Se calcula que en el periodo que va desde 1950 a 1970 entre 7 y 10 millones de personas migraron desde el sur de Europa (Italia, España, Portugal y Grecia) hacia al norte (principalmente a Alemania, Francia, Suiza y Bélgica). Durante muchos años estos trabajadores y sus descendientes fueron considerados ejemplos de ‘integración’ exitosa en sus países de acogida, donde gozaron, en general, de una buena reputación. Los migrantes sur-europeos y sus herederos han estado alejados del foco de atención de los estudios sobre integración socioeconómica (centrados especialmente en el caso de los inmigrantes extracomunitarios), así como de las preocupaciones de los ciudadanos y los gobiernos de los países del norte. Durante décadas nadie los consideró un problema.
Sin embargo, en las postrimerías de la Gran Recesión, el rápido incremento de nuevos flujos de migración económica provenientes del sur de Europa se convirtió en objeto de preocupación en los países del norte. La crisis del euro provocó tensos debates en el seno de la UE, principalmente en torno a las condiciones de los rescates de las economías de Grecia, Portugal y (del sector bancario de) España. Estos debates adquirieron a menudo un tono moralizante, sobre todo entre los gobernantes de los autoproclamados países frugales (en aquel momento, Alemania, Países Bajos, Austria y Finlandia), que defendieron vehementemente la imposición de severas medidas de austeridad para los países rescatados a cambio de las millonarias ayudas europeas.
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En este contexto de tensiones políticas sin precedentes se desempolvaron toda una serie de estereotipos negativos con respecto al supuesto carácter nacional de los países del sur, designados por algunos medios políticos y financieros del norte con el peyorativo acrónimo Pigs (por las siglas en inglés de Portugal, Italia, Grecia y España). Los Pigs -y por extensión sus ciudadanos- se presentaban en muchos de estos medios y discursos políticos como despilfarradores, parranderos y, en general, poco fiables, haciéndoles así culpables de sus desdichas económicas.
Como muestra de estos discursos estereotipados podemos remontarnos a
febrero de 2015, al calor del debate sobre la extensión del rescate a Grecia. Klaus-Peter Willsch, parlamentario de la conservadora CDU, advertía así a sus colegas del Bundestag: “¡Mirad a Tsipras [primer ministro griego]! ¡Mirad a Varoufakis [ministro de finanzas griego]! ¿Les compraríais un coche usado? Si vuestra respuesta es no, ¡entonces votad no hoy!"
Dos años después, en marzo de 2017, el entonces ministro holandés de finanzas y presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem, reflexionaba así sobre los rescates a los países del sur en una entrevista publicada en el diario alemán Frankfurter Allgemeine Zeitung: “Como socialdemócrata, considero que la solidaridad es extremadamente importante. Pero quien la demanda también debe estar dispuesto a cumplir con su parte del trato. Yo no puedo gastarme todo el dinero en licor y mujeres y luego pedir ayuda. Este principio es aplicable en el ámbito personal, local, nacional y también en el europeo”.
Un último ejemplo, en este caso gráfico, del tipo de estereotipos activados en este contexto político se puede encontrar en la portada del semanario holandés Elsevier Weekblad, publicada en mayo de 2020 en medio de una nueva discordia norte-sur, esta vez en torno al Fondo Europeo de Recuperación diseñado para paliar las consecuencias de la Covid-19. Bajo el llamativo titular “Ni un céntimo más para el sur de Europa”, la portada ofrecía un elocuente contraste gráfico entre las virtudes de los laboriosos holandeses y los vicios de los indolentes sur-europeos (véase la portada en este enlace).
Una característica esencial (y preocupante) de estos estereotipos sobre los europeos del sur es que hacen referencia a supuestos rasgos culturales que están potencialmente asociados a la productividad laboral. Así, mientras que, por ejemplo, pensar que los franceses son altivos o los holandeses rácanos (dos estereotipos negativos extendidos en Europa) no tiene por qué tener mayores consecuencias para las personas de origen francés u holandés que trabajan en otros países de la Unión; pensar que los griegos o los españoles son poco fiables, perezosos y muy dados a la fiesta, son todos ellos estereotipos potencialmente dañinos para las perspectivas laborales de trabajadores provenientes o descendientes de estos países. La reactivación política de estos estereotipos negativos abre así la posibilidad de que exista discriminación laboral contra los descendientes sur-europeos en los mercados laborales de los países del norte, posibilidad apenas contemplada en la literatura de los últimos 70 años, pero que el contexto político posterior a la Gran Recesión y las crisis de la deuda hace hoy verosímil.
