La Comunidad Valenciana, por ejemplo, se convertirá en breve en una de las referencias europeas en la fabricación del vehículo eléctrico gracias a la futura instalación de la gigafactoría de baterías de Volkswagen y a la fabricación de modelos eléctricos en la fábrica de Ford en Almussafes. En otras CC.AA. vemos también proyectos de inversión gracias al bajo coste que ofrecen las renovables.
Los números no dejan lugar a dudas. El coste de un PPA solar en España puede rondar los 35 o 40 €/MWh, mientras que en países como Alemania su coste se dispararía sobre los 50-60 €/MWh. Esto puede suponer millones de euros anuales de ahorro para un gran consumidor industrial en costes energéticos, con energía asegurada a largo plazo. La ventaja competitiva de los PPA eólicos en España respecto a los alemanes o franceses también es destacable.

Esta reciente proyección de Bloomberg New Energy Finance vislumbra una España que acabará 2030 con 72,7 GW de energía solar fotovoltaica instalada, entre autoconsumo y plantas de generación. Esto representaría que la energía del sol genere entre el 30 y 40% de las necesidades eléctricas de España en medio de un proceso de electrificación parcial de la climatización, el transporte ligero y otros consumos. Muy probablemente, alrededor del 20% de esta potencia será de autoconsumo a la vista de los datos y tendencias que observamos. El resto serán plantas generadoras de distintos tamaños y, si somos valientes con la trasposición de las directivas que regulan las Comunidades de Energías Renovables y las Comunidades Ciudadanas de Energía, una fracción de ellas podrían ser proyectos colectivos y ciudadanos. Y no nos confundamos: Por mucho que la presencia de la generación particular y colectiva pueda no ser mayoritaria, la realidad es que incluso así la energía solar fotovoltaica se convertirá en la fuente de energía mejor distribuida desde que los seres humanos se calentaban con leña.
Tengo la sensación de que no somos conscientes del potencial de descarbonización y transformación que tienen las energías renovables en general y la energía solar en particular. Los más de 200 GW anuales que se instalarán este año generarán el 1% de la electricidad mundial. Los más de 300 GW anuales que se esperan desde 2023, más del 1,5%. La capacidad de fabricación de polisilicio para paneles solares proyecta a una capacidad casi de 1.000 GW, suficiente para ir a cifras de entre el 4 y el 5% de la generación eléctrica mundial cada año. Y a la energía solar se le sumará la eólica terrestre, la eólica offshore (de enorme potencial en el norte de Europa), la hidroeléctrica o el biogás.
La transición energética es un proceso de vértigo que requiere correr contra el tiempo, pero es posible. Hará falta mucho más que energía solar y bastante más que energías renovables, pero la semilla de ese nuevo mundo está creciendo sana bajo nuestros pies. Hace tres años hablé de 37 GW. Hoy hablo de 72 GW. Quien no vea en esta tendencia una fuerza explosiva que va a cambiar el mundo, me temo que no está mirando en la dirección correcta.