Estimadas lectoras, estimados lectores,
Habrá a quienes, cuando lean o escuchen
hidrógeno verde, se les venga a la cabeza uno de los
'supervillanos' más famosos de la
factoría Marvel. Nada más lejos: este elemento está llamado a ser una de las piezas fundamentales de la transición energética, de la
descarbonización. Vive de las energías limpias, es una herramienta para almacenarlas además de las baterías, sirve de vector energético y se puede aplicar a los consumos más resistentes a reducir sus emisiones o para los que la electrificación es muy compleja o imposible: entre otros, el transporte aéreo y marítimo, la industria pesada, etc.
No deja de ser curioso que el hidrógeno (sin apellidos) no exista como tal en la naturaleza y que, sin embargo, lo podamos obtener de casi todos los colores:
- Gris, que proviene mayoritariamente del gas natural, es el más barato en costes aunque, también, genera una cantidad significativa de gases de efecto invernadero.
- Marrón, similar al gris, pero generado a partir del carbón.
- Azul, el más utilizado actualmente, utiliza energías fósiles y produce bajas emisiones de CO2, ya que buena parte de ellas se capturan para su almacenamiento y reutilización.
- Verde, procedente de energías renovables y limpio de emisiones.
- Y hasta rosa o malva, propuesta francesa que obtiene hidrógeno mediante energía de origen nuclear en la electrólisis.
Con estas breves descripciones podemos convenir en que el verde es el hidrógeno por el que merece la pena apostar. El problema es que, a día de hoy, producirlo cuesta entre dos y tres veces más caro que el azul. Su abaratamiento en los últimos años ha venido primordialmente (y seguirá viniendo) de su materia prima, la electricidad renovable, pero también hay que atacar el flanco tecnológico (electrólisis) mediante la inversión en investigación y desarrollo y las economías de escala.
De ahí las inversiones milmillonarias. Quienes de esto saben calculan que, con las estrategias propuestas a día de hoy, el recorte de costes será del 40% a corto plazo y del 80% a largo.
Poco a poco, la lluvia fina de los defensores del hidrógeno verde (algunos de ellos entusiastas) permiten augurar que esta vez puede ser la vencida. Porque es la tercera: las dos ocasiones anteriores coincidieron con crisis del petróleo, pero terminaron quedándose en poco o nada. Como será hoy la cosa que al H2 verde ya le han salido, también,
escépticos.
Gráfico destacado
El año pasado, ocho jurisdicciones de todo el mundo anunciaron estrategias sobre el hidrógeno, y se espera que en 2021 otra decena haga lo propio. No obstante, la mayoría de ellos no han pasado aún de esta fase
declarativa y tienen, por tanto, pendiente la de ponerse manos a la obra.
No es el caso de Japón, al que se le puede colgar la medalla de pionero mundial por haber definido ya objetivos concretos de coste y eficiencia y tener en marcha múltiples proyectos. Le seguirían Australia y Chile, y a la caza del podio estaría la Unión Europea, con "las estrategias más ambiciosas" y una capacidad objetivo de 40 GWs en 2030. En
este informe de la International Renewable Energy Agency (Irena), del que se ha extraído el gráfico adjunto, se añade que los planes de la UE "están respaldados por los objetivos nacionales de Francia, Alemania, Países Bajos, Portugal y España".
España se hizo acreedora de aparecer en la lista anterior en octubre de 2020, cuando aprobó la
Hoja de Ruta del Hidrógeno, que incluye el compromiso de alcanzar en 2030 una potencia instalada de electrolizadores de cuatro gigavatios. Y no sólo eso: empieza a ser frecuente ver en los medios noticias sobre proyectos de inversión privada con muchos ceros, e incluso a periodistas que tiran más hacia otro tipo de informaciones
alertando de la oportunidad ineludible que se nos presenta (agua) y lo mal que mezcla con el ambiente político (aceite).
En este contexto, debería preocupar que Marruecos, llamado a grandes cosas en relación con el hidrógeno verde, firmara hace nueve meses un acuerdo de asociación para invertir, investigar y producir en este campo... con Alemania.
Nuestros artículos
Hidrógeno verde 'offshore'
Con las tecnologías disponibles actualmente, "el potencial eólico 'offshore' [en el mar] con tecnologías es un 156% superior a la demanda eléctrica mundial". ¿Cuál es entonces el problema? Los costes y su transporte a tierra firme.
Brais Armiño nos explica por qué el hidrógeno verde puede ser el aliado natural para resolverlo.
Hidrógeno verde, o el desarrollo tecnológico como mejor forma de progreso
Tras mencionar la apuesta de la UE y los anuncios de inversiones millonarias de las grandes empresas del sector energético,
Carlos Bernuy no se conforma y hace un llamamiento a los inversores más
generalistas para que España sea capaz de desarrollar tecnología propia en este campo y favorezca la reindustrialización.
Agenda Pública ya había publicado otros análisis sobre este asunto. Helos aquí:
¿Ayudará el hidrógeno renovable a unir Europa? En este texto,
Alejandro Núñez-Jiménez y
Nicola de Blasio sostenían que "para que Europa lidere el futuro mercado del hidrógeno verde, es imprescindible una colaboración intensa entre los socios europeos"; lo que les llevaba, acto seguido, a mostrar su preocupación por que
"el futuro del sistema energético de la UE continúa decidiéndose, una vez más, a nivel nacional".
Hidrógeno verde y baterías, dos tecnologías condenadas a entenderse. Aquí, Carlos Bernuy defendía la complementariedad entre ambos como herramientas para almacenar la energía renovable, y que su combinación "nos permite escapar de la necesidad de crear grandes instalaciones y complejos sistemas de distribución".
España puede liderar el hidrógeno renovable en Europa. Y aquí, A. Núñez-Jiménez se hacía eco de un informe de la Escuela de Gobierno de Harvard que señala las condiciones favorables para desarrollar esta energía en España, "atendiendo al potencial para generar electricidad renovable, la disponibilidad de agua dulce y su capacidad para construir la infraestructura necesaria para una industria gasista del hidrógeno".
'Podcast'
Última llamada para los interesados en cómo transformar el modelo económico mediante la herramienta de la fiscalidad, a través de
esta conversación a cargo de
Marta Villar y
Jesús Urios. En 15 días, nuevo
podcast; cómo no, sobre hidrógeno verde.
Buena lectura,
Guillermo Sánchez-Herrero
Agenda Pública