Un estudio pionero
En un artículo recientemente publicado en 'Socio-Economic Review', hemos investigado si existe discriminación laboral contra los descendientes de tres países del sur (España, Grecia e Italia) en tres países del norte (Alemania, Países Bajos y Noruega) utilizando datos del proyecto Gemm (
Growth, Equal Opportunities, Migration and Markets), el mayor estudio comparado sobre discriminación en el empleo jamás realizado en Europa. El estudio Gemm es un experimento de campo (test de correspondencia) armonizado diseñado para detectar discriminación en el acceso al empleo.
En este tipo de experimentos los investigadores mandamos currículos ficticios a empresas reales aleatorizando aquellos tratamientos de interés para nosotros (en este caso, el ancestro étnico de nuestros solicitantes), mientras mantenemos idénticas el resto de características curriculares. Esto nos permite averiguar si nuestros tratamientos influyen (o no) sobre la probabilidad de que las empresas se interesen por nuestros candidatos, así cómo estimar cuánto influyen (dentro de unos márgenes de error estadístico que también podemos calcular). Al realizar exactamente el mismo experimento (idénticos currículos y tratamientos para el mismo tipo de ofertas) de manera simultánea en varios países, podemos además comparar los grados –y, como veremos en un momento, también los tipos– de discriminación que se dan en los distintos países e intentar avanzar explicaciones sobre dicha variación.
Para este estudio analizamos las respuestas de más de 3.500 empresas ubicadas en Alemania, Países Bajos y Noruega a otras tantas solicitudes de empleo. En cada uno de estos tres países del norte, enviamos entre 1.000 y 1.500 currículos ficticios, todos ellos correspondientes a jóvenes ciudadanos nacionales (alemanes, holandeses o noruegos, según el caso), cuya educación y experiencia laboral se había desarrollado íntegramente en el país y cuyos perfiles estaban adaptados a las características de las oferta de empleo (en Gemm nos centramos en siete ocupaciones cuidadosamente seleccionadas para aportar variación en cualificaciones y grado de contacto con el consumidor). Nuestro tratamiento de interés es, como ya se ha dicho, el ancestro étnico de los solicitantes, información que aportamos a los empleadores mediante tres señales simultáneas: 1) el nombre del candidato/a, 2) el dominio de la lengua de ancestro (si el candidato/a es descendiente de inmigrantes) y 3) el país de origen de sus padres (cuando éstos son inmigrantes). Las primeras dos señales se incluyeron en el propio currículo, mientras que la tercera se introdujo sutilmente en la carta de presentación que debe acompañar las solicitudes de empleo en estos tres países seleccionados.
Además de los tres ancestros sur-europeos (solicitantes de padres griegos, españoles o italianos) y el ancestro nativo (solicitantes de padres alemanes, holandeses o noruegos, según el caso), incluimos en este estudio otros dos ancestros, que llamamos respectivamente: ancestro placebo (solicitantes de padres franceses) y ancestro referente (solicitantes de padres africanos). El ancestro placebo nos permite distinguir si la discriminación, en caso de haberla, está específicamente orientada a los hispano-, greco- e italo-descendientes o si, por el contrario, responde a lo que en la literatura especializada se denomina indistintamente homofilia o favoritismo étnico, es decir, a la preferencia de los empresarios por los candidatos de origen nativo frente a todos los demás. Por su parte, el ancestro referente nos sirve para medir la intensidad de la discriminación y por eso usamos en este caso solicitantes de padres subsaharianos, un grupo que sabemos por estudios previos que está especialmente discriminado en Europa. Pues bien, ¿qué es lo que encontramos?
