Rusia ha agotado sustancialmente sus existencias de misiles soviéticos con los que dispara a las infraestructuras civiles y quiere más de 1.000 misiles balísticos de Irán. Sin ellos, la rendición del ejército ruso en Ucrania será mucho más rápida. Irán está jugando un juego muy peligroso al mantener un diálogo con un estado terrorista al que China ha dado oficialmente la espalda.

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El objetivo de la visita del secretario del Consejo de Seguridad de la Federación Rusa, N. Patrushev, a Teherán era recibir misiles balísticos iraníes. Se trata de Fateh-110 y Zolfaghar con un alcance de 300 km y 700 km, respectivamente. Estos misiles tienen un efecto más destructivo en comparación con los ‘calibres’ y, contra ellos, Ucrania no dispone de sistemas eficaces de defensa antimisiles. Putin quiere recibir un lote de tales misiles antes de que el clima frío con la intención de, en diciembre durante el primer período de frío severo, lanzar ataques devastadores en la infraestructura energética de Ucrania. Antes de su visita a Teherán, Patrushev fue instruido personalmente por Putin con claras instrucciones sobre las negociaciones. Las existencias de misiles soviéticos en Rusia se han agotado considerablemente: según algunos datos, el Kremlin sólo dispone de un 30% de las existencias en comparación con los tiempos de preguerra. Sin misiles, la guerra con Ucrania se perderá mucho más rápido, por lo que Putin quiere retrasar la inevitable vergüenza que pondrá fin a su criminal invasión de Ucrania.



Se está celebrando en Indonesia una reunión de los países del G20. El Secretario General de China, Xi Jinping, ya ha anunciado una reunión prevista con Biden. Anteriormente, el mandatario chino confirmó su disposición a desarrollar un diálogo bilateral con Estados Unidos a nivel de ‘grandes países’. Es evidente que Pekín no ve a Rusia entre ellos. La cooperación con el Kremlin no sólo no es rentable, sino que es tóxica y convierte automáticamente en persona non grata en la escena internacional a cualquiera que no se niegue a tratar con Putin, que ha dirigido el genocidio de ucranianos por motivos étnicos. China siempre se ha caracterizado por la prudencia y el pragmatismo en su política exterior. Se puede afirmar que Putin ya ha perdido a China como un verdadero aliado, y este ha sido su mayor fracaso desde 1999. Esto es una señal directa para Irán de que la cooperación con el Kremlin podría suponer un desastre para Teherán. La derrota de Rusia es inevitable, y las acciones actuales de Putin son una agonía que no puede detener su vergonzoso final. Rusia es un Estado terrorista, y cualquiera que no dude en cooperar con el Kremlin se convierte también en un terrorista, porque ahora Putin está utilizando todos los recursos posibles para causar el mayor daño: esto se convirtió en su idée fixe tras el fracaso de la principal idée fixe que había estado tramando desde 1999, es decir, la toma de Ucrania. Teherán debe comprender que el acercamiento al Kremlin tendrá consecuencias nefastas a corto plazo, porque el final de Putin se parecerá al de Hitler, y Rusia quedará asociada a la vergüenza y a las sanciones durante muchas décadas.