En primer lugar, que no hay discriminación contra los sur-europeos en Alemania (sí la hay contra los afrodescendientes, aunque eso ya lo sabíamos). Esto es una muy buena noticia, porque Alemania es el país del norte de Europa que concentra el mayor número de descendientes del sur. Sin embargo, y este es el segundo hallazgo principal, encontramos niveles de discriminación estadísticamente significativos contra los descendientes sur-europeos, tanto en Países Bajos (NL) como en Noruega (NO), con tasas de respuesta positiva por parte de los empresarios entre un 20 (NL) y un 40 por ciento (NO) más bajas que para solicitantes idénticos pero con padres nativos (véase Gráfico 1).
Gráfico 1.- Probabilidades de Respuesta Positiva y Ratios de Respuesta (CBR) Significativos por ancestro étnico del Solicitante y país del experimento.
Fuente: Polavieja & Fischer-Souan (SER 2022, Tabla 3). *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1.
Nota: GR= ancestro griego, ES=ancestro español, IT=ancestro italiano. El ancestro africano incluye padres nigerianos y ugandeses. Los CBR (Call-Back Ratios) o ratios de respuesta, son el resultado de dividir la tasa de respuesta media para los descendientes con padres nativos entre la tasa de respuesta media para los descendientes de padres no nativos. En la tabla solo se presentan aquellos ratios que son estadísticamente significativos.
Un tercer hallazgo resaltable es que la discriminación en estos dos últimos países, aunque elevada en ambos casos, parece responder a dos mecanismos distintos: en Noruega la discriminación parece responder fundamentalmente a un mecanismos de homofilia étnica, pues está bastante generalizada entre solicitantes de padres no nativos, incluidos los franco-descendientes; mientras que en Países Bajos la discriminación se concentra, además de en los afrodescendientes, en los greco- e hispano-descendientes (no así en los descendientes de padres italianos o franceses). Parece pertinente recordar en este punto que Grecia y España (y también Portugal, que lamentablemente no está incluido como país de ancestro en el proyecto Gemm) estuvieron en el epicentro de los debates que embarraron la política europea durante la crisis del euro, no así Italia, pues ésta no requirió ningún tipo de rescate.
Aunque hay que tener cautela porque los márgenes de error son amplios en este experimento, cabe también destacar que la discriminación orientada hacia greco- e hispano-descendientes en Países Bajos es sorprendentemente alta, llegando en el caso de los hispano-descendientes a niveles comparables a los comúnmente encontrados en la literatura norteamericana para los afro-descendientes –con tasas de respuesta por parte de los empresarios en torno a un 40 por ciento más bajas que para solicitantes de padres nativos (véase Gráfico 2).
Gráfico 2.- Probabilidades de Respuesta Positiva y Ratios de Respuesta (CBR) Significativos por ancestro étnico del Solicitante en Países Bajos. Descendientes sur-europeos desagregados.
Fuente: Polavieja & Fischer-Souan (SER 2022, Tabla 5). *** p<0.01, ** p<0.05, * p<0.1. Nota: El ancestro africano incluye padres nigerianos y ugandeses.
El vínculo entre estereotipos y discriminación laboral
Hay que dejar claro en este punto que nuestro experimento no puede responder a la pregunta de si la discriminación laboral contra los descendientes de padres griegos o españoles se ha intensificado en los Países Bajos, como sospechamos, como consecuencia de la reactivación de estereotipos negativos al calor de las tensiones políticas originadas tras la Gran Recesión y la crisis del euro. No podemos porque no existen estudios previos con los que comparar nuestros estimadores. Solo podemos establecer si existe discriminación (ya hemos visto que sí) y si los patrones de discriminación observados son consistentes con la existencia de estereotipos negativos asociados a la productividad potencial de los solicitantes de empleo.
Para profundizar en esta segunda cuestión, realizamos un último test clave, llamado test diagnóstico, que consiste en aleatorizar la información relativa a la productividad del solicitante, de manera que algunos currículos incluyen señales adicionales de productividad y otros no. En total, contamos con tres señales aleatorias de productividad (alto desempeño académico, alto desempeño laboral y predisposición para el trabajo en equipo), de manera que nuestros currículos pueden contener de cero a tres señales positivas adicionales. Esto nos permite estudiar si la propensión de los empresarios holandeses a discriminar a los descendientes de padres griegos y españoles disminuye con el número de señales positivas de productividad, como cabría esperar si la discriminación estuviese efectivamente asociada a creencias sobre la productividad potencial de los descendientes de estos países.
Como se puede observar en el Gráfico 3, encontramos que, efectivamente, la probabilidad de discriminar disminuye con el número de señales de productividad positiva que incluimos aleatoriamente en las solicitudes de los candidatos greco- e hispano-descendientes. Cuando incluimos nuestras tres señales a la vez la probabilidad de discriminación contra estos solicitantes desaparece por completo. Nótese que la tasa de respuesta positiva para los candidatos de padres holandeses es siempre la misma (y siempre alta) con independencia del número de señales de productividad introducidas, lo cual sugiere que, al contrario de lo que ocurre con los greco- e hispano-descendientes, los empresarios holandeses no necesitan señales adicionales para valorar el ajuste de los nativo-descendientes al puesto ofertado. Estos resultados son, por tanto, perfectamente consistentes con la existencia de creencias sobre la (baja) productividad potencial de los greco- e hispano-descendientes entre los empresarios holandeses, por lo que constituyen evidencia empírica (indirecta, pues no podemos entrar en las cabezas de los empresarios) del vínculo entre discriminación laboral y estereotipos étnicos en los Países Bajos.
Gráfico 3.- Probabilidades de Respuesta Positiva por Número de Señales Adicionales de Productividad en los Currículos para nativo-descendientes y greco e hispano-descendientes en Países Bajos
Fuente: Polavieja & Fischer-Souan (SER 2022, Figura 3). Nota: Los márgenes predichos se estimaron a partir de un modelo de interacción (Modelo de Probabilidad Lineal). La interacción es estadísticamente significativa y robusta a diferentes especificaciones del modelo (lineal o logística). Los intervalos de confianza son al 90%.
A modo de conclusión
Tres países, tres patrones de resultados: no discriminación contra los descendientes del sur de Europa en Alemania, discriminación generalizada contra descendientes de padres no nativos en Noruega y discriminación orientada específicamente contra los greco- y los hispano-descendentes (además de contra los afrodescendientes) en Países Bajos. ¿Qué puede explicar estas diferencias entre los tres países del estudio? En el artículo sostenemos que hay al menos tres factores del contexto nacional potencialmente importantes: 1) las respectivas historias migratorias, que determinan, a su vez, la posibilidad de que los empresarios hayan tenido contacto interétnico positivo con los descendientes sur-europeos (mucho más alta en el caso alemán que en el de los Países Bajos o Noruega); 2) el contexto político que favorece/inhibe la activación de estereotipos negativos (favorecedor en Alemania y probablemente aún más favorecedor en Países Bajos pero no particularmente favorecedor en Noruega) y 3) el grado de estandarización de los procesos de selección, mucho más alto en el caso alemán que en los otros dos casos, lo cual podría reducir el margen de acción de los estereotipos en los procesos de selección en este país (hipótesis no original).
Esta lista de factores no pretende ser exhaustiva. De hecho, en el artículo discutimos algunas explicaciones alternativas, incluida la posibilidad de que la 'larga sombra de la historia' pudiera tener un efecto adicional en el caso de la discriminación contra hispano-descendientes en los Países Bajos. Aunque es muy posible que la Leyenda Negra aporte un sustrato cultural especialmente propicio para la reactivación de estereotipos negativos sobre el carácter nacional de los españoles en los Países Bajos –por conocidas razones históricas–, creemos, sin embargo, que dicha reactivación se debe entender en el contexto político del presente, pues con independencia de cuál sea su origen histórico, los estereotipos se pueden modificar, inhibir o reforzar dependiendo de las dinámicas e intereses políticos del momento. Los datos de este estudio apuntan a la existencia de barreras étnicas hasta la fecha desconocidas que, por su intensidad y sus implicaciones para el proyecto europeo, merecerían mayor atención en futuros trabajos.
(El estudio que aquí se presenta es parte del proyecto ‘Pushing the Boundaries of Research on Ethno-Racial Discrimination in Hiring’ (PID2020-119558GB-I00), financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación (MCIN/AEI/10.13039/501100011033) y ha sido publicado recientemente en acceso abierto en 'Socio-Economic Review').